sábado, 14 de mayo de 2016

Lluvia nocturna*



Qué sorpresa, palabra, tu sencillez al vuelo,
el ala que de pronto golpea en el cristal
y pone en guardia a todas las vírgenes prudentes
con nada más que el leve chispazo de un candil.
Porque en la lejanía de los libros usados
y en sus oscuros nombres llenos de laberintos
hay un sueño ligero que la noche me trae
para unir el goteo de su voz a mi voz.
Queda del día un rastro de ceniza oloroso
y muecas sibilinas de torvos personajes
y está la idolatría de los pueblos sin sangre
y los enigmas acres que arrastra el huracán.
Y son señales todas de un cielo asaeteado
por los revoloteos de murciélagos drones
que astillan las pantallas de los cubiles tristes
como una extraña forma de ponerse a llover.

Imagen de autoría desconocida. Tomada de aquí.


* Superados los efectos del Viernes 13 y su poder corrosivo, aquí está la versión restaurada del poema. Disculpen el desconcierto, si lo hubo. Y gracias, como siempre, por la atención.

3 comentarios:

Antonio del Camino dijo...

Qué delicia de poema, Alfredo. Qué cadencia de alejandrinos y qué atmósfera la que se recrea verso a verso hasta esa lluvia final que todo lo encierra. Sólo hay una algo que me ha sonado "un pelín menos bien", y no porque no tenga su música, sino porque su rima interna, en un poema en verso blanco, me ha desconcertado: ese ... un poso de ceniza oloroso. Nada grave, por supuesto.

Un abrazo.

Alfredo J Ramos dijo...

¿Cómo no hacerte caso, Antonio, después de tan generosa lectura? Además tienes razón y das en el clavo de un cambio erróneo en el trasiego que vivió el poema bajo las bromas del Viernes 13. Así que restauró la versión primitiva confiando en que el resultado logre estar a la altura de tu entusiasmo. Y que te agradezco en lo que sé que vale. Un abrazo.

Antonio del Camino dijo...

A mi juicio, mucho mejor. (Guiño cómplice).

Nuevo abrazo.