martes, 29 de julio de 2014

La fricción de la realidad


Entre esas frases hechas que a menudo se nos vienen a los labios, tal vez ninguna tan certera como la que afirma que la realidad siempre acaba superando a la ficción. Uno puede tener a veces dudas de que sea así. Pero comprobar su certeza es mera cuestión de tiempo. Dos ejemplos recientes lo demuestran. La otra noche, como homenaje al fallecido actor Álex Angulo, busqué en los estantes altos El día de la bestia y pude constatar que no sólo es una película aún viva, con plena vigencia estética y humorística, sino que se ha convertido en una obra clarividente y hasta profética. ¿No estaba latiendo ya en ella una denuncia del (anti)cristo que se nos venía encima? Visto ahora, el filme contiene un aviso evidente acerca del triunfo del mal que han supuesto asuntos tan endemoniadamente perversos como el de Bankia, cuyas torres inclinadas eran en la película, además de la firma y el símbolo del maligno, el lugar preciso de su advenimiento. ¿Y qué me dicen de los parecidos razonables entre Gollum y Pujol? Alguna vez, infelices, pensamos que el escarnio de comparar al avaro enano de El señor de los anillos con el molt honorable prócer catalán era grande, un fruto del mal gusto y de ese prejuicio que tiende a considerar que la codicia es parte esencial del carácter de algunos pueblos. Pero, ay, tal como se van poniendo las cosas, habrá que ir pensando en pedir las disculpas en sentido contrario. La realidad, quizás por la extraordinaria rapidez con que se desenvuelve, acaba friccionando tanto sobre sí misma que engendra mundos sólo comprensibles desde el punto de vista de la más desaforada imaginación.



Arriba, fotograma de El día de la bestia: el padre Ángel Berriatúa descubre fascinado que la Puerta de Europa, por aquel entonces sede de Cajamadrid, es una firma a lo bestia del demonio. Abajo, cartelón de El señor de los anillos: el carrasposo Gollum contempla extasiado el mundo a través de su herencia.

domingo, 20 de julio de 2014

Los estados intermedios

Imagen sin mención de autor. Tomada de El País.

El sueño es otro estrato de la realidad. O, como dice la frase ya clásica, una segunda vida. Y es desde dentro de él, cuando aún no ha acabado pero ya se sabe que su fin está próximo, cuando se inicia de forma más o menos consciente la preparación del salto al despertar. Un extraño momento de «doble lucidez» (tal vez fuera igualmente correcto llamarlo de «doble penumbra»), en el que somos conscientes de estar soñando, aunque buena parte de nuestro cuerpo permanezca dormido, pero siendo percibido o vigilado por una parte alerta de la conciencia que, además, comienza a elaborar argumentos, o esbozos de tal, mediante expresiones capaces de estimular la formación en el cerebro de nuevas imágenes que puedan hacernos entender qué está pasando o, por lo menos (y tal vez sobre todo), qué podemos contar, sobre qué es posible escribir. Esta mañana regresaba a la realidad de la vida consciente como un náufrago (o, rebajando el énfasis, como un bañista en mar menor) que se dejara arrastrar por las olas hacia la playa después de una aventura de la que vagamente recordase haber vivido una situación emocional complicada, incluso un grave peligro. La imagen, aunque de flecos deshilachados (a causa sin duda del exceso de agua), capta bien cierta sensación de zozobra del que está en trance de despertar, aunque ese desembarco que traduce sea un estado del ánimo en el que los acontecimientos (o su materia mental) permanecen bajo control, porque sabemos que la playa y el suelo firme de la realidad ya están al alcance de la mano: será suficiente con abrir los ojos para poner las cosas en su sitio. Me gusta mucho indagar en estos «estados intermedios» (inter-me-dios, curiosa palabra) entre el sueño y la vigilia porque en ellos crecen con facilidad las semillas de las nuevas imágenes. Y no hay nada tan enriquecedor, tan profundamente vital, como una buena nueva imagen, rara avis, y cada vez más, en un mundo hiperapantallado en el que cada día resulta más difícil mirar hacia algún lado que no sea recuerdo.

(Tiempo contado, saliendo de una noche de mediados de julio de 2014)

viernes, 18 de julio de 2014

sábado, 21 de junio de 2014

Elogio de la luz

400 caballos. Instalación de Stephanie Christofi, en CC Conde-Duque. 

Aunque cada vez soporto menos el calor, también cada vez me gusta más el verano. A simple vista, son sensaciones contradictorias, pero puedo explicarlo (si olvidar que vivir en la contradicción no es nada extraño, ocurre a menudo, podemos comprobarlo a nada que apliquemos un examen desapasionado a muchas de nuestras acciones). Me gusta el efecto de lo que mi amigo Carlos Medrano, con exactitud poética, llama los «días crecientes», el avance de la luz, la promesa infinita de las noches al aire libre. Supongo que, en el fondo, aún tienen su propio peso las sensaciones asociadas al fin de curso, el tiempo de vacación, la ruptura de la monotonía que traen consigo los días feriados. Todo esto, aunque ahora y desde hace ya mucho se cumple de manera bien distinta, parece haber penetrado muy hondo en nuestra naturaleza, de modo que difícilmente nos libramos de experimentar un eufórico estado de liberación cuando caemos en la cuenta, acaso simplemente al ver cómo cambia la mancha de nuestra sombra en el suelo, de que junio ya ha sobrepasado con amplitud el zaguán de su casa, y la noche de San Juan, con su agua sanadora, está a la vuelta de la esquina. Y tal vez sea eso, el rito del agua nueva, lo que más me gusta de los días siempre repetidos y siempre irrepetibles (¡ninguno ha de volver nunca!) del inicio de cada verano: sacar el agua al oreo de la noche más corta para que, como en un viejo romance, la bese la primera luz del alba, y así santificada, lavarse con ella los ojos (os ollos), las mejillas (as meixelas), detrás de las orejas (as orellas), como me lo enseñó mi madre siendo aún tan niño que no recuerdo donde está el comienzo de un rito que he mantenido siempre y que he procurado transmitir, entre bromas pero con convencimiento, a quienes comparten mi vida.

Y junto al agua, la alegría de la luz. A las criaturas de la noche (verbigracia, quienes muy a menudo, en estos días, nos acostamos poco antes de que la mañana esté llamando a la puerta o incluso cuando ya ha empezado a colarse por las ventanas orientales de la casa) nos fascina la luz en todas sus manifestaciones, de las que una de las más bellas es la del crepúsculo, esa hora cuyo nombre es ya todo un acontecimiento. El caso es que el verano me pone de buen humor y me ofrece promesas de vida por vivir. Aunque después no se cumplan. Basta con el que el rayo de la ilusión nos ilumine por dentro para que las cosas comiencen a tener un alma diferente. Y esa es la virtud más notable de estos días en los que parece que la luz no se va a acabar nunca. Las cosas recuperan o potencian su presencia hasta tal punto, que tenemos la impresión de que es un milagro su sola existencia maravillosa. Así iluminado, el mundo se convierte en un prodigio poblado de criaturas excepcionales. Y en un lugar muy hondo de nuestro interior sentimos la certeza de que, pase lo que pase, mientras esa luz nos acaricie con su música, nunca estaremos solos.


