Una de las calas de la Punta del Papagayo, en la isla de Lanzarote. Foto: LocalSeo. |
—Me pillas en pleno pensamiento circunstancial, orteguiano por más señas —me respondió, antes de levantarse y desbaratar con ello su escultura.
No deja de ser curioso que de uno de los lugares más diferentes que he visitado en mi vida se me imponga como primer recuerdo espontáneo esta escena que, a medida que la voy describiendo, ha logrado que se me dibuje una gran sonrisa acompañada de una franca añoranza, nada pegajosa, no sé si por los días alegres del pasado, que sé que no van a volver, o más bien por el pasado de los días turbios del presente, cuya naturaleza me parece a veces tan otra que incluso encuentro difícil verle la continuidad. Será, me digo, el efecto Papagayo. En diferido, pero incontenible.
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