sábado, 29 de abril de 2023

Idilios, bombas y serendipias


(En voz alta).
Se juntan en esta página del Babelia de hoy (29.04.23) dos referencias dignas de destacarse. La primera es ese diagnóstico de “un idilio fugaz, pero intenso, entre Corín Tellado y William Burroughs” que el inspirado Max acuña para definir con gran pericia cierto tipo de novela femenina triunfante, y que tal vez podría extenderse a algunos de los inventos narrativos más alabados por la “crítica seria” (signifique lo que signifique…). Y el otro es la reseña que Javier Sampedro hace de la monumental biografía de Robert Oppenhaimer, el padre de la bomba atómica, motejado aquí, sin duda justamente, como el “Prometeo americano”. Como dice Sampedro, la obra es un buen y contundente aperitivo a la película de Nolan que se anuncia para el próximo junio. A la lista de otros posibles padres del invento nuclear del siglo XX cabría añadir, como puso de relieve el otro día el Nobel Sheldon Lee Glashow en su conferencia en la Fundación Ramón Areces, el nombre de Enrico Fermi. En 1934, y por afortunada serendipia, el físico italiano creyó que había encontrado dos nuevos elementos, llamados hesperium* y ausonium*, cuando en realidad tenía en su manos —y en las del jefe Mussolini— el hallazgo de la bomba atómica. Una vez más —y ojalá sea por mucho tiempo—, no hay más remedio que concluir que estamos vivos de milagro.

FULGURACIONES PARA SALIR DE ABRIL

Muñeco ideado, confeccionado cosido
y bordadopor Leonora Carrington.
Tomado de 
masdemx.com

Como caído del cielo —¿de dónde si no?—, en las postrimerías de abril vino a visitarme el Espíritu de la Tinta, tal vez el mismo que hace ya años se manifestara ante mi colega y sin embargo amigo Hari de Veneguera, ahora sumido en lacónica confusión. El Tintado revoloteaba por la casa, en forma de polvillo cabrón, y aquí y allá iba dejando regueros de mensajes subliminales que, no sin grave dificultad y con ayuda de la lupa capitolina, pude reconstruir sobre un pliego de fieltro que heredé de Mestre Elmart, allá en los tiempos duros de Eburia, y que desde entonces guardo por si un interprétame allá estos plomos cuando, como ahora ocurre con cada vez más inopinada indecencia, sobreviene en alguna de sus muchas infaustas suertes el apagón. Lo recolectado esta vez dice así: «Hacerse cargo del darse cuenta, / salir a flote sin salvavidas, / tomar el mando de lo vencido / y, al fin de todo, / como quien cierra tras sí la puerta, / mirar de nuevo al alto cielo / y seguir andando». No es mala retórica, me parece. Me quedo, sobre todo, con el remate. Seguir. ¡Andando!

(LUN, 396)

