(Oído en voz alta). Cualquier momento es bueno para escuchar este himno de libertad que a muchos nos acompaña desde la más tierna juventud. Y a cuyas luminosas palabras y a su ritmo alegre y saltarín nos encomendamos casi como un mantra y una manta con la que cubrir ciertas desnudeces. Cuando algunos pretenden llevar el concepto de propiedad privada hasta el límite de su propia medida de las cosas, sin excluir la zafia mezquindad y el miedo como motor de la vida, es oportuno reflexionar y cantar en voz alta.
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