martes, 18 de agosto de 2020

El Reino

(Al hilo de los días). Hoy se emite en el canal Ñ El Reino, lo más parecido a un biopic de la Gürtel, con Manoliños, Josemaris, Bárcenas y toa la pesca genovesa, en una singular obra en clave que tiene las llaves a la vista. Era digno de verse cómo, en la premier de la peli, en la Academia de Cine, al lado mismo de Génova 13, el patio de butacas venía a ser una continuación del celuloide, en una ruptura de muros entre la realidad y la ficción como muy pocas veces antes se ha conseguido en la tierra de Cervantes y la Picaresca. El arte sigue manteniendo su viejo poder taumatúrgico, curativo, incluso exorcizante. Basta con que las muy concretas y reales tropelías cometidas por una pandilla de facinerosos se conviertan en “pulpa de ficción” (si se me permite el barbarismo tarantiniano) para que las culpas queden casi lavadas y la memoria de pez del pueblo satisfecha. Disfruten, si aún no lo han hecho, de El Reino. Pocas veces verán uno que sea tan clara y jodidamente de este mundo.

Trikiklos (37)


Me gusta mucho
resolver jeroglíficos:
sus saltos mágicos.
Descifrar símbolos
buscar analogías,
traducir signos.
Hay siempre un algo
que va de un sitio a otro:
¿vuelo poético?
Un buen enigma
es el que está a la vista
bien escondido.
Exige un poco
de imaginación y...
¡mucha paciencia!
El premio es siempre
no darse por vencido
—ni en la derrota.
Los jeroglíficos
son juegos que, a su modo,
burlan la inercia
mental, evitan
los caminos trillados,
ensanchan lógicas.
Pero hoy no encuentro,
ni en prensa ni en las redes,
la vieja escuela.
Aquella impronta
de sencillez genial:
¡Ocón de Oro!

lunes, 17 de agosto de 2020

Vida social

Blame and shame
are the name of game.
Anne Carson
De pronto empieza el mundo a reclamarte
lo que no es tuyo ni nunca has tenido:
la vieja ofuscación, el confundido
secreto del que no eres parte ni arte.
En las íntimas cuevas, que al mirarte
por dentro nunca ves, está escondido
el nombre que tú sabes: su sonido
no puedes escucharlo sin alzarte
del suelo y de la niebla bajo el signo
de un súbito y fulgente sobresalto
que se agota en su propia efervescencia.
Miradas y cabañas. Tu más digno
territorio interior sufre el asalto
de las sombras que incendian tu conciencia.
(Y así, de adentro a afuera, hay un abismo
que se confunde ya contigo mismo).

domingo, 16 de agosto de 2020

A favor de los neuroderechos

(Lecturas en voz alta). No se trata ya sólo de que nos paguen por nuestros datos: queremos que se reconozcan los neuroderechos humanos. ¿Quién lo dice? Rafael Yuste, un científico español, peso pesado del proyecto Brain (fue su director, no sé si lo sigue siendo) y uno de los que mejor conoce los secretos —cada vez menos, pero aún inmensos— del funcionamiento del cerebro.

La neurotecnología ya está aquí: protejamos nuestros pensamientos.

Por cayetanas

 

(En voz alta). Buena parte de las columnas de opinión en la prensa de hoy torean, por así decir, "por cayetanas”, un tipo de escritura de largos pases y poco quiebros, sólo los necesarios para que el diestro se haga reconocible en el centro del medio donde oficia y deje claro, de una vez por todas, que en lo tocante al tema candente él toca pelo: vamos, que tiene razón. De los varios análisis leídos sobre la figura de la semana («Es o era del PP y se llama Cayetana», podríamos decir en singular homenaje a una de las crónicas legendarias de la tauromaquia), destacan sobremanera dos. Uno, el del Nobel Mario Vargas Llosa, en El País, ofrece un recorrido en verdad estimulante: a través de una prosa limpia y bien ceñida, con vuelo y gracia, se pone al servicio de un perfil hagiográfico no exento de subrayados verosímiles, pero todo él impregnado de un tufo turiferario y militante que no extraña pero tampoco convence —imagino— más que a los que ya. Y el otro, en El Mundo, es el indómito Arcadi Espada que, con la soltura e impiedad que le caracterizan, se aplica en pasarles cuenta a los colegas que, tras la caída de la hasta ahora portavoz conservadora, han exhibido los muñones restrictivos de la falta de empatía como excusa de su fracaso, el de ella, mientras que los jaleantes tenían “razones objetivas” para su encumbramiento. El envite de Espada gana mucho cuando en él comparece, bien traído, Ferlosio, del que cita por extenso la parábola, o más bien comparanza, de los dos viajeros disímiles que acceden al tren. Tampoco está mal, como cierre, la cita al bies de la luminosa copla de Lole y Manuel: «De lo que pasa en er mundo / por Dios que no entiendo na: / el cardo siempre gritando / y la flor siempre callá». Busquen y lean. Merece la pena.

Trikiklos (36)

 


¿De qué memoria
emerge, con las aguas,
tan grande estruendo?
La Habana, el puerto,
el Maine por los aires:
guerra de Cuba.
Viejas lecturas,
lecciones repetidas,
una y mil voces.
Y, entre ellas, nombres
—Adolfo Campos Ramos—
que no se olvidan.
La tarde anima
un rincón de la historia
y se marchita.
La horas solas
son sólo la medida
de la memoria.

La agonía del Mar Menor y otros desastres

Peces muertos en la orilla del Mar Menor. Foto EA
(Al filo de los días). Largo e interesante artículo de Antonio Campillo sobre el lamentable estado del Mar Menor y las iniciativas, casi desesperadas, para intentar salvarlo, incluida la propuesta ideada por el Ayuntamiento de Los Alcázares para declarar a la gran laguna salada sujeto de derechos y, en consecuencia, poder proceder sin burocracias ni falsas promesas siempre incumplidas contra quienes lo agredan. Un planteamiento que también podría extenderse y ser útil para otros ecosistemas y “sujetos naturales” salvajemente castigados, y de forma muy especial para el río Tajo cuyo expolio y maltrato continuado son también un clamor incesante ante la cada vez más calamitosa situación de nuestro gran río, convertido casi en una ciénaga inmunda en muchos puntos de su trayecto.

Curiosamente, tanto la errónea política del trasvase Tajo-Segura como las principales causas de la contaminación del Mar Menor están indirectamente ligadas y, aunque suscitan opiniones diversas, merced a la miopía del que ve sólo sus intereses particulares, ambas son consecuencia directa de un mismo mal: no es posible seguir tratando a la naturaleza de modo tan inhumano ni podemos seguir fundando nuestra economía en la sobrexplotación permanente de los recursos ni en prácticas que, como se está viendo de forma palmaria, acaban teniendo consecuencias cada vez más graves e ingobernables sobre nuestra salud. Ya no hay más excusas ni más tiempo. Los derechos de la naturaleza son también nuestros derechos. No hay otra forma de superar la actual pesadilla.