martes, 23 de junio de 2020

Ludwig dice...

La imagen puede contener: 2 personas, personas sentadas
Bartolomé Esteban Murillo: Dos niños jugando a los dados; entre 1670 y 1675.
Academia de Bellas Artes, Viena.
Si todos los objetos son dados
todos los dados son si objetos.
Si todos son los objetos dados
los objetos dados si son todos.
Todos los objetos son si dados
si dados son los todos objetos.


Sind alle Gegenstände Gegeben...
(L. Wittgenstein, Tractatus..., 2-0124)

(Serie “Dados”, tirada final).

lunes, 22 de junio de 2020

Adagia andante (14)

Poesía es creación de realidad.
Y dice Stevens: «Un poema no necesita tener sentido y, al igual que otras cosas de la naturaleza, muchas veces no lo tiene» (cláusula 251). No se olvide.

¿Y qué hay de nuevo? Con las viejas palabras el poema logra iluminar aspectos inéditos del mundo. Pero es necesario no confundir lo nuevo con lo novedoso. Ni el amor con el comercio de la carne.
Es aquí donde a veces se despeñan los caminos de la mano surreal dejada a su albedrío. El inconsciente es un reino entre tinieblas: hay que apartarlas para poder verlo. Pero por sí solas las tinieblas no son nada.
En la realidad caben todos los reinos. Fuera de ella solo hay un exceso putrefacto de mala fantasía. Tal vez un demonio.
La imaginación es real.
Los poemas —claro— están hechos de palabras reales: cuando fluyen excitan nuestra mente.
La apariencia del poema es su presencia: conviene no dar nunca nada por supuesto.
Y en eso, más que en ninguna otra cautela o dato previo, estriba la experiencia de la poesía. Vida que se crea ahí. Y que vuelve al origen (de la lengua) en busca de su originalidad.
A menudo el poema nos enseña cómo se hace el poema. Entre teoría y vida no siempre hay término medio. Tampoco entre vida y poesía.
Poesía es un modo de mirar moralmente el mundo. Y es también la creación de un orden nuevo.
Y, sin embargo, nada hay en en el poema que dé órdenes. Tan sólo mueve la voluntad por compasión o empatía: el acorde que es capaz de vibrar y hacer vibrar.
Casi siempre —a poco que prestemos atención— la poesía pone en juego un ejercicio pleno de sentido común.

Ciaccona en la mayor, de Johann Heinrich Schmelzer (1620-1680).
 Violín: Hélène Schmitt.
Agradezco la pista a Manuel Martín Galán, expertísimo conocedor de la música barroca, 
y a mi amigo Daniel Galán por su mediación.

Entre dos luces

La imagen puede contener: cielo, nubes, árbol, exterior y naturaleza
Albert Bierdstadt: Atardecer en la pradera, hacia 1870.
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
«La vida de los otros es, al final, la que siempre será un misterio. Aunque sólo puedas saber de ellos, verdaderamente, a través del misterio de tu vida», leyó. Había pasado la tarde divagando entre viejos recuerdos personales, monótonos y oscuros, y los recuerdos vivos y bien ordenados de un cómico admirable. Y entre una y otra experiencia —contrastes al margen— parecía abrirse paso una órbita de sentido capaz de reducir, si no el misterio, sí la dificultad de interpretación para no volverlo por completo insignificante. Y fue ahí, justamente ahí, cuando se abrió paso, de golpe, el destello de luz que inaugura el crepúsculo.
...

domingo, 21 de junio de 2020

Llegada a Oniria

La imagen puede contener: exterior
Darío de Regoyos: Artecalle (Durango), 1905. Colección Particular.
Cuando llegué al lugar, el Demiurgo me estaba esperando. «Estabas en lo cierto —me habló—. No hay diferencia entre dormir y velar: en ambos casos estamos soñando».

