jueves, 24 de mayo de 2018

Babel (y 13)

La imagen puede contener: 4 personas
Fernand Léger: Los constructores, 1950. 
Musée National Fernand Léger, Biot Francia.
Etemenanki

Cuando los matices comenzaron a perderse en la confusión de lenguas y con la imposibilidad de las traducciones, el mundo dejó de ser nombrable y, en puridad, las personas comenzaron a no tener ninguna posibilidad de comprobar si sabían de qué hablaban. Y hasta hoy.

...

miércoles, 23 de mayo de 2018

Roth se vuelve espectro

Roth posa con la ciudad de Nueva York de fondo.
Philip Roth, con Nueva York al fondo. Foto tomada de aquí.
Ahora que al novelista Philip Roth acaba de aparecérsele, de forma acaso definitiva, el espectro, es inevitable recordar que tal vez sea el penúltimo novelista al que he leído con la vieja pasión del «lector de novelas» que alguna vez fui. Recuerdo bien el deslumbramiento que me produjo su Visita al maestro, aquella novela de aprendizaje (bildungsroman es el término exacto) que, en cierto modo, me sirvió para rescatar sensaciones parecidas y puestas al día de lo que había sentido leyendo a Herman Hesse o incluso al primer Musil. Nathan Zuckermann, el álter ego literario del autor, comparecía allí por primera vez y logró interesarme y enredarme en sus ocupaciones y proyectos como si fuera una parte de mí mismo.  

Tras algún interregno borroso, otro aldabonazo fue La mancha humana, a la que llegué encandilado por la interpretación de Anthony Hopkins en la película homónima. Esta obra, que hoy bien puede considerarse una «crónica del ominoso futuro», me despertó el interés por la producción última del escritor, con su marcada preferencia por la peripecia erótica, entreverada con los contratiempos de la enfermedad y la decadencia corporal. Seguí este verdadero elogio del deseo, envidiable en muchos sentidos, también algo cargante en otros, a través de títulos como El animal moribundo, Elegía o Sale el espectro, la última obra de Roth que recuerdo haber leído completa, tras un intento fallido con Némesis (tal vez, como homenaje, retome esta última ahora..., si no interfieren las lecturas de lecturas de otros lectores más fieles y atentos, como Juan Gracia Armendáriz, uno de los más notables Rothistas confesos que conozco: curiosamente su Diario del hombre pálido, cuyas entregas llegaban puntualmente a mi ordenador los viernes, no sé bien por qué está asociado a la narrativa del autor estadounidense). 

Para resumir mi «experiencia Roth», muy limitada pero significativa en mi memoria de lector, he de destacar su maestría para novelar como el que escribe memorias, mezclando con pasmosa habilidad datos biográficos, lecturas, conjeturas y deseos, hasta dar con una variante personal y reconocible de esa forma imaginaria de contar la vida real que tal vez sea el torreón desde el que la novela moderna, como género siempre en peligro de extinción, pero finalmente resistente, sigue presente entre nosotros y sobrevive como algo más que un mero entretenimiento. Más o menos. 

Y luego están los otros Roth y los grandes equívocos sin importancia.

Marquesina

La imagen puede contener: exterior
Claude Monet: La Gare Saint Lazare, 1877. Musée d’Orsay, París.
Por las raíles de la noche siempre llego a la Estación Termini. A veces ya no queda nadie. Ni siquiera es seguro que haya un reloj.
...

martes, 22 de mayo de 2018

Babel (12)

La imagen puede contener: exterior
Adobes
El guajín que laboraba con la bosta seca en los muladares de las canterías ya no recordaba cómo se decía Babel en bable. Y, preocupado, se rascaba la cachola.
...

lunes, 21 de mayo de 2018

Testigos (iv)

La imagen puede contener: una persona, primer plano
Rembrandt (atribuida): Retrato de un joven caballero, h. 1634. Colección Privada.
Vivió muy tranquilo durante los últimos trescientos ochenta y cuatro años, más o menos, hasta que alguien decidió que había llegado su hora. Desde entonces, el joven caballero del retrato no sabe dónde fijar la mirada.
...

domingo, 20 de mayo de 2018

El resto nocturno


Rubens: Psyché y el amor dormido, 1636. Museo Bonnat-Helleu, Bayona.
Cuando ella viene a mis sueños sé que en el resto del día no faltará la música.
...

sábado, 19 de mayo de 2018

Reencuentro

Velázquez: Comida de pícaros, 1617. Museo Nacional de Bellas Artes, Budapest.
Había pasado el tiempo y allí estaban sus huellas, visibles e invisibles. Pero las palabras fluían por sus viejos cauces y las miradas, aunque algo más serias y perplejas, todavía encontraban caminos para las risas cómplices.
...