viernes, 28 de abril de 2023

NOSTRA A LAS PUERTAS DEL METRO

Metro de Alfonso XIII, Madrid.
Este mediodía, al salir con la perra Cleo a dar una paseo antes de comer, me ha dado un vuelco el corazón al descubrir a Nostra al pie de la escalera del metro de Alfonso XIII, muy malamente vestido y —de ahí el susto morrocotudo— en clara actitud de mendigar. A ver, no es que tenga yo nada en contra de una ocupación tan digna como cualquier otra y a la que, tal como a veces se enmarañan las cosas, no hay que descartar por completo como futurible en ningún horizonte vital, salvo en el de algunos mangantes y otros eméritos; pero ver su ejercicio puro y duro en alguien de tanta solera y tanto fundamento como el profeta de la Prospe me ha parecido demasiado p’al body, que se decía antes.
La situación era tan embarazosa, que tentado he estado de hacerme el longuis y escurrir el bulto. Pero como Cleo ha debido de olfatear a quien siempre la trata bien e incluso le da alguna golosina, ha empezado a tirar de la correa en dirección a él y, cuando me he querido dar cuenta, ya estábamos los dos frente a frente.
—¡Halá, colega, tú por acá!
—Hey, Nostra ¡qué sorpresa!
—Ya te veo, parece que te hubieras encontrado a un fantasma.
—Hombre, no esperaba…
—¿Verme así, pordioseando?
—Podías haberme avisado…
Nostra ha guardado sus artilugios de pedir, me ha cogido del brazo y, tirando de mí y yo de Cleo, hemos ido los tres hacia una esquina. Allí me ha hablado en plan confidencial.
—Esto no es lo que te estás pensando, zanguango.
—¡Ah, no?
—En realidad, estoy trabajando. Hago un reportaje para el periódico del barrio.
—Ah, ¿y eso?
—La pobreza por dentro, a ver cómo se vive, cómo reacciona la gente…
—Un experimento, cómo si dijéramos.
—Algo así, vivencias en primera persona.
—¡Nuevo periodismo, ya te digo!
—Bueno, algo de eso hay. Y de la blanca memoria de Tom Wolfe…
No sé si he contado aquí ya que Nostra, antes de trabajar en la Editora Nacional, o quizás en la misma época, hizo estudios o al menos frecuentó la escuela de Periodismo, y de entonces conserva algunas querencias de las que no es fácil oírle hablar, aunque no pierdo la esperanza de que algún día se suelte el pelo. Seguro que tiene en el zurrón experiencias memorables.
—Bueno, majete, os voy a tener que dejar. Que se me hace tarde. Y hoy, además, estoy de luto.
—¿Y eso?
—Es que se ha vuelto a morir Belerofontes y anda por ahí Pegaso hecho un mar de lágrimas.
Salidas de Nostra. No me extraña que en el barrio lo tomen por loco.
(LUN, 397 ~ «La cosas de Nostra»)

jueves, 27 de abril de 2023

UN ‘PROBE’ DE PEDIR

Ilustraciòn de Javier Serrano.

Tía Camila do Naranco (Dios la tenga en su Gloria) sería por sí sola una buena novela si alguien de los muchos que la conocimos fuéramos capaces de poner, negro sobre blanco, o incluso en gris sobre vidrio, solo unas pocas y bien seleccionadas de sus quisicosas, peripecias, facecias, apariciones, iluminaciones, ringorrangos, advertencias, consejas, admoniciones, ditirambos, trasuntos, untos, novelerías, amasijos, barrabasadas, apañadijos, cuélebres, parsimonias, chuflas, trastibillos, volantines, morteros, carillones, alumbres, candelerías, fuciñeiros, rabisacos, trocolotroes, arpegios, asubiados y, en fin, y a lo menos, algún melindroso y resabidillo cuento de nunca acabar que tan bien sabía contarnos a los rapaces de entonces, cuando la rodeábamos en la terraza de Cimadevilla y estábamos pendientes de su boca, mientras ella iniciaba la cantinela:

—Pues érase una vez un probe de pedir…
(LUN, 398 ~ «Los figurantes de Javier Serrano», XIV)

miércoles, 26 de abril de 2023

2 DADOS 2

Anónimo (no identificado): Touched flower boat. Tomado de Kare.


Habrá que volver a escribirlo todo.
Que escribirlo volver a todo habrá.
Volver a que habrá todo escribirlo.
A volver que habrá todo escribirlo.
Escribirlo habrá que a todo volver.
Todo a volver habrá que escribirlo.

No importa siempre ha sido así.
Importa así no siempre ha sido.
Siempre ha sido no así importa.
Ha sido siempre importa así no.
Sido así ha no importa siempre.
Así siempre ha sido importa no.

(LUN, 399 ~ «Amo idioma, dados»)

martes, 25 de abril de 2023

(SIN SOLUCIÓN DE CONTINUIDAD)

Al hilo de unos haiku escitos por Borges tras un viaje a Japón 

….
(4)
Borro la línea
al escribir si escribo
borro la línea.

(5)
No matarás.
La ley resuena dentro
de este revólver.

(6)
Aplazamientos
hasta que ya no quepan,
ni tú en tu sombra.

(7)
Arde la tarde
contra sí misma: tumba
para un rey loco.

( 8 )
Bajo las ruedas
del día acelerado
huellas de nieve.

