La luz que rasga el borde de los cuerpos
con su filo movido por un ángel
es la misma que cela, en el crucero,
el hálito verdoso de la piedra.
La catedral navega. Ha comenzado
el órgano a extraer de cada sombra
su secreta armonía, los acordes
del sueño de la vida y de la muerte.
Un pueblo de maestros artesanos
levantó con paciencia y servidumbre
estas naves que hoy van a la deriva.
La música en mi cuerpo se transforma,
sobre el aire filtrado por los vanos,
en el mudo estertor de una plegaria.
(Pulsos de luz)
4 comentarios:
Bellísimo soneto, Alfredo; la catedral, como barco, me ha recordado aquella canción de Pablo Guerrero: la catedral es un barco que navega despacio.... ¿Santiago?
Un abrazo.
Gracias, Antonio. Es un soneto de aquellos «Pulsos de luz» que tal vez un día cuelgue completos en la red, para que no desfallezcan del todo (ja, ja). Me acordé de él --y, en concreto, de alguna de sus imágenes-- al ver el estupendo vídeo de la catedral de Cuenca que he colgado arriba.
En cuanto al posible escenario del poema (es curiosa la sensación de déjà vue que me provoca tu pregunta... -y podría explayarme), me parece que no hay ninguna referencia concreta. De hecho, es probable que, más que una catedral, lo que pueda estar presente al fondo sea la basílica del Escorial, que es donde más veces he comprobado cómo el sonido de un órgano (bueno, allí son tres) puede hacer navegar un "barco de piedra". Es una imagen que me resulta familiar. No recuerdo esa canción de Pablo Guerrero, aunque sonarme, me suena. En un momento la busco.
¿Se fue el "trancazo"? Espero que sí. Un abrazo.
¿Hay algo que no sepa Internet? ¡Benditas herramientas! Qué útiles son (y cuánto marean). En menos de un minuto, a partir de tu cita exacta, he podido encontrar la canción de Pablo Guerrero, «Ecos de sociedad» es su título, y su reproducción, extraída nada menos que de una actuación en el Olimpia de París. Aquí la referencia (supongo que hay más): https://www.youtube.com/watch?v=8wuzoOieE5U
Lo dicho: lo que Internet no sepa...
Gracias otra vez y más abrazos.
Así es, Alfredo. Es una canción que he cantado muchas veces con la guitarra; sobre todo, cuando andaba por tierras galveñas. Y sí, aparece en el disco en el Olimpia de Paris. ¡Qué tiempos!
El trancazo, aunque más leve, no acaba de irse. Será que lo trato bien y le gusta acompañarme.
Abrazos de nuevo.
Publicar un comentario