jueves, 19 de junio de 2014

Rey ayer


Quiso el azar, que todo lo puede, que la abdicación real de Juan Carlos I en el Palacio de Oriente coincidiera con el real destronamiento de la selección española sobre la hierba amarga de Maracaná, el mítico estadio convertido en un desnortado laberinto donde los campeones del mundo no lograron encontrar la salida de una pesadilla que parecía irreal, de tan cruel. Favorecidos por esa carambola, los diarios de medio mundo lo han tenido muy fácil a la hora de elegir los titulares para sus portadas, y en casi todas ellas frases como «Fin del reinado de España», «España pierde su corona» o «El rey se despide» juegan con ese doble sentido. Como también lo hace el breve palíndromo que encabeza estas líneas, que hoy cobra una palmaria capacidad definitoria, incluido el lamento interno de ese «ay» solapado que llena de pesadumbre la noche de junio y oscurece nuestros sueños. La verdad es que no lo va a tener nada fácil el ya (desde hace 95 minutos) rey Felipe VI para estrenar con buen pie el «borbón y cuenta nueva», que ya se daba por descontado a costa del fácil fervor popular, y que ahora la inesperada pero inapelable derrota de La Roja amenaza con transformar en un «borrón» deportivo que quedará históricamente asociado al inicio de su reinado. Habrá que tirar de sabiduría calé (ya saben, lo de los hijos y los principios) por ver de enderezar el entuerto de esos negros augurios. Aunque quizás simplemente valga con no mezclar las cosas. Y a eso convendrá aplicarse,  en más de un sentido. Por ejemplo, y por hablar ahora ya sólo de fútbol, bienvenidos sean los análisis críticos del triste espectáculo con que el equipo español, después de tantos triunfos, ha clausurado la mejor etapa de su historia, también de la nuestra como forofos. Hace unos días, fiel a quien tantas alegrías nos ha brindado, le daba desde aquí mismo las gracias a este grupo extraordinario de jugadores por haberme devuelto a tiempos infantiles de seguras derrotas futboleras, en tardes de pan y chocolate. Nunca pensé que la ironía pudiera tener un reverso tan cruel. Hoy, sin dejar de pensar que lo conseguido deportivamente por este equipo es inolvidable, no hay más remedio que proclamar que ha llegado la hora del cambio. Y también la de tener que armarse de paciencia ante las voces carroñeras que, si ya habían empezado a hocicar en las vísceras de la víctima, no van a cejar ahora en sus picotazos hasta ver si logran sacar a algunos de sus casillas. No creo que lo logren, pero nunca se sabe.



sábado, 14 de junio de 2014

Gracias, España


Frente a lo que afirma el tópico, sostengo que el que no se consuela es porque no puede. Así que es una verdadera suerte comprobar que la soberana abdicación futbolística con que ayer nos golpeó La Roja, al sucumbir tan estrepitosamente bajo el efecto letal de la danza zamba y velocísima de Robben y sus amigos, además de hacernos caer en la cuenta de que el fútbol es sólo fútbol, nos ha quitado a muchos un buen montón de años de encima. Jugar como nunca, incluso bien, y perder como siempre, tal era el sino habitual de casi todos los equipos nacionales españoles en cualquier competición durante la mayor parte de nuestras vidas. Lo ocurrido a lo largo de estos últimos años en tantos deportes, y especialmente en fútbol, es verdad que nos ha ido llenando el espíritu de alegrías, pero también de arrugas el cuerpo: duraba tanto que ya nadie parecía recordar que una vez, durante mucho tiempo, fuimos pobres, muy pobres. De modo que también por esto hay que estar agradecidos a Del Bosque y sus muchachos: de un plumazo (manotazo, más bien: cinco golitos) nos han depositado en la piel del niño y el joven que fuimos, han reconstruido a nuestro alrededor el paisaje familiar del eterno aspirante a dejar de ser objeto de las burlas del destino, y nos han vuelto a recordar que sobreponerse a la adversidad es nuestra auténtica fortuna. Por fin podemos volver a soñar.


jueves, 12 de junio de 2014

¡GOO(g)L(e)!


Estaba ahí, pero confieso que hasta hoy no me había dado cuenta. La palabra Google no es, en realidad, un homenaje a un número infinitamente grande con aspiraciones de medir lo infinito (ver vídeo abajo). Como bien pone de manifiesto el doddle con el que el ubicuo buscador celebra hoy el comienzo del Mundial de fútbol, lo que sus sílabas contienen es una apenas disimulada fusión de los gritos básicos de la tribu futbolera a lo largo del universo mundo; es decir: GOL, GOL, GOL, OooE OooE OooE.  Por si queda alguna duda, pulsen sobre el buscador y observen la animación (o vean su presentación en Youtube). Cabe pensar que el efecto sea sólo una explotación de las características del logo adaptada a las circunstancias del evento. Pero... ¿y si fuera al revés? La sospecha de que el origen de todo pueda ser el hipnótico botar de una pelota, en cuya contemplación ya estaría inscrita, como respuesta instintiva, la exclamación básica, la palabra inaugural, abre perspectivas espeluznantes en torno a la explicación última del universo. O, para no ser exagerado, de nuestras búsquedas en él, incluida la del sentido. Nada menos. Oe, oe, oe.

miércoles, 11 de junio de 2014

Interregno

En la Corte de Alfonso X. Miniatura de las Cantigas de Santa María. 

Mientras cae sobre Madrid la segunda tormenta de junio, y cuando ya los padres y madres de la patria han convalidado en el Congreso y remitido al Senado la abdicación del rey Juan Carlos I, se me viene a los labios la palabra interregnoY con ella, el recuerdo de la cita de Flaubert que figura en el «Cuaderno de notas» de las Memorias de Adriano, una de las dos grandes novelas de Marguerite Yourcenar, y que dice así: «Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, entre Cicerón y Marco Aurelio, en que sólo estuvo el hombre». Aunque sé bien que, según nuestro ordenamiento jurídico, no hay interrupción alguna en la continuidad de la Corona, en los pocos días que restan hasta que sea proclamado rey Felipe VI, resulta inevitable que se abra paso, entre las ensoñaciones con que uno se pasea por las calles, la de vivir en una parecida circunstancia excepcional. Sensación que enseguida se ve acompañada de un sentimiento de extraña euforia, tan gratificante como la lluvia. En ese clima moral y estético, y como fruto probable de algunas raíces no secas del árbol ácrata de mi juventud, rebrotan viejos sueños o ideales que proclaman la valoración de la libertad como el tesoro más preciado de la vida consciente, aunque su concreción en la realidad social, e incluso en la intimidad propia, no sea precisamente la tarea más fácil del mundo. Con ese ánimo, me digo, será más llevadero asistir al pesado ejercicio de cordura cívica que se está desarrollando en esta vieja España, cuya forma de Estado no es un dogma. Algo, esto último, que el nuevo monarca deberá tener bien presente. Y si no, ya tendremos ocasión de recordárselo.

(Tiempo contado, 11 de junio 2014)



martes, 3 de junio de 2014

Carrusel de asombros


Tendría que recurrir al tipómetro, esa herramienta de la información que bien podría considerarse el símbolo del viejo periodismo, para comprobar si el cuerpo que ha empleado El País-papel en el titular de la noticia de la abdicación del rey es o no el más grande exhibido nunca en la edición impresa del periódico, sólo unos puntos didot por debajo, o incluso a la par, del que sirve para componer la cabecera. De lo que no cabe ninguna duda es de que, del mismo modo que siempre se muere gente que no se había muerto antes, estamos viendo cosas que nunca habíamos visto, en una sucesión incesante de novedades y carrusel de asombros que elevan el umbral de nuestra curiosidad sensible hasta extremos cada vez más difíciles de superar. Me parece que ya sólo la aparición súbita, definitiva, indubitable del proverbial extraterrestre, con su cohorte de promesas azarosas y amenazas terribles sobre todo lo divino, lo humano y el resto de los tópicos, podrá postularse en el futuro como candidata a noticia extraordinaria. Y de lo que no cabe ninguna duda, tampoco, es de que, aun en ese caso, el repiqueteo de las redes sociales logrará sembrar la vieja galaxia Gutenberg de tantas luminarias y falsas estrellas, que intentar orientarse por los astros será como querer seguir un rastro de arena en el desierto. Cada vez se echa más en falta a un nuevo Kepler, capaz de descifrar este concierto que tanto desconcierta. Signo de los tiempos la plétora de signos. Y qué cosa más curiosa, la curiosidad, vieja ramera, madre de la filosofía. Y la telebasura.

