A escasos tres días de la toma pacífica y puede que estruendosa de las calles de Madrid por la fuerza de Podemos, sorprende comprobar la reluciente y afilada navajería que sale a relucir en los cuerpo a cuerpo. Junto a ella, no es menos intensa la sensación de déjà-vue que nos invade a los que tenemos algunos años y un poco de memoria. Es como si el implacable «retorno de lo mismo», que dijera Nietzsche, volviera a confirmarse como uno de los más lúcidos diagnósticos sobre la verdadera condición de la realidad, al menos en su encarnación como historia. Habría mucho que matizar, sin duda.
Pero como la urgencia, en su condición de reverso de lo efímero, es el signo palpitante del tiempo que nos roe, no podemos dejar de subrayar, al menos como síntoma, el impresionante asalto publicitario que el Grupo Santander ha llevado a cabo sobre las principales cabeceras en papel de la prensa nacional (menos «La Vanguardia», ojo al dato). Resultaba sorprendente comprobar esta mañana en el kiosco cómo las ediciones de cuatro grandes diarios de información general venían envueltas en una costosa sábana impresa que, bajo la simulación de las respectivas manchetas de cada medio, lanzaba un idéntico mensaje de optimismo y de reconocimiento a una denominada «generación encontrada». Y lo hacía (lo hace) con palabras precisas dirigidas a «una generación con el poder de querer hacer». Una apelación en la que, bajo la excusa real del lanzamiento de una campaña de becas para universitarios en empresas, es muy difícil no ver un franco y hasta descarado peloteo a favor de los vientos de cambio de los que Podemos es, sin duda, el heraldo mayor.
Y no deja de ser sintomático, también, que en la prometedora serie que, en El País, hoy mismo inicia John Carlin sobre el partido que encabezan Iglesias y Monedero, haya algo más que un guiño de respeto a la nueva dirección del barco de la familia Botín; en concreto, el que pronuncia Jesús Montero, dirigente de Podemos en Madrid:
Uno tiene la impresión de que, en las bodegas de la realidad (siguiendo con la metáfora marinera), se están fraguando algunas alianzas que podrían pensarse contra natura si no fueran, como ha ocurrido otras muchas veces, una manifestación clara de un viejo pragmatismo. Lo que podríamos considerar un instinto práctico y posibilista que tal vez no sea más que el reflejo, en el terreno de la política, de la adaptación al medio que todas las especies vivas exhiben en su lucha por la supervivencia. Así, lo que pudiera parecer contradictorio en términos políticos o sociales, se comprende bastante bien desde una perspectiva, digamos, ecológica. Otros lo hicieron antes. Y parece que algunos están deseando repetirlo mañana.“No todos los empresarios son iguales”, afirma. “Hay dos culturas empresariales. Una es casta, la otra quiere contribuir al bienestar social, como la familia Botín en el Banco Santander”. ¿Habla en serio? “¡Sí! Yo estoy convencido de que hay empresarios de buena voluntad. Hay sectores del capitalismo emprendedor que saben que necesitan un país con menos desigualdad social, que entienden que así expanden su mercado. Seguro que Ana Botín [presidenta del Banco Santander] se vería con Pablo Iglesias y hablarían de estas cosas”.
4 comentarios:
Creo que el socialismo empezó a morir con Mitterrand, con Bettino Craxi y Felipe González, con Tony Blair y Gordon Brown, con Gerhard Schröder en Alemania. Ahora, Papandreu en Grecia y todo el PSOE en España parece que lo están enterrando definitivamente. El viejo socialismo del XIX no tiene nada que hacer en el tiempo que vivimos, por mucho que hayan renunciado a la lucha de clases y a tantos otros dogmas y “principios fundamentales”. Eso lo sabe Ana Botin y lo saben en Davos; parece que Pablo Iglesias está empezando a sospecharlo, aunque todavía no se lo cree del todo y aún tiene resabios de ese magma indignado y retórica de manual de marketing político (tic-tac) del que procede. Ahora es el turno de lo que quiera que sea este Podemos, que salta al ruedo dispuesto a enfrentarse al viejo toro de la derecha, ese que nunca cambia, y asumir las expectativas y anhelos de un pueblo siempre dispuesto a “encantarse” y dejarse llevar de un lado para otro, engatusado por banderas, emociones y bellas palabras vacías. Es de suponer que Ana Botin también sabe que ahora mismo se está fraguando el gran desencanto que nos estallará de aquí a tres o cuatro años, cuando Podemos sea el centro político, el fiel administrador de la riqueza nacional y el Grupo Santander siga siendo la espina dorsal del país. Si alguna vez hay aquí una revolución, el Santander será el primero en tomar la Bastilla, y privatizarla.
Menos mal que ha llegado este aire de cambio, y los admiro porque ya hay que tener valor para enfrentarse a la clase política con sus mentiras, alianzas y fraudes, esos que nos han dejado con esta tremenda pobreza y vuelta atrás.
Ojalá podamos echarlos de una vez y que entre el sol para todo aquel que no ha vivido por encima de sus posibilidades.
Saludos
Un bien argumentado análisis, Navajo, incluida la " bola de cristal" de los pronósticos. No sé, sin embargo, si la realidad es tan lógica. Como dice el maestro MAG, veremos.
Ojalá, Isabel, que los aires de cambio acaben concretándose en realidades. Gracias por tu visita.
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