¡Qué cosa más terrible! Cuesta trabajo entender que, aunque no queramos, estamos metidos en una guerra que es imposible ganar, porque no es fácil conocer a priori quién es ese enemigo que vive entre nosotros. Ayer las víctimas fueron trabajadores in itinere, después cooperantes, hoy periodistas satíricos (qué peligrosa, la risa): todos infieles. Supongo que hasta que el Islam salga del Medioevo y llegue a su Renacimiento nos va a costar mucha sangre; esperemos que no tarden tanto como nosotros. Qué estafa, las religiones.
Así es, Navajo, una guerra en toda regla, aunque carezca de ellas (reglas) de forma explícita. Y en cuanto a lo de la estafa, creo (heim!) que sus actores son más bien las iglesias, los credos excluyentes, los fanatismos. Que gentes hay religiosas (y en muy diversos cultos, no todos sagrados) que viven de forma admirable y, por asi decirlo, sin meterle continuamente el dedo en el ojo al otro distinto. El caso es que, como venía a decir el nuevo director de Charlie Hedbo, y siendo conscientes de la gravedad del momento, la puritita verdad es que, entre unas cosas y otras, estamos muertos... de risa.
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¡Qué cosa más terrible! Cuesta trabajo entender que, aunque no queramos, estamos metidos en una guerra que es imposible ganar, porque no es fácil conocer a priori quién es ese enemigo que vive entre nosotros. Ayer las víctimas fueron trabajadores in itinere, después cooperantes, hoy periodistas satíricos (qué peligrosa, la risa): todos infieles. Supongo que hasta que el Islam salga del Medioevo y llegue a su Renacimiento nos va a costar mucha sangre; esperemos que no tarden tanto como nosotros. Qué estafa, las religiones.
Así es, Navajo, una guerra en toda regla, aunque carezca de ellas (reglas) de forma explícita. Y en cuanto a lo de la estafa, creo (heim!) que sus actores son más bien las iglesias, los credos excluyentes, los fanatismos. Que gentes hay religiosas (y en muy diversos cultos, no todos sagrados) que viven de forma admirable y, por asi decirlo, sin meterle continuamente el dedo en el ojo al otro distinto. El caso es que, como venía a decir el nuevo director de Charlie Hedbo, y siendo conscientes de la gravedad del momento, la puritita verdad es que, entre unas cosas y otras, estamos muertos... de risa.
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