(9)
En esa risa
cabe toda la fruta
del paraíso.

(10)
Suena una flauta:
el perro mira inquieto
buscando al asno.

(11)
Pon de tu parte
el vuelo que deseas
y alza los ojos.

(12)
Cuando se oculta
la Luna tras los montes
la noche tiembla.

(13)
Tiembla y se hunde
como plomo en el agua:
grave edad cero.

(14)
Largo viaje
el del ala que avanza
sin cesar nunca.

(15)
Una limosna
por el amor de dos
es un tesoro.
(LUN, 400)



Luces de Bohemia: una lectura inolvidable


 
(Al filo de los días). Que el teatro de Valle-Inclán, y de forma muy destacada «Luces de bohemia», sigue manteniendo todo su poder revelador y fascinante volvió a evidenciarse en la tarde-noche del lunes (24 abril) en el Ateneo de Madrid, la docta, bicentenaria y muy activa institución tan unida al escritor gallego, pues no en vano fue su presidente en 1932. Con un salón de actos abarrotado, la lectura dramatizada de la obra que muchos juzgamos como el mayor logro de nuestro teatro contemporáneo —en pocas opiniones literarias e incluso artísticas hay tanto consenso— bien puede considerarse ya una de sus representaciones memorables, tanto por la calidad del elenco organizado y dirigido por Miguel Rellán como principalmente por lo eficaz y vigoroso de una propuesta de lectura que puso en primer plano, aún más que otras funciones digamos “usuales”, el verdadero nervio de la pieza: la grandeza artística de su lenguaje, su prodigiosa escritura.

Es sabido que la obra maestra de Valle conjuga diversos registros retóricos, desde lo alambicado y ampuloso hasta la brillante retranca de lo popular, y que, en una especie de asedio poético maravilloso y magistral, recala en espacios muy íntimos y complejos de expresividad, lo que hace que, además de una muy lúcida radiografía (o reflejo especular) de algunos de los problemas intemporales de España, la pieza sea también un retrato íntimo, preciso, compasivo, de la condición humana sometida al peso implacable de la injusticia y el inevitable desengaño. Valle-Inclán supo retratar en “Luces de Bohemia”, y con enorme maestría, el interminable juego de las apetencias sociales, el oprobio de la injusticia y el descarnado combate que la lucha por la vida y la dignidad suscita en unos personajes que, antes que símbolo de nada, son seres humanos de una pieza y a la vez singulares creaciones verbales que evidencian cómo el arte de la palabra es capaz de poner en pie un universo autónomo donde, como por añadidura, se ventilan algunos de los problemas intemporales de la conciencia humana enfrentada al inaplazable deseo de comprender su condición. Y todo ello en medio de una realidad sórdida o, por decirlo con la triada clásica, “en un Madrid absurdo, brillante y hambriento”.
El trabajo de lectura intensa, con mínima pero esencial apoyatura escenográfica, fue posible gracias al esfuerzo de un reparto estelar encabezado por Lluís Homar (Max Estrella) y Manolo Solo (Don Latino), con Carlos Bardem como lector de acotaciones, y con una treintena larga de actrices (Beatriz Carvajal, Luisa Martín, María Garraló… ) y actores (Javier Gutiérrez, Antonio Gil, Pepe Viyuela, Pepón Nieto, Miguel A. Muñoz…) que rayaron a gran altura y convirtieron la tarde abrileña en una ocasión inolvidable: un verdadero hito en los ritos valleinclanianos. Sobresaliente fue la aportación musical del trío Arbós (piano, violín y violonchelo), con una selección de fragmentos de zarzuelas y otras obras del todo acordes con los diversos momentos dramáticos e interpretados de forma nítida y magistral.
En resumen, todo un disfrute, que debo agradecer a la generosidad de Concha D'Olhaberriague, conocedora y amante de nuestros clásicos y ateneísta destacada. Pudimos felicitar al final a Miguel Rellán y por él nos enteramos de que, si bien la ocasión será irrepetible, sí se podrá acceder en algún momento a su grabación. Habrá que buscarla.