Ahora que se reinicia el curso político, y habida cuenta del mucho jaleo que se traen entre unos y otros sobre la acogida o el rechazo de emigrantes, quizás no fuera mala idea dedicar una sesión del Congreso a la proyección de la película Yo capitán, muy ilustrativa de las trágicas condiciones en que se producen esos viajes y los oscuros negocio de evidentes tintes esclavistas que hay a su alrededor. Ese es el verdadero problema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario