viernes, 30 de diciembre de 2011

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FELIZ  2012, UN AÑO CON ALAS.
« Nunca choveu que non escampara,
nin se viu néboa pecha que non levantara. »

(Reloj dublinés retocado, AJR)

jueves, 22 de diciembre de 2011

Dos horas con Cunqueiro


Hoy, todavía 22 de diciembre, se cumplen cien años del nacimiento de Álvaro Cunqueiro y Mora de Montenegro, tal vez el escritor en gallego más importante del siglo XX. 

Además del enlace al espacio que le dedica el Centro Virtual Cervantes, dejo en la sala de proyecciones de la Posada dos vídeos para celebrarlo. 

El primero es la entrevista que en 1978, tres años antes de su muerte, le hizo Soler Serrano en la serie «A fondo». 

El segundo es el homenaje que bajo el título de El incierto señor Cunqueiro dirigió en 2010 Antón Reixa, con guion y presentación de Miguel-Anxo Murado y la participación de numerosos escritores. 

Son más de dos horas de imágenes y sonidos (algo menos, si se descuentan los numerosos fragmentos del primer documento que se utilizan en el segundo), pero les aseguro que merecen la pena. 

Cunqueiro está más vivo que nunca. Basta abrir casi cualquiera de sus libros para comprobarlo.






Nos ha tocado el gordo...



Mientras iban saliendo en la llamada Fábrica de los Sueños las bolitas azarosas de la suerte, en la Posada nos estaba tocando el Gordo... por excelencia: el gran Fats Domino, cuya alegría rítmica y poderosa es la excusa perfecta para desear a todos los visitantes de este rincón unas fiestas felices.

Junto al ventanal del fondo, no lejos de la chimenea de la sala del piano, hay un calendario de 2012 que en su primera página lleva inscrita esta conseja: «Nunca se vio noche que no fuera seguida de un amanecer».

Mis mejores deseos.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Pájaros de ambos mundos

(poética)

Del artículo de Alicia Rivera que enlazaba en el post anterior me permito copiar este fragmento en el que he modificado un par de palabras. La mejor vía de comprensión posible de los empeños de la física actual, para los profanos en ciencias duras, más allá de algunas explicaciones verdaderamente didácticas, es la poética. Y en concreto, la vía que sostiene que las metáforas son reales y forman parte de la realidad. Algo en lo que muy pocos, incluidos muchos sedicentes poetas, parecen creer.

Esto de encontrar las cosas por probabilidad puede parecer raro. Si uno captura un nuevo pájaro y lo puede meter en una jaula para estudiarlo, está claro que lo ha descubierto. Pero si lo que busca es un tipo de ave poco corriente que solo pasa volando muy de vez en cuando, en medio de miles de diferentes pájaros todos cruzando el cielo rapidísimo, y el poeta solo puede ver alguno durante un instante en vuelo, tendrá que hacer muchísimas fotos de las aves. En algunas pocas puede aparecer uno de la rara especie que busca, si es que existe. Así, para afirmar que lo ha descubierto, tendrá que observar numerosos sospechosos de la nueva especie y recurrir a la estadística antes de cantar victoria. Los poetas han visto ya algunos posibles pájaros de la nueva especie, la partícula aleph o etemenanki, pero no suficientes aún para estar seguros.

Arriba, Pájaros en Vector. Imagen tomada de clipdepelicula.com   


martes, 13 de diciembre de 2011

La firma de Dios


Están todos los grafólogos del mundo reunidos en sesión permanente para analizar el prodigioso haz de mimbres amarillos, atravesado por ese cable rojo parcialmente mondado e interrupto, los escalones azulados hacia quién sabe qué extremos de la realidad, las piezas descabaladas y a la deriva de un juego de construcciones, el extraño artilugio de perfecto diseño industrial, sin duda inteligente, y como sobrevenido desde otra civilización u otro universo, a modo de gigantesco aspirador de energías... y, en suma, todos esos rasgos personales que hacen de la presunta firma de Dios un camino visible para poder llegar al fin de la noche, levantar con pulso firme el lienzo transparente con el que allí se enmascara la luz y ver qué hay debajo.

La imagen muestra un registro del detector CMS del CERN con lo que pudiera ser «la firma de la partícula de Higgs». Más detalles aquí.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Regalo

Vienen tiempos de regalos. En el cine de la Posada adelantamos uno: un corto de menos de 5 minutos titulado, precisamente, The Gift. Especialmente recomendable para los amantes de la ciencia ficción. Muy bien ambientado en un Moscú «de película» y con un interesante despliegue de efectos especiales. Que lo disfruten.


The Gift from BLR_VFX on Vimeo.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Pasión neutral


Lo que ni los culés descabellados, que los hay, ni los talibanes merengues, que no faltan, podrán entender nunca es que algunos espectáculos de gran calibre, llegado el caso, solo se pueden disfrutar en toda su plenitud desde ese estado superior de la conciencia que algunos maestros de alma zen llaman pasión neutral.


