domingo, 7 de junio de 2009

Motos, como su nombre indica


De todo el papel prensa leído u hojeado a lo largo del fin de semana (sigo siendo fiel al kiosko) destaco por encima de todo lo demás el relato autobiográfico de Pablo Motos que en el suplemento de El País firma JJ Millás, en su intermitente sección «Vidas al límite». Me parece una muy notable pieza de novela picaresca, con ritmo vibrante, humor entero, credibilidad dramática y altas dosis de sinceridad (que no considero en sí misma un valor literario, pero que cuando está presente y no es impostada ni autocompasiva, se agradece mucho).
Hay algunos momentos del relato-entrevista (la escena del trastero y la bicicleta, los descubrimientos de los diccionarios, la decisión laboral del padre, el intento de venganza del ático, la experiencia gimnástica…) que lo dejan a uno literalmente clavado al sillón, avanzando por entrelíneas casi sin respirar, ganado por la viveza de las palabras y el encadenamiento de las peripecias, a cuál más intensa. En fin, un verdadero disfrute que se inicia con un arranque memorable:
«Pedí a Pablo Motos que me contara su vida y el resultado fue estremecedor. Yo –dijo– era un niño hiperactivo sin diagnosticar. Me pasaba la vida intentando hacer algo malo…»
No soy seguidor de El hormiguero, el programa televisivo de Pablo Motos en Cuatro, aunque sé quiénes son Trancas y Barrancas (esos héroes del refranero refractarios a cualquier insecticida) y a veces he buscado en YouTube algunos fragmentos de entrevistas o escenas de Flipy, el científico loco cuya gestualidad es un prodigio natural. Escuché con mayor frecuencia las emisiones matinales de No somos nadie en M80, el programa radiofónico dirigido por Motos en cuya sintonía siempre esperaba oír la voz de mi conmilitón Juan Herrera Salazar, con quien compartí el escaso ardor guerrero y muchos ratos de conversación en la furrielería de la Escuadrilla de Instrucción de la Base Aérea de los Llanos (decirlo así, todo seguido, todavía es un trauma).
Precisamente, Juan Herrera, cuya inventiva humorística potenciada por un peculiar genio verbal ha contribuido al éxito de Motos en la última década, se quejaba hace unos días, en carta-aclaración al director de El País, del injusto retrato de que «su jefe» había sido objeto en una sección del periódico donde se le presentaba como una especie de advenedizo banal, amén de «vigoréxico… y hortera de relojería». No sé si el texto que ahora Millás nos ofrece, supongo que transcribiendo y organizando las notas (o grabaciones) de una entrevista, hace justicia o no a la persona. Pero el personaje que de esas líneas emerge estoy seguro de que habrá hecho feliz a muchos lectores. Además de darle algo más que la razón a Juan Herrera.

4 comentarios:

cristal00k dijo...

Cualquier cosa que explique Millás, más allá de que Motos, sea un personaje especial, puede adquirir tintes de leyenda. Totalmente de acuerdo con lo de Juan Herrera.
Abrazos.

manolotel dijo...

En Noviembre del año pasado envié a "El Hormiguero" El siguiente mail:

Yo soy he sido asiduo espectador de Cuatro y especialmente de El Hormiguero, que siempre me ha parecido un programa simpático y me ha alegrado el ánimo . En conjunto siempre he apreciado el ingenio y el buen gusto del programa y del conductor.

Como es lógico veo también otros programas de otras cadenas, posiblemente con menor presupuesto pero también con su poquito de ingenio y su punto de acidez, y estos (sin entrar en comparaciones) también me hacen sonreir.

En realidad es lo que espero de estos programas; para amargarme ya tengo los telediarios y otros engendros de coprofagia social.

El caso es que hoy he visto el comportamiento de Pablo Motos con Pilar Rubio (que pidió al presentador que le enseñara su musculatura y él respondió que porque no enseñaba ella una teta) y me ha parecido que como se suele decir en el toreo "ha descompuesto la figura". Le he notado tan altivo y prepotente que yo creo que el mismo Flipy estaba asombrado por tanta agresividad.

Quiero pensar que se trata de una reacción humana al hecho de que le han dado un hermoso (y merecido) premio y no ha podido deshacerse en estos pocos días de esa inyección de egolatría.

Igual me he equivocado y resulta que siempre ha sido así. ¡Cosas de la tele!

Solo querría añadir que nunca la rivalidad entre cadenas o programas se debe manifestar en unos términos de violencia verbal tan virulentos y machistas como el que he observado.

Pablo Motos ha dejado de ser simpático para mi (lo digo con cierta pena) y no volveré a ver El Hormiguero hasta que esa imagen tan desagradable deje de estar presente en mi recuerdo.

Supongo que como es lógico, la opinión de un solo espectador no le va a hacer reflexionar. Yo creo, sin embargo, que debería. Sobre todo porque desnudos y en una isla desierta, tenemos el mismo valor, aunque en los baremos comunes de esta sociedad, unos son "triunfadores" y otros"gente" , eso sí, en mi caso, razonablemente feliz.
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Después de leer el articulo que citas, aunque no he cambiado de opinión sobre el hecho denunciado, si que creo haber entendido mejor a la persona, lo cual agradezco.

Un abrazo

Antonio del Camino dijo...

Después de haber estado unos días "en el dique seco" debido a una avería de mi ordenador, voy poniéndome al tanto poco a poco de las novedades de los diferentes blogs. Aquí me encuentro con un curioso apunte sobre Motos y, más curioso aún, sobre andanzas "con poco ardor guerrero" del posadero, que desconocía. Como también ignoraba la desagradable anécdota que apunta Manolotel y que dio origen a ese e-mail suyo tan sensato y jugoso. Mi curiosidad me lleva a preguntarme si recibiría alguna respuesta...

Un abrazo a ambos.

Alfredo J Ramos dijo...

Cristal, es verdad que Millás tiene ese don que dices.

Manolotel, muy relevante el sucedido que cuentas. Como apuntas, también yo creo que encaja con el retrato del personaje (quizás una nueva, aunque ya adulta, "pulsión" no diagnosticada, o algo así).

Antonio, celebro que el dique seco quede atrás. Estas herramientas... ya se sabe. Y de lo del ardor guerrero (escaso claro), ya hablamos mucho, creo recordar, en su momento, aunque el tiempo pasa y nos sobrepasa...

Gracias a los tres por la visita. Y abrazos.