(Tiempo contado, 2 junio, 2014)

lunes, 2 de junio de 2014

«Habla, pueblo, habla»

Quién lo diría. Pero resulta que aquella cancioncilla pegadiza de Jarcha que en 1977 le sirvió a Suárez para movilizar a la gente en favor del «Sí» en el referéndum sobre la Reforma Política, como en un bucle que reapareciera casi otros cuarenta años después, vuelve a ponerse de actualidad en este momento histórico en el que, por fin, el rey Juan Carlos ha decidido aceptar, si se me permite el exceso retórico, la sugerencia sombrerera que le hiciéramos desde esta página hace más de un año... El gesto de Juan Carlos I, aunque tardío y desenfocado, es un último intento de salvar la institución monárquica, una entelequia difícilmente justificable en el mundo de hoy. No sabemos si logrará sus propósitos. De lo que no cabe ninguna duda es de que estamos frente a la oportunidad manifiesta de zanjar viejos fantasmas y de legitimar completamente el tránsito de la dictadura a la democracia. Es imprescindible que el pueblo se pronuncie sobre la forma del Estado. La forma y los tiempos en que esto deba hacerse no son de fácil concreción, pero en eso consiste precisamente la política: en buscar los caminos de lo posible. Ahora podemos hacerlo. De no ser así, además de desperdiciar torpemente un impulso que de verdad puede hacernos salir de un tiempo muerto y vislumbrar con alguna esperanza el futuro de la España de 2054 (por señalar el hipotético momento en que el bucle cronológico habrá desplegado otra espiral), se daría un nuevo paso en falso sin excusa alguna y estaríamos abocados a una desafección popular de graves consecuencias.

(Tiempo contado, 1 de junio de 2014 )

miércoles, 28 de mayo de 2014

Amor, bala, broma


Al volver sobre sus pasos, en medio de la pista central y ante la expectación unánime del público, el mago fue sacando del sombrero lo que parecían ser los restos desordenados de su último insomnio: un corazón al rojo vivo, un matasuegras y, quién lo diría, una... oveja.



viernes, 23 de mayo de 2014

Metáfora del pájaro


La osadía del pájaro es una traducción de su gorjeo, el canto firme de su ser en el aire, una respuesta que ilumina la mañana.

Hay en el pájaro tanto peso ideal, que su figura atraviesa la historia y sus contornos como una exhalación -flecha emplumada- y está presente en la raíz de los sueños, sean o no el fruto de ese impulso hacia la duración al que llamamos arte, e incluso en los silencios más bellamente construidos.

Los pájaros, que tienen en su herencia biológica huellas adivinables del temblor de la Tierra, cruzan de un lado a otro del mundo y salvan los escollos más salvajes para que no se borren las líneas de fuerza que impiden que los cielos se desplomen.

Nada hay más parecido al alma humana, incluidas su idea sensible y su fabulación, que la extrema levedad de un pájaro en nuestra mano convertida en cuenco.

Tal vez por eso, muchos de nosotros, al sostener esos cuerpecillos tan frágiles, sentimos la punzada de un antiguo terror.

Todos alguna vez fuimos un pájaro.


Imagen: La tierra de los mil pájaros.


(Rescatada de los Arcones de la Posada. Primera publicación: 12/06/09; 19:54)

lunes, 19 de mayo de 2014

Latido a latido


El triunfo liguero del Atlético de Madrid, que rompe diez años de férreo bipartidismo en «la mejor Liga del mundo» y señala el real fin de ciclo del mejor Barça de la historia, es una de esas victorias que rozan la perfección absoluta por su carácter incruento, ya que parece haber contentado a todos. Y ello no sólo porque en el partido definitivo del Camp Nou quedara claro que había un equipo que quería y otro que casi ni a dudar llegaba, sino porque en el equipo rojiblanco se encarnan valores como la humildad, el tesón o el coraje (o, dicho al chólico modo, «confianza, sacrificio y güevos»), cualidades que, si siempre han gozado de buena prensa, en tiempos tan duros como los que vivimos son para el común de los mortales una necesaria obligación vital. Virtudes, además, que están bien reflejadas en el eslogan elegido para celebrar el triunfo, con ese «latido a latido» que es un afortunado eco del mantra del «partido a partido» que Simeone logró convertir en el mejor resumen de la Liga más disputada de los últimos tiempos, tal vez de toda la historia moderna del fútbol español. No es difícil entender que para muchos, incluidas las escasas ciudadanas que aún logran vivir al margen de la pasión universal de los estadios (no conozco a ningún varón que cumpla esa premisa), el triunfo del Atleti ha podido ser algo así como un rendija de luz en medio de la noche, un síntoma cierto de que no todo necesariamente ha de escribirse según el dictado implacable del más fuerte, o de acuerdo con la lógica férrea del poder, que en última instancia no suele ser otra que aquella que se mide a través del vil metal y sus secuelas.

Manos mágicas



Hubo una vez, en la televisión en blanco y negro, un miniprograma llamado Manos mágicas. Eran breves números de magia manual filmados en primer plano que solían emitirse sin previo aviso, tal vez como relleno entre espacios con peso específico, quizás para ajustar horarios o para solucionar imprevistos en la programación. Puede que en algún momento llegaran a gozar de un tiempo propio, con un hueco fijo en la parrilla. El caso es que su aparición la vivíamos, mis amigos y yo (por aquel entonces, la televisión siempre se veía en grupo), como una agradable sorpresa, como un regalo que nos mantenía pegados al asiento, sin parpadear, fascinados. Este magnífico vídeo que Honda realizó como homenaje a sus ingenieros, y que al parecer fue uno de los fenómenos virales del año pasado, me ha hecho recuperar aquellas viejas sensaciones. Durante un buen rato no he podido hacer otra cosa que mirar y admirar las manos de la magia. Y pensar, con renovado asombro, en cuánto le debemos, en todos los terrenos, a la vieja pericia del homo habilis. 

miércoles, 14 de mayo de 2014

Y sin embargo... ¿te voto?



Ganas, ganitas tibias, de cantarle a los políticos, de nuevo en campaña, la gran copla de Quintero, León y Quiroga, la misma que doña Concha Piquer llevó a extremos inimitables de afinación, limpieza y trémolo (oígase el vídeo). Pero ganas de cantársela, eso sí, cambiando aquí y allá la letra, con toda la intención, para decirle a los representantes del pueblo que el rito democrático de manifestar la voluntad popular a través del voto, rito en el que uno, hasta ahora, sigue creyendo y no ha dejado de practicar en una sola ocasión ni fiesta de guardar, no puede seguir siendo vaciado de sentido con tanta conducta irresponsable, tanta mentira y tanta obcecación en el error. Que la piel de los «sin embargo» y los «pese a todo» se está cuarteando, y en la conciencia alerta del votante se abre paso una duda enorme, a menudo rematada por la ganzúa del hastío, hasta dibujar un bucle que puede desembocar en el vacío y hasta, quién sabe, en la vieja consigna anarca y budista de la no acción...  Lo ha dicho muy claramente, en su blog, Gonzalo Hidalgo Bayal, y con su permiso lo repito y suscribo: «Siempre he votado», dice (no hay más testigos que el café, unas pastas, la tarde que declina), «a pesar de las campañas. Pero esta vez no creo que pueda contenerme». 

Eso, y seguir tarareando las palabras cargadas de sentido de la copla:

Anda, rey de España, 
vamos a dormir...

martes, 13 de mayo de 2014

O bolo o lobo


En la provincia, de pequeño, me contaron el cuento del niño fantasioso y cabroncete que se entretiene alarmando en vano a sus vecinos, y no me lo creí. Ahora, aquí, en la capital, aúllo por la noche cuando no hay luna llena.

