lunes, 31 de diciembre de 2018

Doble acorde

La imagen puede contener: una o varias personas, cielo y exterior
Jaume Plensa: Julia, instalación en la Plaza de Colón, Madrid,
 en el quicio o alféizar entre 2018 y 2919. AJR
(Laberinto para salir del año en curso)
I
El tiempo despacio avanza por el espacio del tiempo.
Al decirlo, se detienen las palabras. Me detengo
para dejar que el espacio pase con su tiempo lento
de espacio que no se mide con relojes ni con metros,
sino con voces y líneas: estas que van recorriendo
los ojos con que las miras y el tiempo en que yo las veo
vibrar y abrirse cual flores congeladas. No hay misterio
mayor que este doble acorde que nos concierta a lo lejos:
tú en tu incógnito pronombre, creador de lo que sueño,
yo en mi soñado presente en fuga de espacio y tiempo.

II
Pero existe un tiempo verde recién nacido en mi cuerpo
que avanza en un laberinto cercado por los espejos
de las miradas ausentes y cifrado en el secreto
de lo que el tiempo no alcanza ni hay espacio para verlo
más despacio, a la manera en que Dios, si fuera cierto,
vería lo que es pasado, también lo que se está haciendo,
en el instante preciso de hacerse y en el momento
en que deja de crearse la ilusión de lo que vemos
bajo la apariencia cierta que es, a nuestro entendimiento,
la verdad de lo que pasa en la leyenda del tiempo.

(Metáforas y otras fuentes)

Polo margariteño



Música para salir del año. Por ejemplo, y más que oportuno, este Polo margariteño que me manda Amancio Prada, recordando además al irrepetible Chicho Sánchez Ferlosio. «El cantar tiene sentido, entendimiento y razón». Y tanto. Gracias, Amancio.

Millán y Trece

Millan Salcedo
Millán Salcedo o el asombroro del futuro. Foto de  Javier Muñoz Tallón para ICON.
(Lecturas en voz alta). Seguro que muchos de mis coetáneos recuerdan aquellos años, hace un par de décadas, en que una de las grandes atracciones de la Navidad era el especial de fin de año de Martes y Trece, con su humor paródico e ingenioso, cuya frescura punzante e inteligente resultaría inviable en estos días pacatos. En esta entrevista, ilustrada con algunos vídeos muy recomendables, Millán Salcedo reflexiona sobre el paso el tiempo y, de paso, se fija en algunas cosas dignas de «refelexión, oche».

La ñ de sueÑo

Jan Vermeer: El geógrafo, 1669. Städel Museum, Frankfurt.
Y así solía sorprenderle el día: sin sueño y sin nada a cambio.
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domingo, 30 de diciembre de 2018

La n de nada

No hay texto alternativo automático disponible.
Max Ernst: Rien ne va plus, 1973. © Artists Rights Society (ARS), New York.
Entonces entendió que aquella excepcional tarea que nadie le había impuesto —salvo el destino— ni nada le reportaba a cambio —salvo, si acaso, la consciencia— era el precio que debía pagar si quería tener algún día su vida en sus manos.
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sábado, 29 de diciembre de 2018

La m de misericordia

La imagen puede contener: una persona
Maria Bashkirtseff: El paraguas, 1883. Museo Estatal Ruso, San Petersburgo.
Cuando abría aquel paraguas gigantesco que le habían regalado en un banco de piedra de su infancia, enseguida acudían a refugiarse bajo él los hambrientos, los sedientos, los peregrinos, los enfermos, los cautivos, los ignaros, los confusos, los necesitados, los errados, los ofensores, los tristes, los zafios, los vivos, los desnudos y los muertos.
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viernes, 28 de diciembre de 2018

Sin palabras

La imagen puede contener: una o varias personas
No-selfisombra franciscano con oros invernales. ©️ AJR, 2018.
                                                                                  «Aboli bibelot...»,  
                                                                                                        Stéphane Mallarmé
¿Cómo hacer un noesto sin palabras?
Tómese tesitura que resuene
con su tic-tac puntual y, aunque nos llene
de zozobra el zigzag, por la macabra
silueta de un trasluz de abracadabra
crúcese la pantalla en un va y viene
tobogán sonoroso (es lo que tiene
dar sin dar). Y después, como una cabra
—de Gloria mismamente, ¡ya tú sabes!—,
y bajo el eso azul que no te digo,
alza la que, sincero, estás pensando.
Verás que acá, zagal, todo está en clave,
abierto a cal y canto y sin postigos,
y tú bien que me entiendes... ya encallando.
(Y aquí va, de propina, el estrambote
que llevas en la espalda: un monigote.
Y un colofón que suena impertinente
y es ya un clamor: ¡inocente, inocente!).