La imagen superior procede de esta web y la inferior de esta otra.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Lean a Jabois


Estoy seguro de que para muchos esta recomendación será como si les hablara, quizá no ya del Mediterráneo, que está más que descubierto, cubierto de podre y esquilmado, pero sí al menos de las Rías Baixas, no tan famosas pero más fermosas, no solo por gallegas sino por propiamente Baixas. Pero, en fin, olvídense de estos y otros retruécanos solo posibles en el mirador de una madrugada de ojos colmados y háganme caso: lean a Jabois. No es el único, pero sí tal vez el más peculiar de cuantos nuevos periodistas nos ha puesto Internet al alcance de un clic en los últimos meses, años ya (¡aunque tan fugaces que...!). Podría enumerar docena y media de razones que avalarían sin ningún género de certezas mi recomendación, pero no son horas. Así que les diré la verdadera razón por la que hoy cuelgo en la Posada esta publicidad sin tapujos: está a punto de terminar el «año Cunqueiro» y, liado en mil enrededos (sic) cuasilaborales, no sabía bien cómo rendirle homenaje. Así que este es mi homenaje a nuestro señor Cunqueiro: lean a Jabois. No se arrepentirán. Y si lo hacen, ya no tendrá remedio. Pero igualmente me estarán agradecidos. De nada.

Fotografía de Manuel Jabois (presuntamente), tomada de Jot Down.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Pájaros




En la imagen superior, miles de pájaros, con presencia mayoritaria de estorninos y mirlos, sobrevuelan una carretera de Alabama. ¡Cuánto trabajo le hubiera ahorrado a Hitchcock esta instantánea de Matt Mickean (AP/Time Daily) que aparece en elpais.com

Debajo, una escena en la Bolsa de Madrid... (o similar). La imagen procede de aquí.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Nicanor Parra, inventor de artefactos


Dado que corren tiempos en los que ya «no se respeta ni la ley de la selva», parecía que nunca le iban a conceder el premio Cervantes a Nicanor Parra, el gran poeta y antipoeta grande, además de chileno, que el pasado 5 de septiembre cumplió 97 años. Su obra es un punto y aparte en la lengua española, incluso en una ancha franja de la poesía contemporánea heredera de las vanguardias que en ella, en la obra de Parra, culmina y se renueva.

Parra concibe siempre el poema en pecado original y lo engendra como un artefacto que ha de llegar al mundo lleno de sentido práctico, cumpliendo a rajatabla aquella máxima de Ducasse de que «un poeta debe de ser más útil que cualquier ciudadano de su tribu». Y un artefacto lleno, también, de sentido del humor, ese instinto que don Nicanor ha sabido explotar en casi todas las direcciones posibles y que hace que sea improbable poder leer sus poemas sin partirse, en uno u otro momento, la caja... de Pandora, para que después salgan de ella (caja o poesía) todos los humores a vagar por el mundo.

Repasando el primer tomo de sus Obras completas & algo + (este último signo es una cruz de esquela mortuoria), editado por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, en 2006, me reencuentro con este juicio de Harold Bloom:
¿Cómo no iba yo a venerar los mejores poemas de Parra? Es un héroe de la ocultación, en sí mismo un Mapa de Malas Lecturas. [...] Es a la vez un auténtico innovador y un monumento cómplice a la Ansiedad de la Influencia. Como critico literario gnóstico, judío y norteamericano, no estoy muy convencido de entender del todo a Nicanor Parra. Pero creo firmemente que, si el poeta más poderoso que hasta ahora ha dado el Nuevo Mundo sigue siendo Walt Whitman, Parra se le une como un poeta esencial de las Tierras del Crepúsculo. [...] Hay algunos poetas vivos maravillosos en Estados Unidos, entre los cuales destaca John Ashbery. Pero no tenemos a ninguno tan persuasivamente irreverente como Parra.
Y concluye Bloom:
Debe reconocerse como un mérito de Parra el haber contribuido a preservar la imagen de lo humano en estos malos tiempos en que la Izquierda y la Derecha han sacrificado juntas la libertad de la imaginación en aras de sus ideologías antagónicas. Parra nos devuelve una individualidad preocupada por sí misma y por los demás, en lugar de un individualismo tan indiferente a los demás como a sí mismo.
Hubo un tiempo, a mediados de los setenta del otro siglo, en que entretenía mis horas componiendo un libro, finalmente frustrado, del que solo conservo el título, un poco empalagoso o alejandrino: Artefactos sonoros para medir la noche. Entonces aún no conocía la obra de Parra o, por mejor decir, la ignoraba por completo. Años después, a principios de la siguiente década, leyendo para editar, completar e ilustrar lo mejor posible un librito que firmó Joaquín Marco (La nueva voz de un continente), descubrí con sorpresa el peso que en la obra del poeta chileno tienen los artefactos, poemas objetuales que se despliegan en muchas direcciones, desde la poesía visual hasta el collage o el aforismo, el chiste e incluso la dramatización. Suelo volver a ellos de cuando en cuando porque me parece que agrupan algunas de las más felices ocurrencias sucedidas en el vasto campo de las palabras y sus fuegos infinitos. Y porque, además, me barrunto que son el meollo de la mirada poética del autor, aunque esto último tendría que meditarlo más.

Permítanme, como traca final y para dar buena cuenta del principio, que les presente a Nuestro Señor...

Fotografía de Nicanor Parra, de autor desconocido, tomada de aquí.