Lobo de origami. Tomado de aquí.

miércoles, 30 de abril de 2014

Iquique


En el vértigo inmóvil de los días hay palabras que brillan como luces en la noche: son capaces de llevarnos a un lugar de encuentro con nosotros mismos, a un espacio donde nuestra cada vez más precaria intimidad no necesita contraseñas para ser reconocida, ni poderosos leños flotantes que impidan que seamos arrastrados por el capricho de las corrientes mediáticas. Hoy, por ayer, y por un día que ya está en el pasado, una de esas islas verbales me asaltó en medio de una noticia trágica (las que más abundan) referida a un terremoto de magnitud 8,2 que hizo temblar las regiones chilenas de Arica y Tarapacá, y causó seis muertos y cuantiosos daños materiales. En medio de la crónica del desastre, similar a otras muchas leídas o escuchadas en días aciagos (aunque ninguna es igual a otra), de pronto salta un nombre que lo reorganiza todo en mi percepción: Iquique. Es la capital de Tarapacá y una de las más afectadas por el seísmo, hasta el punto de que las seis personas fallecidas vivían en ella. Pero Iquique, más allá de la crónica inmediata, es sobre todo una clave de la música del tiempo: de súbito, me remonta a unos años de mi juventud en los que, dentro del despertar político que me había supuesto la muerte de Allende y la derrota de «la vía chilena hacia el socialismo», la figura de Víctor Jara se había convertido en el reclamo de un interés más general por la música chilena y en particular por el folclore andino, del que ya nos habían llegado algunos acordes en alas de aquel mítico cóndor al que cantaron Simon y Garfunkel. Y en esa onda de preocupaciones, de las que los ponchos eran una seña exterior bien visible (recuerdo haber vestido uno, prestado, de suave lana gris), no tardaron en ocupar un lugar destacado grupos musicales como Los Calchaquis o Quilapayún. De estos últimos recuerdo sobre todo La cantata de santa María de Iquique, que es donde realmente desembocan las aguas de la memoria verbal. Pieza mayor del folclore chileno, es un dolorido canto de testimonio y protesta por la represión de las huelgas vividas en las minas de sal del país, que en 1907 desembocó en una masacre de obreros y sus familias a manos del ejército de Ríos Montt cuando se habían refugiado en la Escuela de Santa María. Sin duda, uno de los sucesos más trágicos de la historia de Chile. Es toda ella una obra conmovedora, pero la parte que me parece más lograda es la que recoge el vídeo que dejo abajo  Es oportuno recordarlo en vísperas de un primero de mayo, hacia el que también nos conduce, con toda su fuerza de símbolo gráfico, El cuarto estado, el conocido y tantas veces recreado cuadro de Giuseppe Pelliza da Volpedo que encabeza estás líneas (imagen tomada de Wikipedia).

viernes, 25 de abril de 2014

Lisboa, abril 2540



Cuando el tren aterrizó en Santapolónia, la ciudad aún dormía bajo el polvillo gris de su cúpula dorada, ajena al ajetreo ya evidente sobre las aguas congeladas del río. Al descorrer las cortinillas de su cápsula, el viajero descubrió en un rincón del andén levitante el azulejo azul. Nada más fijarlo en su retina glaseada, vio cómo se activaba en el aire la lluvia de claveles rojos y comenzaba a oírse la vieja canción que siempre conseguía transportarlo a uno de sus sueños favoritos. Entonces comprendió que lo que más le atraía de aquella materia onírica simple, apenas unos kas en su vasta memoria de Rewriter, era también lo que más intranquilidad le causaba. Pese a todo, se sintió reconfortado por la mezcla de pulsiones cruzadas que, con el paso de los años, había identificado como lo más parecido a la verdad. Con ese impreciso estado de ánimo, tras desechar el uso de la mochila propulsora que llevaba en su escueto equipaje, echó pie a tierra y enfiló el laberinto urbano al que hacía poco habían rebautizado con el algo pomposo pero exacto nombre de Lisboa-Melancholía.

miércoles, 23 de abril de 2014

Al pie de la letra


La S baila
su danza de serpiente.
Pero no cobra.

(Haikucedario, 1)


(Feliz Día del Libro y de los derechos de autor. Y al maestro Forges, gracias por tanto genio honrado.)

martes, 22 de abril de 2014

Abril, 22

Pasarela en La Hita, Mar Menor. AJR, 2012

Los días llevan
las velas extendidas.
Y sopla el tiempo.

En la distancia,
nada se mueve, nadie
rompe la hora.

Cruzo los puentes
de abril. Bajo su arcos,
aguas revueltas.

Los remolinos,
dentro de mi cabeza,
se estancan, fluyen.

Giran los astros
como insectos en cielo
de primavera.

El aire huele
a tierra de luz clara
y generosa.

¿Qué es estar vivo?
¡Y tú me lo preguntas!
Conciencia, verme.

Una palabra
capaz de sostenerme
en el vacío.

viernes, 18 de abril de 2014

Adán al reconocer la nada...

Adán, al reconocer la nada despreciable cantidad de animales a los que tenía que poner nombre antes del anochecer, se sintió desolado. Sus cavilaciones lo habían conducido hasta las afueras del Edén, así que volvió sobre sus pasos y cuando estuvo en el centro del jardín se sentó bajo el árbol del Viernes y se quedó dormido. Soñó que por su peso le caía en el regazo una manzana de oro, y que de la manzana, por una ventanita brillante dibujada en el hemisferio superior, asomaba un pequeño gusano que no tardaba en saltar afuera, y crecía y crecía hasta convertirse en una gran serpiente. La serpiente anidaba en la cabeza de Adán y allí se multiplicaba haciendo que sus cabellos, que nunca habían sido cortados, se fueran transformando en la intrincada melena de otro animal, al que, fatalmente, también habría que poner nombre. Al llegar a este punto, Adán advirtió que estaba en un camino sin salida y despertó. Al levantarse, sintió un pequeño escozor en la espalda y creyó recordar que, mientras dormía, alguien había removido los huesecillos de su muñeca izquierda. Tomó del suelo una ramita y, tras afilarla un poco con los dientes, empezó a dibujar en la tierra unos círculos disímiles que fueron tomando apariencias que él no era capaz de interpretar, pero que lo obligaban a mantener fija la mirada, como si alguien le estuviera contando el cuento de su vida. Dentro del círculo grande que sostenía el círculo menor, uno y otro formados de infinitos círculos diminutos, percibió que su mano se movía trazando dos semicircunferencias y otras figuras de las que lo desconocía todo. Entonces creyó reconocer lo que el sueño no le había revelado. Y se dispuso a esperar su aparición.

(En homenaje a Gabriel García Márquez: "Mucho tiempo después sobre la tierra." Gabo no se acaba nunca.)

lunes, 14 de abril de 2014

Luna de parasceve


Al despertar, bajo la olorosa luz del sureste, mirando el calendario, me asalta la extraña sospecha de que las cosas tal vez comenzarían a arreglarse el día en que el 14 de abril coincidiera con el sábado de gloria. Ya pasó una vez algo parecido, y quienes lo vivimos tuvimos esperanza. Pero ahora la esperanza, además de la arrugada sugerencia de un chiste mal estacionado en la Vía pública, es sólo el nombre de una estación del metro de Madrid. La luna de parasceve, la primera luna llena primaveral, es probablemente la más hermosa del año. Está llena de presagios que se abren paso entre un revuelo de túnicas sagradas, aromas orientales y música de oboes, y bajo un sinfín de resonancias que colonizan nuestros sueños, tras más de dos mil años de cristianismo (que diría Henry Miller) y solo unos pocos decenios después de que en esta tierra se frustrara el encuentro posible entre la razón de la libertad y el cántico del espíritu, en el fondo tal vez la misma cosa, aunque resulte tan difícil comprobarlo. Esta luna, que fascinó a Cernuda hasta el punto de trasladarle sin nostalgia pero con alegría a la Arcadia de su infancia sevillana, este año llega además envuelta en ese fenómeno de cuatro eclipses consecutivos conocido como tétrada, al que popularmente, con expresión casi lorquiana, se denomina «cuatro lunas de sangre». Un suceso astronómico no excesivamente raro, aunque sí espectacular (donde es visible) y al que algunos augures consideran mensajero de desastres apocalípticos, si bien no falta quien lo ve (y me sumo) como una ocasión de renovar energías vitales para afrontar el tiempo venidero. De una forma u otra, en el preciso, mínimo, fugaz instante en que se produzca la confluencia entre la efemérides republicana y la primera luz nocturna del martes santo  (¡pero el 15 de abril siempre lo es!), será la hora y señal para dejarse invadir fluidamente por la pura emoción de estar vivo.

Imagen: luna llena de abril. De autor desconocido. Tomada de aquí.

sábado, 5 de abril de 2014

Albricias de abril



                                             PINTOR AL MAR SACÓ ARPA*,
                                             cosa que la mar no tiene,
                                             salvo si escuchas las olas
                                             de tu propio corazón.
                                                                                 
(*Para Clara Ramos Pinto*, 5 abril, 2014)





La postal de Pancho (todo se pega)


miércoles, 2 de abril de 2014

Rosa de Luna


La mano de la luna sostiene una rosa roja junto al mar.
Su delicada firmeza, a vista de las aguas, es una oración muda.
Un salmo visual que nos deja a este lado de la vida
el rastro perdurable de las olas, los días y los sueños,
las pisadas del dios de la belleza
y la parca aventura de buscarle sentido
a lo que ocurre, y duele, y también pasa.

