sábado, 3 de febrero de 2018

Autobiografía (d)

La imagen puede contener: una o varias personas y personas sentadas
Antonio López Torres: Jugando a las bolas, 1946. Museo ALT, Tomelloso.
(No sé si los colores de la reproducción son los correctos).
En aquel tiempo, Julito aún no participaba en el juego, pero se fijaba mucho.
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viernes, 2 de febrero de 2018

Tránsito

La imagen puede contener: una persona
El Greco: La visión de San Juan, 1608-1614. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
Soñó que se moría y al pie del horno estaban sus cinco novias y su sola amante.
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jueves, 1 de febrero de 2018

Liaisons...

Claude Lanzmann frente a Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, París años sesenta.
ARCHIVO BETTMANN
(Lecturas en voz alta, 📖49). Como desconocía o había olvidado la relación entre Claude Lanzmann y Simone de Beauvoir, la noticia de la posible publicación de la correspondencia amorosa entre ambos (de ella a él) me ha pillado por completo de sorpresa. Y al tiempo que ha conectado referencias en mi cerebro (¿es así como se rejuvenecen las neuronas a partir de cierta edad?), también ha excitado al ser más cotilla que realmente curioso que, en mayor o menor grado, todos llevamos dentro, y al que, quienes tenemos tendencias algo fetichistas y sobre todo fácilmente mitificadoras, solemos rendir culto sin miedo, aunque sea bajo la excusa —muy razonable— de nuestro interés por la vida cultural.
La verdad es que suelen ser muy gratificantes estos conocimientos de intimidades de personas a las que admiramos por otros motivos. Y no pocas veces nos proporcionan claves que, sin ser definitivas, sí aportan perspectivas no sólo enriquecedoras para comprender mejor sus creaciones, sino sobre todo para entenderlas de una manera más cercana, con una aproximación que, en el fondo, nos permite disolver, siquiera por una fracción de realidad imaginada, la inmensa distancia que, si bien se mira, siempre se extiende entre dos seres humanos, por muy compenetrados —y hasta interpeneentrados— que se encuentren. El abismo son los otros.
Reportajes como estos, acaso no muy diferentes (salvo por su valor cualitativo) a las chismosas y permanentes tertulias televisivas, invitan a profundizar en ese misterio que siempre es la vida ajena —también la propia— y a calibrar desde una perspectiva, acaso más diáfana y asequible, el alcance y hasta el significado preciso de sus obras de creación.

miércoles, 31 de enero de 2018

Fuga

La imagen puede contener: cielo, árbol, exterior, agua y naturaleza
«Cielo en Eburia» ©️AJR, 2018.

Fuga (imposible más allá) del tiempo
Salir por la tangente no es salirse
del peliagudo círculo vicioso
en que nos sume, con su horror boscoso,
la geometría gris del consumirse.



Es algo más, peor, atroz: es irse
dando más cuenta de que de la fuga
que alguna vez tramamos —la tortuga
frente a Aquiles— no hay forma de evadirse.

Así, no hay más remedio que esforzarse
en sostener la luz que nos alumbra
como si fuera el sol de cada día.

Ya no hay palabras en las que sentarse
a ver pasar la vida y su penumbra
mientras nos quema el tiempo en su porfía.

El pescador (memorial)

Joaquín Sorolla: El pescador, 1904. Col. Particular.
Entre esto y lo otro y lo otro, vivió con la nobleza de la pura vida. 
Bitte biggest!
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Autobiografía (c)

Camellos y paisaje en el desierto del Sáhara, de autor desconocido.
Siempre empieza a escribir en el desierto.

martes, 30 de enero de 2018

Isla abierta*

Edvard Munch: Pikene på broen («Las chicas en el puente»), 1902. Col. Particular.
Durante un tiempo solamente están y esperan.
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[Este texto encierra un pequeño secreto. Es, de hecho, una verdadera “novela de (en) una línea”: está formado por las primeras y últimas palabras de Berta Isla, la última novela (2017) de Javier Marías, cuyo título también está evocado en el que encabeza estas líneas. El juego de “comprimir” una novela de ese modo —alguien podría considerarlo una especie de “cifrado cuántico” de la obra— es una vieja idea de muy sencilla realización y que a menudo da resultados sorprendentes. La emplearé de vez en cuando en esta sección cuya brevedad y concentración, junto con sus diaria exigencia, tal vez excusen y hasta requieran el empleo de determinados “trucos” cuya intención no es, naturalmente, otra que la de “aplazar la muerte”, como hace tiempo nos sugirió Juan Luis Panero. Para identificar esta peculiar procedencia, en los textos correspondientes junto al título aparecerá un asterisco. Dicho queda.]