Jorge Luis Borges paseando por un cementerio. Foto ©️ Pedro Luis Raota. |
Borges se arregla para recibir en su casa a una periodista brasileña, en 1980. Foto (fragmento) ©️Sara Facio. |
Y, asintiendo, de inmediato me surge: «Y, tal vez, y sobre todo, más libres. La cultura, no sólo libresca pero muy a menudo en forma de libro abierto, es ante todo el minucioso cultivo de lo poco que en verdad necesitamos: un aprendizaje del desasimiento».
(Hablarle a Borges, 35). Dicen que en una de sus conferencias Borges dijo: «¿Qué significa llegar al nirvana? Simplemente, que nuestros actos ya no arrojan sombras».
Y así, a bote pronto, que diría (si pudiera) Maradona, ese compatriota, se me ocurre: «Ejem, ejem, maestro. Llegados al nirvana, lo más probable es que, no sólo nuestros actos, tampoco nuestros cuerpos arrojen sombra... en las sombras».
(Hablarle a Borges, 36). Dicen que Borges dijo (y es una de sus citas más recurrentes): «La filosofía y la teología son, lo sospecho, dos especies de la literatura fantástica».
Y al releerlo se me ocurre responder: «Claro, maestro, es una perspectiva muy brillante, luminosa. Pero también caben en ella, sospecho, las viceversas: la literatura es una forma, tal vez privilegiada, de amar la sabiduría y hasta de buscar el encuentro con Dios y sus oquedades por otros medios».