Serafino Macchiati: Paul Verlaine, Bibi la Purée et Stéphan Mallarmé au café Procope,
1890. Col. privada.
«En este banco están sentados padre e hijo: el padre se llama Juan y el hijo ya lo he dicho». Planteado el acertijo, miraba con picardía a los congregados y volvía a su mecánica costumbre de darle cuerda al reloj.
(Al paso, 21).Canción improvisada de Navidad. El tiempo contado cae sobre el cuaderno en forma de escritura cincelada, no comprensible —o sólo con los ojos de la imaginación—, pero obediente a impulsos que tienen su fuente en búsquedas, acaso inhumanas, sin duda inútiles, y que discurren por la esfera más reservada del silencio íntimo, allí donde solo son visibles los cuerpos de los deseos no identificados, la materia bruta de los sueños, el escombro crujiente del final del día que uno se encuentra intacto, en un rincón del cuarto, con la primera luz del amanecer. De lo que no se puede hablar, decía Witt, hay que callar. La mano exenta, libre, voladiza, sabe arrancarle a la materia gráfica un puñado de minúsculas criaturas que, con sus juegos arabescos y sus giros malabares, son capaces de tatuarle al día preciso de la sexagésima tercia Natividad una senda de oscura mansedumbre. Y hasta el ánima libre del que despierta no duda en echarse a andar por ella. Y que comparezca el astro rey, al eco de un viejo villancico: «De una virgen hermosa / celos tiene el sol / porque vio en sus brazos / otro sol mayor». Feliz Navidad.
(Visiones en voz alta,📷 31). En la cambiante y compleja realidad que están configurando las nuevas herramientas tecnológicas y, sobre todo, el uso que de ellas hacemos, quizás haya llegado ya el momento de tomarnos realmente en serio la situación y cambiar el sentido de algunas preguntas. Deberíamos, por ejemplo, no preguntarnos tanto qué es lo que están haciendo las nuevas tecnologías con nuestro mundo como qué podemos hacer (o dejar de hacer) nosotros con ellas para contribuir a dibujar un mundo mejor.
En este sentido, las reflexiones y toma de conciencia de jóvenes profesionales, que han crecido y se han desarrollado ya dentro de la nueva situación, son un ejemplo muy valioso del camino que se puede seguir no sólo para frenar el evidente deterioro comunicativo que nos va envolviendo, sino para revertir la situación y emplear esas mismas herramientas —cuyo uso es ya inevitable— de forma consciente y, por así decirlo, comprometido con la felicidad común.
Este vídeo que comparto es una buena muestra de por dónde puede ir la búsqueda de esa nueva sensibilidad. En él, Bruno Galán, joven fotógrafo y documentalista cuya ya amplia y significativa trayectoria he tenido el placer de seguir desde sus inicios, nos ofrece una elocuente y eficaz lección de cómo es posible y necesario poner en juego elementos y recursos, acciones y reflexiones, de los que a menudo nos olvidamos en nuestros tratos con las nuevas herramientas. No se pierdan su breve pero sustancial disertación: con su sencillez, claridad y elegancia, es toda una brillante defensa del cada vez menos frecuente sentido común.