(Para Luna Miguel, con otra rosa)


Imagen: Luna de Los Escullos, Cabo de Gata. 
© José Luis Navarro Cabo, 2014.

Leer, imaginar


Un voraz monstruito arlequinado invita a llenarse la cabeza de castillos en el aire, desde el cartel con que este año se celebra, coincidiendo como siempre con el nacimiento de Andersen, el Día Internacional del Libro Infantil. El título del volumen que la criaturita devora con indisimulado placer lanza una consigna que tiene su miga: «Imagina las naciones a través de la historia». Un mensaje que probablemente resuene de forma diferente según donde se lea, pero que en todo caso pone el acento en el carácter imaginario de la realidad. O por decirlo de una manera menos rotunda: en el hecho de que un ingrediente básico de la vida es la imaginación. Una capacidad, por cierto, que funciona en cualquier soporte, formato o ubicación. Lo único que resulta imprescindible es alimentarla. Y para eso la lectura es la mejor dieta.
Este año el país encargado de hacer visible la celebración es Irlanda. El cartel es de la ilustradora Niamh Sharkey, mientras que el mensaje dirigido a todos los niños del mundo ha sido redactado por la escritora Siobhán Parkinson. Puede leerse aquí.


lunes, 31 de marzo de 2014

Paz


Hoy, como es sabido, el poeta Octavio Paz hubiera cumplido cien años. Sus palabras, el universo sin límites que en ellas se encierra y que me acompaña desde hace más de cuatro décadas (exactamente, desde 1973, según reza una nota manuscrita en una Antología general de la poesía mexicana, de Bruguera, donde leí por primera vez algunos poemas suyos), aún está lleno de extensas regiones inexploradas, de semillas ocultas en cientos de páginas puestas a buen recaudo a la espera de ser deletreadas. Esa es una de las mayores esperanzas que el tiempo nos ofrece: el consuelo y la alegría de poder seguir leyendo a Octavio Paz.
Gracias, maestro, por los nombres habitados.

Fotografía © Efe, tomada de aquí.

martes, 25 de marzo de 2014

Sesenta (palabras mayores)


Vida  muerte  piel  pájaro
madre  amor  luz  desierto
bosque  azul  noche  sueño  lumbre
viento  duda  asombro  piedra
nombre  misterio  sí
danza  hierba  alegría
río  silencio  lluvia
aliento  paz  mirada  
tristeza  corazón
música  extravagancia
vuelo  sospecha  levedad  estrella  cuerpo
mujer  canto  inocencia
fulgor  oscuridad
tiempo  miedo  deseo
mar  sol  memoria
mañana  territorio
agua  caricia  
claridad  espacio
inteligencia  tierra  instinto
amiga  soledad


***
Hoy, 25 de marzo de 2014, cumplo sesenta años. Muchas gracias. En estos últimos días he estado eligiendo (o dejándome ser elegido por) otras tantas palabras que, a modo de candelillas, me sirvieran para señalar una ocasión que no habrá de repetirse. Y este es el resultado. Como casi todo, provisional. Seguramente, voces intercambiables, en más de un sentido. Y fieles al tópico: no están todas las que son, aunque sí... etcétera. Palabras que, una por una, puedo asociar a momentos precisos del pasado que reverberan en la conciencia del presente, tan fugitiva. Supongo que, vistas de perfil, ofrecen un retrato bastante realista de lo que me imagino que soy. Al mirarme en ellas, no acabo de reconocerme, pero sé que forman parte de mi vida. Que, en cierto modo, son mi vida. Ojalá que su luz no se apague.


Imagen superior: Agencia EFE



domingo, 23 de marzo de 2014

El clásico


LA ERA RESACA ACÁ SERÁ REAL


[AJR, 6:22; Palíndromos ilustrados, XXXVI]

***

[Este es el clásico palíndromo que, a pesar de pronunciarse de igual modo en las dos direcciones, tiene un significado tan abierto que por él puede colarse casi cualquier interpretación. ¿Qué querrá decir esa extraña «era Resaca»? ¿Tendrá acaso la misma categoría que otras «épocas históricas» santificadas por la prosa deportiva, como la «era Guardiola» o la «era Mourinho»? (dicho sea esto último sin ánimo de meterle el dedo en el ojo a nadie). No lo sabemos. Lo que sí parece claro es que, sea cual sea el resultado de la última dosis de gran circo que el país está a punto de inyectarse en vena (¡y que no falten!), la frase supersimétrica puesta al pie del césped del Bernabéu contendrá una verdad capaz de contentar al más forofo, de uno u otro signo. O a ninguno. Que viene a ser lo mismo. Y es además la gracia de la pasión neutral, je, je. Pero sobre todo será cierta, tras el paréntesis masivo de la ilusión redonda, en el retorno a la resaca real de cada día.]

viernes, 21 de marzo de 2014

El gozne


Esta conocida fotografía, obra de Adolfo Suárez Illana, que hace unos minutos anunciaba el apagamiento de su padre, es el mejor resumen de toda una época. Hoy también subraya la humanidad, la grandeza y el trágico destino de una vida. El hombre en el que ninguno creíamos, al que muchos nunca le perdonaron «traiciones» en una u otra dirección, ha acabado convirtiéndose en un modelo a imitar y en el gran artífice de la más larga etapa de libertad democrática vivida en estas tierras. Su legado es un gozne sobre el que de algún modo deberá volver a girar la política de este país, si no queremos que el edificio se venga definitivamente abajo.

jueves, 20 de marzo de 2014

El poema de la iguana por la noche



En uno de esos encuentros tan azarosos como felices que el zapeo nocturno me regala, pude volver a ver esa joya llamada La noche de la iguana, una de las varias obras maestras de John Huston. Lo cierto es que apenas recordaba nada de la historia, salvo quizás la ira alucinada de Richard Burton y algunas secuencias del viaje en autobús, que además en mi memoria tienden a solaparse con otras de una de las películas mexicanas de Buñuel. Así que pude disfrutar, como si fuera la primera vez, de un drama apasionante, de unos diálogos que tienen toda la fuerza del mejor teatro de Tennessee Williams (incluida cierta propensión al efectismo melodramático) y del poderoso combate interpretativo entre dos actores soberbios, el citado Burton y la gran Ava Gardner, quienes al parecer llevaron a sus papeles algo más que la carne de la ficción. Dentro de las diversas historias que con tanta maestría se atan en la película, una de las más hermosas es la del viejo poeta (Cyril Delevanti) que recorre el mundo en compañía de su nieta pintora (Deborah Kerr) y que ha estado toda su vida persiguiendo un poema (el poema) que por fin logra capturar en una noche especial, definitiva. A ese instante corresponde esta secuencia, que es un placer compartir en su doble versión. Un momento de emoción pura lleno de palabras necesarias.



martes, 18 de marzo de 2014

«Árido», dirá



Al volver sobre sus pasos, lo que tendrá delante de los ojos será la luna blanca bajo la noche inmensa. Habrá una música de viento en lejanía, el aullido doliente de un animal que huye, algunas páginas soñadas bajo la lluvia y la secuencia de una película que nunca acabó de ver. «Árido», dirá, como quien dicta sentencia o simplemente reconoce la verdadera calidad del paño. Pero es posible que, en la perplejidad del último momento, cuando lo que tenga delante sea la infinita planicie de arena y sus reverberaciones, se confunda y diga: «Ardido».


