jueves, 4 de abril de 2019

Épica

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 «Los ángeles atacan la Torre de Babel». Libro de Horas de Bedford, París, h. 1410-1430.
Londres, British Library, Ms. Add. 18850, fol. 17v. 
Foto: © British Library.
Torre del alma. De eso, más o menos, se trata. Poder ir arriba y abajo. De abajo hacia arriba. Y tratar de ver desde el almena.
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Imagen utilizada para la portada de Géneros literarios, núm, 34 de la Colección Temas Clave, 
de Salvat, publicado en 1981.

miércoles, 3 de abril de 2019

Los charlatanes

La imagen puede contener: una o varias personas
Giovanni Domenico Tiepolo: El charlatán, 1754-1755. Louvre, París.
Con la llegada del buen tiempo solían venir más a menudo a la plazuela los charlatanes. Bajaban la puerta trasera de su camionetilla y, a grito pelado, comenzaban el prolijo pregón de sus mercancías: mantas, vestidos y otras ropas, cachivaches de cocina, artilugios de curiosa utilidad, artefactos nunca vistos, productos extraños. Yo me quedaba embobado escuchando sus argumentos, las retahílas persuasivas, los golpes de efectos encaminados a convencer a los vecinos que nos habíamos ido reuniendo de que nuestra vida hasta entonces poco menos que carecía de sentido y que aquella compra garantizaba la felicidad eterna. Me quedé, sin embargo, con las ganas de ver en acción a algún vendedor del famoso crecepelo, un clásico del gremio sobre cuya facundia contaban maravillas. Pero me tuve que contentar con contemplar sus habilidades en alguna película del Oeste. Aún lo hago.
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martes, 2 de abril de 2019

Duelo en la alta Feria (inicio)

El bosque de conexiones y correspondencias que es el mundo tiene sus propias leyes, y la consciencia, mientra dure, lo único que puede hacer es tratar de apreciarlas en lo que valen y, si viene al caso, dar cuenta y hacer el cuento de ellas. Esta mañana regresaba, después de más de dos años y medio, al lugar donde una vez le robé algunas fotos al escritor Rafael Sánchez Ferlosio, llevado de la pura e increíble fascinación de tenerlo durante un buen rato sentado delante de mí, con su bastón, sus periódicos y su lupa, en la sala de espera de la consulta del traumatólogo. La escena devino (sin grado alcohólico alguno) ya por completo mágica cuando al poco fue a aposentarse a su lado otra presunta paciente, pero no cualquiera, sino una especie de reencarnación de una madura princesa egipcia, suponiendo que no fuera la propia Nefertiti en la carne mortal de su edad ulterior. La existencia de imágenes del momento no me dejan fantasear demasiado sobre él. Tampoco olvidarlo.

En el regreso de hoy, de forma inevitable (supongo) he recordado esa escena, antes de saludar a Fernando, el fisioterapeuta, y ponerme en sus manos para ver de remediar algunas goteras óseas. Al terminar la sesión, una hora más tarde, y tras recuperar el teléfono móvil que había dejado cargando en casa, lo primero que vi fue un mensaje enviado desde Wilmington, Delaware, USA, en el que mi sobrino Nando me enviaba un enlace de El País con la noticia de la muerte del escritor. Triste, inesperada noticia, aunque no inesperable. Como la Posada está a muy pocos metros de la casa del autor de Alfanhuí y a menos aún de «El Universo», el bar restaurante que frecuentaba, para allá que me fui a ver qué pasaba. No había nadie delante del portal de su casa, aunque sí un equipo de grabación de la Agencia EFE, peleándose con una pintoresca vecina, bien anillada y tatuada, que les estaba diciendo que «si me seguís grabando, me voy a liar a hostias»... Terminé hablando con la joven periodista del micrófono que, al contarle algunas anécdotas, me pidió grabarme, y así lo hicimos. Brevemente contesté a sus preguntas y mostré lo mejor que pude mi entusiasmo.  Entré después en el bar, muy concurrido por la clientela habitual, y me tomé un ribera del Duero, con un claro brindis, al tiempo que sondeé a la camarera, que me dijo que la semana anterior don Rafael había ido a comer todos los días al lugar y que el sábado, como siempre, había tenido su tertulia. Al parecer a eso de las tres de la mañana comenzó a sentir mareos y a vomitar y fue llevado a las urgencias de la clínica de La Moncloa donde falleció a las nueve de la mañana, según informó su editorial.  Yo me puse a recordar....

 

Volviendo al principio: Epitaph


(Audiciones y Visiones en voz alta). King Crimson cumple 50 años. Hace ahora 10, el 2 de abril de 2009, incluí en la segunda entrada de este blog, esta canción acompañada de un breve comentario: «En la corte del Rey Escarlata. Pocas canciones me trasladan de una forma tan poderosa a cierta época de mi juventud como este Epitaph de King Crimson. Siempre que vuelvo a escucharlo, oigo la esbelta voz de Ramiro, un amigo de entonces [hacia 1977], cantando con mucho entusiasmo por los alrededores de la Plaza Mayor de Madrid, mientras paseábamos en busca de un poco de diversión...»

Viaje al infinito

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Teresa Díez: San Cristóbal atravesando las aguas», h. 1320.
Mural al “fresco seco” trasplantado a lienzo. Iglesia de San Sebastián de los Caballeros,
Toro (Zamora).
Dice un su amigo muy cercano que, en las últimas horas de consciencia, Rafael Sánchez Ferlosio recordó, y tal vez en su lengua de niño, las palabras finales de un poema tan pertinentes y audaces, que Caronte no tuvo más remedio que aceptarlas como justo pago del viaje final: «... Così tra questa / immensità s'annega il pensier mio: / e il naufragar m'è dolce in questo mare».
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lunes, 1 de abril de 2019

Los trazos de la canción

La imagen puede contener: cielo e interior
Columna compuesta de la Colegiata de Santa María, «la Colegial»*,
de Talavera de la Reina.
(A modo de «non serviam»)

¿Qué revelan los trazos inconscientes
de la mano que avanza sin coartadas 
por un ritmo sabido? Las pisadas
del pasado animal son aún recientes
—en términos astrales— y elocuentes
banderas de una especie. Derrotadas
en el polvo se ven las anheladas
quimeras de un caudal de muchas fuentes
que ya no manan más. Cauces exhaustos
como venas desiertas de la vida
surcan el territorio todo entero.
Es el paisaje de mi alma. Infaustos
son los días negados. La salida
ya la vemos ahí. Usted primero.

*A sus rijosos canónigos se refiere la famosa cantiga del Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz:
«Allá por Talavera, aprincipios de abril, / llegadas son las cartas de Arzobispo don Gil...»

Adiós al último clásico

Rafael Sanchez Ferlosio
Rafael Sánchez Ferlosio, fotografiado en 2002 por RAÚL CANCIO. 
Una muy triste noticia: ha muerto Rafael Sánchez Ferlosio. La cultura española pierde a su (pen)último clásico. La lengua a uno de sus mejores conocedores y tal vez a su más conspicuo usuario. La Prospe, nuestro barrio madrileño, a su vecino más ilustre. Gracias por tantas cosas, don Rafael. Las que ya fueron, las que aún vendrán, leyéndole. Buen viaje.

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Sobre Ferlosio y El Universo, en La Prospe: de una nota de la agencia Efe, a cuya reportera, Laura Ceberio, contesté unas preguntas, a las puertas del bar El Universo. 
(No recuerdo haber mencionado lo del oxígeno, pero supongo que era cierto).