miércoles, 18 de noviembre de 2020

Adiós a mi amigo Miguel

 


En la noche del domingo al lunes (15-16 noviembre 2020), mientras dormía, falleció nuestro queridísimo amigo Miguel Martínez, de la Imprenta. Un hombre afable y luchador, y una de las personas con mayor capacidad de resolución que he conocido.
Soriano de origen (23 de abril de 1945) y carácter, gallego de elección y acaso fatalidad (no se puede ser gallego de otra forma) y madrileño de adopción y militancia, creo que a él le gustaría que le identificasen como alguien “de la Imprenta”, noble oficio y complicada actividad a la que dedicó, casi desde niño, la mayor parte de su vida. Y con buen éxito. El suficiente para retirarse en sus últimos años a la Ribeira Sacra de Ourense. Allí, junto con Maite y sus hijos, Jorge y Daniel, ideó un espacio luminoso y apacible que muchos amigos, y en repetidas ocasiones, disfrutamos como lo más parecido al “locus amœnus” soñado por todos alguna vez. Aunque al final la senda tuviera también sus precipicios.
Miguel ha sido —es— un amigo de corazón, sin restricciones, con el que me han unido muchas cosas a lo largo de los últimos cuarenta años, desde que nos conocimos laborando en los Temas Clave de Salvat. Tal vez la mayor de ellas: un afán por buscarle a la vida el lado del buen humor y el bien común. También el valor de la amistad. Y el entusiasmo.
Voy —vamos: a su alrededor sigue habiendo lumbre—a echar mucho de menos sus iniciativas, sus apasionamientos, su instinto vital tan contagioso y mantenido hasta sus últimas horas. Apenas cuatro o cinco antes de que falleciera tuve con él una conversación en la que planeábamos una cita para después de la peste, «alá, no Pazo da Cal ó pe de San Paio, en Santa Tecla», para celebrar que por fin los olivos habían dado fruto. «No bastará —me dijo— para hacer la gran fiesta del aceite, pero sí podremos celebrar el encuentro de la aceituna». O tal vez lo dije yo.
La última palabra que tuve de él fue una sonrisa. Muy parecida, imagino, a la que muestra la foto que me ha hecho llegar Santiago. Será seguramente de algunos de los buenos momentos que en estos últimos años hemos pasado juntos, con Felipe, Alfredo y tantos otros. Y otras, claro.
Buen viaje, amigo. Seguiremos hablando.


lunes, 16 de noviembre de 2020

A Esmorga en TVE-La 2



 (Al filo de los días). Se me olvidó indicar ayer la proyección en La 2, en el cada vez más imprescindible Días de cine”, de A Esmorga, la adaptación cinematográfica de la novela de Eduardo Blanco Amor dirigida por Luis Villar y con excelentes interpretaciones de Miguel Lira, Antonio Durán “Morris” y Karra Elejalde. Una versión muy superior a la precedente y bienintencionada, pero quizás fallida (auque esto es opinable, claro), filmada por Gonzalo Suárez (Parranda, 1977). Como ahora las emisiones de televisión se pueden “recuperar” durante algunos días, sirva el aviso para disfrutar de una obra que se aproxima con gran acierto al inolvidable y terrible universo de una de las mejores narraciones de la literatura gallega, además de obra imprescindible de la literatura peninsular y europea del siglo XX. Ah, y tan española como gallega, que el empleo de ciertas expresiones empieza a ser, además de un campo de minas, algo parecido a un ejercicio de funambulismo sonámbulo. No se la pierdan.

Culebrillas

Lo muerto y lo que vive.
La selva y el desierto.
Los tiempos ominosos,
su sustancia manchada.
El principio infinito.
La última jugada.
Todo lo que nos miente como si fuera cierto.
Y lo que
no se ve
en la lid sin final:
el buen bien, el mal mal.
El rincón del rencor
infinitesimal.
Otra aurora
marcada
que llora
debajo de la almohada.
Las enumeraciones.
Y las constelaciones.
Hacia la luz, esquirlas.
Corredores cerrados.
Y el cielo enmarañado
de fuegos de artificio.
Redoblan los tambores.
No rechines los dientes.
Qué lejos el misterio
que se pierde en tu frente.
Y por el corazón abajo,
junto al sexo,
la verdad es verdad en verdad.
En el cielo está el suelo.
El suelo está en el suelo.

domingo, 15 de noviembre de 2020

Salvar maquetas

Propongo que el barrio de La Prospe se postule para acoger, en algunos de sus edificios (el Centro Nicolás Salmerón, por ejemplo), estas maquetas de Madrid que, según parece, corren peligro de ser destruidas. Estuvieron en el Museo de la Ciudad, también situado en el barrio, y parece razonable que se les busque una ubicación para salvarlas. A quien corresponda.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Todo Chaves Nogales

(En voz alta). 

Anunciaba el último Babelia la publicación de la Obra completa de Manuel Chaves Nogales (Libros del Asteroide / Diputación de Sevilla, 2020; 5 vols., 3.664 páginas; 100 €), todo un acontecimiento editorial que debe suponer la recuperación definitiva de uno de los más lúcidos testigos de la parte más dolorosa de la historia reciente de España desde una “tercera” óptica que, lejos de ser neutral, tal vez destaque por su auténtico compromiso con la libertad, la democracia y el ejercicio no arrendado de la inteligencia. Un ejemplo, en todo caso, de lo que podría haber sido —ojalá todavía pudiera ser— la realidad de una España más allá del cainismo, la estulticia, la injusticia y la pereza mental.

Como es sabido, el gran aldabonazo para el descubrimiento del escritor fue
este texto, el prólogo
a una de sus obras más notables, convertido desde entonces en todo un referente de actitudes posibles entre nosotros, sin excluir el lúcido diagnóstico de errores que no deberían volver a repetirse. Por eso lo comparto.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Adiós a Enrique Lynch


(En voz alta).
Con qué rauda prontitud cambia la Wikipedia el “es” por un “fue”. Debería tener la vasta enciclopedia una pauta de estilo para evitar estas fugaces redacciones, aunque la posibilidad de la edición permanente todo lo excusa o excuse. Descanse en paz Enrique Lynch. Sé que su muerte ha afectado mucho a buenos amigos. Una gran pérdida.