Imagen: luna sobre las dunas del Sáhara. 
Tomada de aquí.  

martes, 11 de marzo de 2014

La voz de Pilar Manjón



No encuentro mejor modo de rendir homenaje a las víctimas del 11-M, el más grave atentado terrorista ocurrido en España y del que hoy se cumplen diez velocísimos años, que darle de nuevo la palabra a Pilar Manjón, madre de uno de los asesinados en los trenes de la muertepresidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo. Su intervención en el Congreso de los Diputados, en el transcurso de la comisión de investigación de los atentados, el 15 de diciembre de 2004, es una de las páginas de mayor dignidad que se haya escrito nunca en la sede de la representación de la soberanía popular. Aún produce sonrojo y una inmensa indignación confrontar estas palabras con las que pronunciaron, en este mismo contexto, destacados políticos, comenzando por el expresidente José María Aznar, cuyo comportamiento en aquellas fechas fue de una cobardía inmensa e imperdonable.

lunes, 10 de marzo de 2014

Expreso expreso expreso


En una información sobre ETA leo la palabra expreso, y tardo en caer en la cuenta del significado de «exrecluso» de un término escrito de acuerdo con la nuevas normas ortográficas de la Academia sobre la escritura de los prefijos. La resonancia del nuevo sentido de una grafía hasta ahora reservada para los trenes rápidos, un tipo de café o el correo veloz, además de lo expresado o, con mayor propiedad, lo explícito, me lleva a repensar el título de la celebrada película de Alan Parker, El expreso de medianoche, que gracias a la nueva norma gráfica de la RAE adquiere ahora un nuevo sentido que, curiosamente, refuerza de forma expresa la metáfora del camino hacia la libertad que ya tenía. Como recordarán, la película narra la historia real de un joven atrapado por problemas de droga en una cárcel turca donde la única forma de librarse del infierno es «tomar el expreso de medianoche», esto es, emprender la fuga. Un expreso modo, por tanto, de subirse al expreso para conquistar la ansiada condición de expreso. Tres "expresos" distintos en una sola grafía que ponen en marcha, a poco que se piense, un viaje infinito por el interior de una palabra.

domingo, 9 de marzo de 2014

En defensa de la cultura


La Plataforma en Defensa de la Cultura convoca para hoy, domingo 9 de marzo, en el Paseo de Recoletos de Madrid (de la plaza de Colón hasta Cibeles), un acto ciudadano en defensa de la cultura, entre las 11:00 y las 14:00 h.

En la Posada nos unimos a la convocatoria. Y al canto colectivo del Va, pensiero que llenará el cielo de Madrid de un clamor en favor de la cultura, el arte y el conocimiento. «Vuela, pensamiento, con alas doradas...»

viernes, 7 de marzo de 2014

Leopoldo María Panero, al vuelo

Leopoldo María Panero retratado en 1984 por Chema Conesa. Tomada de aquí.

0. Leopoldo María Panero,
precedido de una leyenda a la que a veces se llama vida,
tal día como ayer,
un seis de marzo del año catorce del primer siglo del tercer milenio
(según los cómputos más a mano),
entraba y se adentraba
en la nada redonda a la que algunos llaman eternidad.

1. Al conocer, la otra tarde, la muerte de Ana Maria Moix, el primer nombre que se me vino a la cabeza, antes incluso que el de su hermano, fue el de Leopoldo María Panero. Y de forma absurda. Porque la frase que realmente se formó en mi mente fue: «Vaya, Panero se ha quedado viudo». Recordaba sin duda lo leído sobre la enorme fascinación que, al llegar a Barcelona, un joven Leopoldo María, poseído de toda la fuerza de un Narciso que en vez de sangre en las venas tuviera palabras, había sentido por alguien «que no podía corresponderle». No fui el único que tuvo semejante idea, como pude comprobar nada más darme una vuelta por los blogs. Hay líneas de sensaciones o sugerencias que parecen moverse de forma transversal. Es así. Aunque no sea fácil entenderlo. Y menos explicarlo.

2. Tampoco al conocer la muerte del poeta al que mejor cuadra, tópicamente al menos, el nombre de maldito, mis recuerdos, aunque solo míos, son muy originales. Todo el mundo comparte con gran facilidad sus vivencias en forma de ocurrencias. Y es un gran consuelo y un enorme fastidio saber lo mucho que nos parecemos en lo obvio. Solo vi de cerca y hablé una vez con Leopoldo María Panero, si se descuentan las abundantes noches o tardes pasadas con sus libros. Fue tal vez un día de marzo o abril de 1981, a la caída de la tarde, en El Café de Ruiz, un  conocido cafetín del barrio de Malasaña de Madrid. Entonces lo frecuentaba con amigos, o con mi novia, a veces para beber absenta. El poeta, que se había hecho famoso por la película de Chávarri que puso nombre al sentimiento predominante en los años inmediatamente posteriores a la muerte de Franco (¿qué fue antes, el título o el clima?), estaba apoyado sobre la barra, a la entrada, visiblemente borracho o colocado. Yo llevaba en la mano unos cuantos ejemplares de una publicación que editábamos por entonces un grupo de amigos, y le regalé uno. Él lo miró,  leyó (o declamó) el título en voz alta, lo abrió, pasó alguna página y lo dejo a un lado en la barra. Traté de conversar con él, pero enseguida me di cuenta de que no era posible. Así que le dije algo amable y me marché, no sin antes hacerle un gesto hacia el libro, como indicándole que no lo olvidara. Lo que probablemente haría. Algunos días después (o antes), le había oído leer sus poemas en una de las tertulias a las que solía ir por entonces, tal vez en Puente Cultural. Recuerdo que no me gustó nada su forma de recitar. Aunque seguí admirando y leyendo sus poemas. Y sus cuentos: las narraciones que componen En lugar del hijo siempre me han parecido un punto y aparte en la cuentística española. Un cruce entre Lovecraft y Poe, a través de la mirada de JM Barrie, el creador de Peter Pan. «El terror es la carencia de un rostro a la hora de arrancar las máscaras». Recuerdo bien el impacto que ya entonces me produjo esta frase, asociada a ese libro. Aún hoy creo en su clarividencia.

3. Ayer jueves tenía previsto asistir en la Fundación Juan March a una conferencia de Pere Gimferrer. Según las nuevas normas de la fundación, había reservado las entradas que debería validar unos minutos antes del acto. El miércoles recibí en mi correo electrónico un aviso de que el conferenciante había suspendido su intervención. No me consta que haya ningún vínculo entre esa suspensión y las muertes, tan azarosamente cercanas, de Ana y Leopoldo María. Tal vez sólo el hecho de que Gimferrer puede ser considerado el vértice mayor del triángulo que los une. Algo así como el punto 0 de los novísimos, con sus nueve letras.

4. No sabía si aún estaría en su sitio, después de tantos años, pero sí. En el lugar correspondiente de la estantería pude localizar la carpetilla azul (Centauro, modelo 7825) en la que hace décadas un amigo de entonces, pariente del poeta, me regaló cuidadosamente fotocopiados dos de los primeros libros de poemas de LMP,  Teoría y Así se fundó Carnaby Street. Al deplazar las gomas y abrir la carpeta, se formó en el aire una pequeña nube de polvo. Al trasluz,  me pareció que las motas danzarinas creaban algo así como la mueca desdentada y aburrida con que el poeta aparece en algunas de sus últimas fotos. En mi recuerdo, sin embargo, su aspecto es más bien el de la foto de Chema Conesa que he colgado arriba. En ella comienza a hacerse visible el deterioro. Pero no hay todavía ningún rastro de las devastaciones de la supervivencia.

5. Al final, es posible que a todos nos venza la desgana. El desencanto, desde luego, hace tiempo que resulta insuficiente para contener tanto desastre.

