Bendita dispersión, cuánta alegría
siembras en el alfiz de la mañana:
miles de puertas sobre el día abiertas
y un vendaval de olores en el aire.
Si no fuera la nube que se cierne
con su sombra de duda sobre el campo...
Si no fuera la noche, que es inmensa
y puede devorar el día entero.
Grávida de mil vidas, esta vida
tan delicada, tan fugaz, tan poca
cosa que apenas da tiempo a decirla,
es cuanto tengo: mi único tesoro,
la barca que se inventa su derrota,
el sinsentido que todo lo explica.
Bendita dispersión: el viento pudo
llevar contigo la semilla al mar.
(Este poema es el envés de este otro publicado hace unos días).
Ilustración:
Mandala esotérico, con sus 14 círculos
girando en torno a un universo interior.
Tomado de aquí.
Mandala esotérico, con sus 14 círculos
girando en torno a un universo interior.
Tomado de aquí.
4 comentarios:
la noche, Alfredo, siempre la noche como único tesoro de lo íntimo. como reducto de las decisiones.
Buen tiempo ta ti.
Gracias, Paco. La noche, como bien dices, un territorio en el que siempre hay rincones dignos de ser explorados. Un abrazo.
Bifurquémonos, Alfredo, si con ello entramos en territorios tan esclarecedores, donde la noche también es luz. Engarzado al texto que apuntas, completa círculos.
Un abrazo,
Gracias, Antonio. Cada palabra es una puerta. Muchas, además, se abren en más de un sentido (verbigracia, "noche"). Así que el juego de las bifurcaciones es inevitable. Otro abrazo.
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