...

sábado, 20 de junio de 2020

India y los pájaros

La imagen puede contener: gato
India, en los Narejos Foto: Ángeles Pinto.

(Al hilo de los días). Belleza animal. India, la gatita de Angelines (autora de la foto), mirando el trasiego de los pájaros.

viernes, 19 de junio de 2020

Patíbulos

La imagen puede contener: exterior e interior
Umberto Boccioni: Alboroto en la Galería, 1910. Pinacoteca de Brera, Milán.
A la plazas públicas, donde ya se habían dispuesto los patíbulos y sus ecos, habían ido afluyendo verdugos de todos los colores ataviados con las más variopintas vestiduras. Eran cientos, tal vez miles, y tras mirarse durante un buen rato los unos a los otros, los otros a los unos, varias veces y viceversa, llegó un momento en que todos, primero con ansia, luego con asombro, más tarde ya con perplejidad y hasta hastío, escudriñaban sin cesar los rincones casi husmeantes en busca de las víctimas. Pero no sé veían por ningún lado, ni aparecía nadie que pudiera desempeñar ese papel. ¿Qué hacer? Las guillotinas fulgían en la altura y el sol arrancaba brillos contrarios de las hachas. Fue entonces cuando un esbirro gordo de capuz negro rematado en una ridículo borla lanzó un alarido y arremetió contra un colega de verdugo rojo y grandes aberturas oculares. Y, como suele decirse, allí fue Troya. Siguen en ello.
...

jueves, 18 de junio de 2020

En son de Paz (9)

La imagen puede contener: una persona
Paz o el pensamiento creativo. Foto: Archivo Elizabeth Ruiz/Cuartoscuro.
(En son de Paz, 23). En La otra voz, el ensayo fechado a finales de 1989 con el que Octavio Paz cerró sus reflexiones y estudios sobre la poesía a través de la historia, todos ellos agrupados en sus Obras Completas bajo el título de «La casa de la presencia», el autor mexicano lleva a cabo una reflexión que, pese a estar escrita hace tres décadas, parece haber nacido casi del confinamiento.


Escribe Paz : «... puede decirse sin exagerar que el tema central de este fin de siglo no es el de la organización política de nuestras sociedades ni el de su orientación histórica. Lo urgente, hoy, es saber cómo vamos a asegurar la supervivencia de la especie humana. Ante esa realidad, ¿cuál puede ser la función de la poesía? ¿Qué puede decir la ‘otra voz’? Ya he indicado que si naciese un nuevo pensamiento político, la influencia de la poesía sería indirecta: recordar ciertas realidades enterradas, resucitarlas y presentarlas. Ante la cuestión de la supervivencia del género humano en una tierra envenenada y asolada, la respuesta no puede ser distinta. Su influencia sería indirecta: sugerir, inspirar e insinuar. No demostrar sino mostrar».
A continuación, después de recordar el modus operandi del pensamiento poético y sus operaciones básicas, y tras reivindicar el papel del poesía como cifra de la “fraternidad cósmica” (el poema refleja la solidaridad de las “diez mil cosas que componen el universo”), Paz concluye con una lúcida reivindicación y con un aviso: «La relación entre el hombre y la poesía es tan antigua como nuestra historia: comenzó cuando el hombre comenzó a ser hombre. Los primeros cazadores y recolectores de frutos un día se contemplaron, atónitos, durante un instante inacabable en el agua fija de un poema. Desde entonces, los hombres no han cesado de verse en ese espejo de imágenes. Y se han visto, simultáneamente, como creadores de imágenes y como imágenes de sus creaciones. Por esto, puedo decir con un poco de seguridad que, mientras haya hombres, habrá poesía. Pero la relación puede romperse. Nació de la facultad humana por excelencia, la imaginación; puede quebrarse si la imaginación muere o se corrompe. Si el hombre olvidase a la poesía, se olvidaría de sí mismo. Regresaría al caos original».

Fin de la cita. Estamos avisados.