miércoles, 18 de enero de 2012

Los amantes

Gustav Klimt, El beso, 1907-1908. Belvedere, Viena.

Hacia la eternidad, solo la música
de los cuerpos fundidos.


Y el dios de las alturas
llora desconsolado su abandono,
su falta de materia.


Porque los ve surgiendo
por la carne al espacio,
dando razón de ser
a todo lo visible y lo invisible.

(De El sol de medianoche, 1988)

*** Para mis amigos Antonio y Carmen, entonces y ahora.

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