Octubre, que se va tan a destiempo,
tan sin saberse otoño ya vencido,
se lleva de la mano a un buen amigo:
Pancho Valiente, un alma en ser de perro.
Fueron plenos sus días y fue pleno
el afecto a su lado, siempre vivo,
siempre dispuesto a festejar contigo
o a soportar la espera con sosiego.
Pancho llegó al final entre el cariño
de la manada que creó en su entorno
y nos dejó el ejemplo de sus días.
Cuánta viveza en forma de ladrido.
Cuánta ternura en su animal de fondo.
Cuánto echamos de menos su alegre compañía.
Pancho murió el pasado 10 de octubre, tras unos días muy difíciles a causa de un progresivo pero veloz deterioro de su salud. Le faltaban poco más de cuatro meses para cumplir 16 años, así que la suya se puede considerar una vida cumplida. Ha sido una suerte compartirla con él. Y aunque ya le estamos echando de menos, nos ha dejado tantas vivencias agradables, que estoy seguro de que su recuerdo no tardará en ser uno de los motivos más gratificantes de complicidad familiar.