En su apasionante libro sobre el 23-F, Anatomía de un instante, Javier Cercas construye con las figuras de Adolfo Suárez, el general Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo, los tres unidos por su gesto de valor ante la irrupción de Tejero en el Congreso, un triángulo humano que le permite analizar con profundidad y rigor, también con una notable pericia narrativa, lo que se dilucidó aquella tarde.
En su exhaustivo análisis de la significación política de aquellos gestos que resultaron decisivos para que la democracia no acabara siendo una vez más «un breve paréntesis en la historia de España», Cercas repasa las trayectorias de los tres políticos, analiza la carga simbólica y contradictoria de lo que sus figuras representaban y extrae interesantes (y también inquietantes y sin duda discutibles) conclusiones. Todo ello compone un verosímil, a la par que brillante, completo y sin duda polémico análisis de las complejas circunstancias que confluían en la realidad política de aquel momento.
Junto a estos tres hombres, sabemos que un papel también decisivo fue el que desempeñó en aquella fecha el general Sabino Fernández Campo, que acaba de fallecer y que, como es bien conocido, era a la sazón secretario general de la Casa del Rey.
Todo lo que conocemos de lo que ocurrió en la Zarzuela en los momentos posteriores a la entrada de Tejero en el Congreso (aunque probablemente nunca lo sabremos todo) realza el peso que en el desarrollo de los acontecimientos tuvo una decisión que, si bien tomada en última instancia por don Juan Carlos, fue alentada e incluso inspirada por su secretario: que el general Armada, el más que probable “elefante blanco” de la operación y, como tal, responsable último de la intentona (o de la más organizada de las diferentes tramas que en ella podrían estar confluyendo), no se desplazara a Palacio. Una decisión que acabó siendo providencial para que en ningún momento se pudiera sostener la falacia de que el rey estaba detrás del golpe. «Ni está, ni se le espera», fue la ya famosa frase, en la que algunos analistas sitúan el momento crucial en que el 23-F comenzó a fracasar.
En el reciente serial televisivo que dramatizó lo ocurrido en la Zarzuela en aquellas horas (23-F, el día más difícil del Rey), Emilio Gutiérrez Caba daba cuerpo, con gran credibilidad y excelente trabajo interpretativo, al general Sabino Fernández Campo. La ficción televisiva, con toda su carga de reconstrucción narrativa, un tanto hagiográfica hacia la figura del monarca, pero también con su respeto a fuentes contrastadas, enfatizaba el peso que el general tuvo en esa decisión. Uno de los momentos de mayor dramatismo de la serie lo protagonizaban las recriminaciones de que un abrumado Sabino era objeto por parte del Rey por el trato que se veía obligado a darle a Armada, su antiguo secretario, su leal amigo, casi uno más de la familia.
Imagen: Sabino Fernández Campo, en una entrevista concedida a Efe (foto tomada de adn.es)
1 comentario:
Pues sí, nuestro agradecimiento y descanse en paz.
Abrazos
Publicar un comentario