lunes, 18 de noviembre de 2019

Lengua de oro

Puntos de luz junto a la Casa de la Música. Azul y blanco en Madrid. ©AJR, 2018.
Derretido mi cuerpo en la ternura
de la risa veraz que siempre imploro,
el silencio interior lo abraza todo,
su hondo sonar disuelve cualquier duda.
Imágenes de un sueño antiguo cruzan
y llenan con su vuelo impetuoso
mis rincones vacíos: lengua de oro
de un fuego sin palabras, luz en fuga
que me rodea en círculos concéntricos
y en claridad creciente va afilando
los bordes de mi cuerpo, sus fronteras.
El dibujo está lleno de momentos
imborrables. A su trasluz, mi canto
es un grito en el centro de la tierra.

Nada personal

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Juan Gris: El fumador (Frank Haviland), 1916.
© Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, Madrid.
Siempre que empezaba a hablar, con aquella disposición suya para referir con gran detalle, mucha ansiedad y sin dejar que nadie lo interrumpiese, quedaba claro que no iba a mencionar nada que lo aludiera de forma personal, salvo tal vez en un escenario neutro donde su presencia no dejara lugar a dudas. Hacía tiempo que todos sabíamos que hablaba para esconderse.
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domingo, 17 de noviembre de 2019

Enrique Urquijo, 20 años



(Al filo de los días). Es muy probable que hoy, cuando se cumplen 20 años del día en que Enrique Urquijo apareció muerto en un portal de Malasaña, esta canción suya esté sonando a casi todas horas. No sólo es una pieza de exacta y dolorosa premonición. También contiene, elevada casi a paradigma, la crónica de una época en la que ciertas búsquedas no estaban exentas de riesgos mortales. Más allá o más acá de todo eso, es una hermosa canción. Unos minutos de bella y trágica emoción. La verdad tiene estas cosas.

A tumba abierta

Nicolas Poussin: Paisaje con ruinas clásicas y sarcófago etrusco, h. 1634. 
Museo del Prado, Madrid.
Tardó mucho tiempo en oírse el primer rumor, pasaron décadas hasta que se concretó el grueso de la historia y ya casi nadie podía darse por concernido cuando salieron a la luz pública las imágenes: dentro del ataúd no había nada, nada, nada.
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sábado, 16 de noviembre de 2019

El lugar de los hechos

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Esteban Vicente: Sin título, 1923. Colección Sagrario de Uliarte Vicente, Madrid.
«Donde menos me lo esperaba —me dijo mientras se quitaba el sombrero, en lo que me pareció un claro brindis al sol, tal vez un macguffin— me soltaron lo que no esperaba». Y, tras una pausa, añadió: «Y por añadidura, me regalaron una invencible propensión a buscarle el tercer pie...». «Al gato, claro...», me atreví a sugerir. «¡No! —dijo tajante—, al pasado: todo tiene, aunque no lo sepamos, una larga historia». Y siguió con sus malabares de arrabal.
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viernes, 15 de noviembre de 2019

Horizonte de sucesos

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Egon Schiele: Paisaje estival, 1917.
«No hace falta ser muy listo —me dijo—, o lista», e hizo ese gesto de paciencia cómplice que tan bien conoces, «para comprender que estos segundos que estás viviendo ahora, ya ves, no van a volver, como lo oyes, no... van... a... volver». «Pues... ¡menos mal! —le dije abriendo los brazos de ese modo que tanto te gusta—, porque, francamente, estas horas se me están haciendo del todo insoportables». Luego me miró y se fue silbando.
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jueves, 14 de noviembre de 2019

Joan Margarit, premio Cervantes

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(Al filo de los días). Me pilla la concesión del Premio Cervantes a Joan Margarit Consarnau leyéndolo no sólo a él, su propia obra, sino a él como traductor, ese oficio de agente doble que, en el caso de los buenos poetas, es un muy privilegiado mirador para calibrar el alcance de ciertas cualidades. Y, además, no cualquier traducción: la del libro Stag’s Leap (El salto del ciervo), de la estadounidense Sharon Olds (San Francisco, California, 1942), poemario que fue galardonado con el premio Pulitzer de 2013. Y que por muchos y complementarios motivos bien puede ser considerada una obra poética especial. Apareció en Igitur, en 2018, en traducción que, junto al poeta, firma también Eduard Lezcano Margarit. Estoy en medio de su fragor cotidiano y valiente, avanzando por su calendario vital de intensidad, lucidez y dolor, asombrado y tratando de seguir la recta vía. Y su lectura, la cercanía a una verdad tan honda como la que emerge de este libro, es un motivo de gran agradecimiento al “misericordioso” poeta ahora premiado.