Foto de Raquel Moraleja. Tomada de aquí. |
(Lecturas en voz alta, 🕵🏼♂️67). Fue este artículo de Manuel Jabois el que, por las mismas fechas de su publicación, me descubrió el ahora ya famoso libro de Nacho Carretero, secuestrado por motivos cuando menos discutibles, aunque puede que plenamente justificados en términos jurídicos. Sin dejar de decir que me parece lamentable lo que esa medida sin duda tiene de atentado objetivo contra la libertad de expresión, tampoco ocultaré que, en el fondo, va a ser «providencial» para la difusión del libro y, de paso, también para la serie de televisión en él basada, cuyos espléndidos primeros capítulos se han emitido ya con una muy buena audiencia. Fariña, que leí de forma casi compulsiva en dos sentadas, y luego regalé a un muy buen amigo concernido —geográficamente, sobre todo— por el tema, es un reportaje-ensayo en verdad apasionante, extraordinariamente bien enfocado, brillantemente resuelto, y no carente de un valor literario que me parece entra de lleno en las más destacada virtudes de aquel viejo «nuevo periodismo» (Tom Wolfe et alii) que tan en boga estuvo hacia los años setenta, y que, sin llegar a imponerse en sus principios teóricos, sí puede ser identificado como una de las líneas maestras del periodismo en los últimos decenios.
Ahora, en una tan brillante como hermosa iniciativa, los libreros madrileños han puesto a disposición de los lectores una herramienta que permite leer la obra secuestrada extrayendo las palabras que la componen de las entrañas mismas del «Quijote», es decir de su “Mancha” textual. Nada más cercano al espíritu del ingenioso hidalgo que, si ayer se removía en su gloria ante el temblor de los molinos de Consuegra, hoy toma de nuevo sus armas y sale al campo libre del tiempo que no se acaba (el suyo) dispuesto a “desfacer un tuerto”, que le compete. Pues no en vano... «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida...» (2ª, LVIII).