6. Como ha escrito de forma atinada el poeta Antonio Lucas, alguien deberá atreverse a  cribar alguna vez tanta facundia, abismarse en las resmas de tanta letra impresa. Y ver qué queda. Desde luego, y como mínimo, un buen monto de imágenes brillantes que han ahondado, siempre con gran vuelo retórico y también con muchos momentos de hermosa o hiriente lucidez, en los inconvenientes de haber nacido hijo. De padre y madre. Y no ser capaz de superarlo. ¿Pero alguien lo supera?

lunes, 3 de marzo de 2014

Aniversario



Siempre es un momento oportuno para volver a la luz de esta negra sombra. Pero mucho más en este 3 de marzo en el que hace tres años que murió mi madre. Su memoria nos acompaña. Y al calor de su recuerdo cobran un significado muy especial las palabras prodigiosas del poema de Rosalía en la interpretación inimitable de Luz Casal.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Paco de Lucía



Nunca fuera tan triste quedarse sin palabras.
Se mezclaron las aguas y el río baja turbio.
¿Quién volverá a decirnos dónde está el manantial?
¿Quién será el zahorí de la fuente clara?
En una mano cabe la tristeza del mundo,
la otra es el reguero que prende la alegría.
Y hay un pozo sin fondo en medio de la noche.
Adiós, maestro, gracias por toda la belleza.

martes, 25 de febrero de 2014

lunes, 24 de febrero de 2014

La tele letal

Ventura&Corominas

Al volver sobre sus pasos, en el plató principal del crematorio de basuras, el presentador estrella no pudo aguantar más y, sin darse cuenta de que aún estaba en directo, fuera de sí exclamó:
—¡Me cago en la puta! ¿No os he dicho mil veces que me quitéis el retorno?
Fue inútil. En las pantallas de todas las televisiones conectadas (casi el 28% del share en algunos momentos), ante los ojos vaciados de los espectadores, se repetía una y otra vez, entrando y saliendo de la boca de los contertulios, la imagen del vómito.
Y así durante horas, días, meses.
Hay quien sostiene que con aquella mezcla de vísceras, bilis, sangre, fluidos espesos y materia fecal se estercolaban cada día los campos del país, de modo que en el transcurso de unos pocas semanas el número de zombis había alcanzado tal proporción que era casi imposible ver por las calles a alguien que no anduviera conectado a un teléfono móvil. 

viernes, 21 de febrero de 2014

Gürtel: casi toda la trama


Los cambios en la dirección de El País saltaron al conocimiento público, el pasado fin de semana, a través de un envío presuntamente equivocado de e-mails por parte del que ya ha sido designado como nuevo director, Antonio Caño. Una peripecia que calcaba tan de cerca viejos y hasta novelescos procedimientos de difusión anticipada de novedades que resulta cuando menos sospechosa. El clásico paripé. Tampoco es que pareciera necesaria una maniobra amortiguadora de una decisión polémica en una situación en la que Juan Luis Cebrián, heredero máximo del reino de Polanco, controla todos los resortes del poder, por más que se mantengan formalmente las cautelas societarias e incluso siga en vigor el muy democrático y pionero estatuto de la Redacción, que obliga a la empresa a someter a una consulta previa (aunque no vinculante) decisiones de este calado.

La noticia del relevo ha sido interpretada en la mayoría de los demás medios como la prueba palmaria de la derechización del periódico. O por decirlo con mayor propiedad, como el refrendo de un pacto de la empresa editora con el actual Gobierno para disminuir la crítica a cambio de apoyos económicos que permitan sortear la muy difícil situación de Prisa, cuyas cifras de negocio arrojan un resultado cercano a la quiebra técnica, aunque ya se sabe que el valor del dinero en términos capitalistas (¿pero hay otros?) es algo muy relativo. La verdad es que, como suele ocurrir en casi todos los relatos informativos que tienen que ver con asuntos complejos, es muy difícil hacerse una idea desprejuiciada de la situación, y el rastro de las informaciones que uno podría seguir es tan prolijo y enrevesado, que la actitud del común tiende a refugiarse en el parapeto del tópico confortable, sin tomarse la molestia de ir más allá.

En mi opinión, hay algunas evidencias, en forma de editoriales, titulares a toda página y sesgos informativos, que desde hace algún tiempo vienen mostrando que la independencia de El País, si no perdida, sí está sometida a asechanzas y derivas que la ponen en tela de juicio, o incluso dan pie para pensar que algunos de los apoyos del periódico deben de estar hundidos en aguas pantanosas. La salida de profesionales de indudable valía y de claro perfil crítico con el poder a lo largo de los últimos meses, con eres o sin eres de por medio, es tal vez el síntoma más inquietante. Pero sería injusto (e inexacto) verlo todo desde esa perspectiva, y más aún en una situación como la actual en que la irrupción de Internet y las redes sociales, con la guasa de Facebook y el follón del gay-twittear a la cabeza, ha puesto patas arriba todo el ecosistema informativo dejando herida de muerte (o casi) a la prensa de papel. Y acaso también el papel de la prensa.

Ahí está como prueba de excelente periodismo crítico e independiente la magnífica serie (casi un folletón a la antigua usanza) que José María Izquierdo, con la colaboración de numerosos compañeros del periódico, ha escrito para desentrañar hasta donde aún es posible el intrincado y ominoso «caso Gürtel», ya en su quinto año de investigación judicial. Y casi doce años después del conocido evento escurialense que, en forma de delirio nada azaroso (pues estaba casi calcado de una conocida secuencia la gran saga fílmica de Coppola, si bien adaptada a los aires del Guadarrama y a la dureza berroqueña del corazón patrio), supuso el cenit de la correosa banda mafiosa. Aunque puede que también marcara el inicio de una guerra de familias cuyos episodios, más o menos truculentos, llegan hasta ayer mismo, y de la que no parece difícil suponer que aún queden batallas pendientes (quién sabe si las más cruentas). El documento de Izquierdo, que puede leerse aquí,  es una de esas piezas que, como suele decirse, aunque nunca ocurra, en cualquier país civilizado haría temblar los cimientos del misterio... o al menos de la situación política que hizo posible lo que en él se cuenta.

martes, 18 de febrero de 2014

Gravedad

Tomado de Acordeon Guy vía  Naukas.

Las palabras siempre dicen otra cosa.
Y a veces hasta cumplen lo que dicen.

(Un no sé qué que quedan balbuciendo).







miércoles, 12 de febrero de 2014

Vestíbulo de niebla


La interrupción de la vida cotidiana tiene la virtud de sacarnos, literalmente, de nuestras casillas. Y la desventaja, aparente, de que sin el amparo de la costumbre hay situaciones en las que no encontramos el rastro de las cosas (¡y las personas, sobre todo las personas!) en el lugar donde creíamos que estaban. No hay nada peor (es un decir) que regresar a un lugar del pasado y a las primeras de cambio caer en la cuenta de que es un lugar desierto. Pero es que no se puede volver al pasado, esa es la falacia. Crees que viajas al sitio donde estuviste tantas veces, donde viviste horas y circunstancias que han tenido su peso, pero en realidad lo que haces es llegar a una estación llena de presuntos viajeros que van y vienen, un enorme vestíbulo de acceso a unos fríos andenes donde todos los trenes están inmóviles e intuyes que no se moverán nunca.  Y aunque puedes pararte a saludar y a dar y recibir afecto, muy pronto caes en la cuenta de que casi todo el mundo (las excepciones son muy pocas) está en otra parte. Y que también tú, que en teoría eres quien ha emprendido el viaje y en cierto modo llegas con noticias de otras tierras, estás en otra parte. Ahí se inicia o prosigue una interminable danza en fuga: afectos que caminan desprovistos de cuerpo en busca de personas que se mueven congeladas en un gesto, temerosas o audaces, islas y linajes, derivas entre extraños pasadizos que son las calles llenas de viento airado. Y, tras las grandes cristaleras, el laberinto interior de los edificios comunes donde la vida es otra forma de representación. No sirve de nada interpretar con benevolencia los signos inequívocos del error que lo calcina todo. Hemos de sobrevivir y hasta tenemos la obligación de la alegría pegada a nuestra moral más íntima. Hay consignas que nos han sido transmitidas con las aguas de la tribu, con la señal de nuestra pertenencia a una horda amansada que quiere reconocerse en cada uno de nosotros y, por medios ancestrales que ya forman parte de nuestra naturaleza, nos incitan a transformar la ofuscación en una moneda visual capaz de granjearnos la mirada de los otros: el reconocimiento. «¡Hola, Fulanito, cuánto tiempo!» Y ahí y allí se acaba todo. En medio de la selva, dicen las crónicas más creíbles, y los sueños que aún nos asaltan en sueños, se abre una inmensa cascada de agua pura. Es tan grande su caudal que no existe mirada capaz de comprenderla. Por eso nos perdemos en su contemplación. A lo más que podemos aspirar es a desleírnos en su corazón de humo caliente. Y a sentir que ese agua sin principio ni fin es nuestra sangre.

