Viendo cómo se viene la primavera.
Parque de La Presilla, bajo un arco del Puente Viejo.
En Eburia.
Ilustración de Paco Carrión. |
«En el cerebro hay dos estructuras que procesan las señales que recibimos del mundo: las redes neuroaxonales del macro-nivel, y la jerarquía de redes subneuronales del nivel cuántico. Por tanto, tenemos a nuestra disposición dos formas de experimentar el mundo circundante y no solo una: el modo que Luna y Frecska denominan "perceptivo-cognitivo-simbólico", y el modo "directo intuitivo-no local". El primero procesa señales que se originan en la dimensión manifiesta, y el segundo procesa señales que se originan en la dimensión A. La dimensión A también in-forma nuestro cerebro. Esta in-formación representa un efecto adicional del resto del mundo, hasta ahora ampliamente ignorado, en nuestro cerebro y nuestro cuerpo.
»La dimensión A nos in-forma a través de la interacción no local con la estructura subneural de nuestro cerebro. Estas interacciones se dan en la forma de interferencias de ondas escalares originadas en la dimensión A con ondas cuánticas producidas por el cerebro. Cuando las ondas de interferencia entran en resonancia, la conjugación de los patrones de onda transfiere información entre el holocampo escalar y la dimensión A de nuestro cerebro. Esta información es no local: podría haberse originado en cualquier lugar del universo, en cualquier momento. Se procesa en matrices de nivel cuántico en nuestro cerebro, sin pasar por los sentidos.
»La información transmitida por los sentidos da lugar a la visión, los sonidos, texturas, [sabores] y olores que dominan nuestra conciencia cotidiana, y la información basada en la resonancia cuántica transmite efectos sutiles como presentimientos, imágenes, corazonadas e intuiciones, que no siempre alcanzan nuestra dimensión consciente».
Arturo Michelena: Escenas del circo, 1891. Galería Nacional de Arte, Caracas. |
«Selfisombra in the corner»©️AJR, 2018. |
Abel Grimmer: La Tour de Babel, 1604. |