(Tiempo contado, 27 de noviembre de 2013, miércoles, 2:45)

viernes, 7 de febrero de 2014

La ruleta de los Goya


Este año he ido menos al cine, entre otras cosas porque han cerrado las salas que tenía más cerca de casa (Morasol y Renoir-Cuatro Caminos)  y porque la subida de precios obliga a seleccionar bien cada «inversión». Aunque, en contrapartida, he visto más pelis en televisión y en deuvedé, pero no es lo mismo. No tengo opinión de primera mano sobre varias de las películas españolas en liza: ¿dónde, en qué horario, por cuánto tiempo han podido verse? ¿De verdad que se han estrenado todas? Por otra parte, de las que he visto, no todas figuran entre las finalistas a los premios Goya, que se fallan este domingo, y de los que, en un gesto que lo retrata de cuerpo entero, ha dimitido el ministro Wert: podría animarse y hacerlo de todo lo demás. En cuanto a las películas ausentes, me parece extraño, por ejemplo, que no aparezca como finalista en ningún apartado Gente en sitios, un muy estimable filme postrealista, que entre otros tiene el mérito de ofrecer un inteligente afinamiento de lo que podríamos llamar la «estética Youtube», pasada por el espíritu crítico y la fluida inventiva de Juan Cavestany. En cualquier caso,  no quiero dejar vacía esta cita anual con la ruleta de los «cabezones». Y menos en el año en que los premios se han presentado en el Casino Gran Madrid, poderosa metáfora (para quien quiera entenderla) de que el cine español a estas alturas, para no perecer, ya lo fía todo a un golpe de fortuna. Así que aquí está mi tirada, más azarosa que nunca,  movida por el mero afán lúdico.Y por amor, eso sí, a lo que aún me queda por ver. Pues, diga  lo que diga el «crítico» Montoro, sigo pensando que el cine español, aunque esté herido, aún tiene mucha vida por delante. Y muchas historias que contar.


☻ Goya de honor: Jaime de Armiñán. ¡Bingo!
Mejor película: La gran familia española. Tras mucho pensarlo, me decanto por esta tragicomedia coral que tiene detrás la buena mano de Daniel Sánchez Arévalo, uno de los más firmes baluartes del nuevo cine cómico nacional, siempre en peligro de desembocar en humo. Entre sus rivales, creo que ocupa el primer puesto la ópera prima de Fernando Franco, La herida, pero es tan dura que acaba resultando difícilmente soportable. Además, no suele ocurrir que una primera película vuele tan alto en los Goya. Si no recuerdo mal, solo ha pasado dos veces: con Tesis (de Amenábar)  y El Bola (de Achero Mañas). Otra de las finalistas, 15 años y un día, de Gracia Querejeta, es una historia muy bien contada, pero en cierto modo suena a ya vista. Caníbal, tiene, me parece, más posibilidades en otras categorías, las más "artísticas".  Una sorpresa (y una gran alegría) sería que finalmente triunfara Vivir es fácil con los ojos cerrados, el filme de David Trueba. Como digo más adelante, creo que tendrá algún reconocimiento, pero en otros apartados. 

Mejor dirección: Gracia Querejeta, por 15 años y un día. Lo dicho en el comentario anterior no resta mérito alguno a la gran destreza que la hija de Elías Querejeta (recientemente fallecido) demuestra, una vez más, tras la cámara. Darle este premio sería, además, una manera explícita de homenajear al más importante productor del cine español de las últimas décadas.

☻ Mejor actriz protagonista: Marian Álvarez, por La herida. Tiene a su favor, además del impacto de su primer papel importante (La herida, básicamente, es ella), el que sus competidoras han sido nominadas por interpretaciones que probablemente no sean las más destacadas de sus carreras.

Mejor actor protagonista: Eduard Fernández, por Todas las mujeres. Aunque tanto Javier Cámara como, sobre todo, el hiperactivo Antonio de la Torre no se lo pondrán fácil, tengo el pálpito de que el gran actor catalán ganará este año su tercer Goya por una interpretación de la que he oído decir que roza la perfección en sus diferentes duetos con excelentes actrices. 

☻ Mejor guión original: David Trueba, por Vivir es fácil con los ojos cerrados. Lo dicen los dados, el efecto Beatles y, sobre todo, la debilidad que siento por uno de mis columnistas preferidos. Un tipo de probada sensatez. Y un buen escritor. Y este premio debería premiar sobre todo la escritura.

Mejor guión adaptado: Manuel Martínez Cuenca y Alejandro Hernández, por Caníbal. Me parece que este será uno de los varios «premios menores» que conseguirá esta historia minimalista, de gran impacto visual, que alguien ha descrito como «el menú que nunca veremos en Master Chef».

☻ Mejor actriz de reparto: Terele Pávez, por Las brujas de Zugarramurdi. Fuentes bien informadas (¡gracias, Navajo!) me han librado de desperdiciar unos eurillos con la última de Álex de la Iglesia, aunque la tengo apartada para verla en la tele. Creo, con todo, que este será un premio a la experiencia. (Posdata: acabo de verla en Imagenio: es una pena que un prometedor y desternillante inicio, si bien algo fallero, vaya derivando hacia la mera acumulación de estruendos y disparates... No es la primera vez que le pasa al maestro de El día la bestia, donde, por cierto, en una reciente revisión, he advertido que ya aparece presentida la siniestra sombra de Bankia).

Mejor actor de reparto: Antonio de la Torre por La gran familia española. «¿Hay alguna película española notable de los últimos años en la que no haya participado este actor todoterreno?» Este comentario es del año pasado, pero sigue vigente y  se ha reforzado: la IMDB recoge nada menos que ¡91 títulos! en la filmografía de este en verdad camaleónico actor. Es verdad que esa cifra incluye pequeños papeles y series de televisión, pero no está nada mal para alguien que acaba de cumplir 46 años (por cierto, la edad con que ha muerto el gran Philip Seymour Hoffman). Además, este año De la Torre también opta al premio al mejor actor, por Caníbal. Es su séptima nominación, con dos dobletes consecutivos en ambas categorías de interpretación. Sería duro que se fuera otro año de vacío (aunque ya tiene un Goyael de actor de reparto por AzulOscuroCasiNegro, en 2006).

Mejor actriz revelación: Belén López, por 15 años y un día. Y porque sí.

Mejor actor revelación: Berto Romero, por 3 bodas de más. Su gag del perro es el chiste más divertido y mejor interpretado que he visto en cine en mucho tiempo: él solo vale el Goya.

☻ Mejor dirección novel: Fernando Franco, por La herida. Esta sí que me parece que es una apuesta segura. Me sorprendería mucho no acertar. Franco, en la línea de La soledad de Jaime Rosales (que fue la gran triunfadora en 2007), ha rodado, sin concesiones, una historia que hurga en una de las líneas más desoladoras de la vida cotidiana arrasada por la imposibilidad de quererse a uno mismo. Su última secuencia, tan hermosa como terrible, es un prodigio de interpretación. Y llega a doler.

Y en el resto de categorías (con más dados de por medio):

☻ Mejor música original: Pat Metheny, por Vivir es fácil con los ojos cerrados (favorecida por el "revival Beatles").
Mejor canción original: «Aquí sigo», de Una noche en el viejo México (canta Julieta Venegas; autor: Emilio Aragón).
☻ Mejor dirección de producción: Carlos Bernases, por Las brujas de Zugarramurdi.
☻ Mejor dirección de fotografía: Pau Esteve Birba, por 
Caníbal.
Mejor montaje: Nacho Ruiz Capillas, por La gran familia española.
☻ Mejor maquillaje y/o peluquería: el equipo de Las brujas de Zugarramurdi.
Mejor dirección artística:
Isabel Viñuales, por Caníbal.
Mejor diseño de vestuario: Tatiana Hernández, por Los amantes pasajeros.
Mejores efectos especiales: Lluís Rivera Jove-Juanma Nogales, por Los último días.
☻ Mejor sonido: el equipo de Las brujas de Zugarramurdi.
☻ Mejor película de animación: Futbolín, de Juan José Campanella.
☻ Mejor película documental: Las maestras de la república, de Pilar Pérez Solano.
Mejor película hispanoamericana: la mexicana La jaula de oro, de Diego Quemada-Díez.
☻ Mejor película europea: Amor, de Michel Haneke.
Mejor corto de ficción: Pipas, de Manuela Moreno o Abstenerse agencias, de Gaizka Urresti.
Mejor corto documental: Chaves Nogales, el hombre que estaba allí, de Torrente-S-Guisande-Suberviola.
Mejor corto de animación: Vía Tango, de Adriana Navarro Álvarez.


Aciertos