jueves, 18 de junio de 2020

Cañas y barras

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
Karl Schmidt-Rottluff: Wine bar, 1913. Brücke Museum, Berlín.
Rufo, que a estas horas ya debía de andar un poco pasado de copas, se me acercó, birra en ristre y, tras acodarse en la barra y sin quitarle ojo a las latas de exquisitas conservas y a las bandejas de suculentos pintxos, me espetó: «No dejes de grandes cenas para mañana lo que están las sepulturas puedas hacer llenas hoy». Cuando yo digo que cada día está más loco...
...

miércoles, 17 de junio de 2020

El Cuento

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
Paul Gauguin: Mata Mua («Érase una vez»), 1892.
© Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en depósito en el
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid (al parecer, por poco tiempo).

—Abuelita, abuelita, ¿y cuándo fue el tiempo del érase una vez?
—No sé, mi amor. Nadie lo sabe.
...

martes, 16 de junio de 2020

Comunicación cuántica

Una estación terrestre china se comunica con el satélite de comunicación cuántica 'Micius'.
Representación de una estación china conectando
con el satélite de comunicación cuántica Micius.

J.-W. Pan/USTC/APS/El País.
(En voz alta). He aquí una de esas  noticias que sólo se entienden con un gran esfuerzo de imaginación y que, sin en cambio 🥴, sabemos que tienen gran importancia. Algo así como las nuevas tablillas hititas (de las que, por cierto, habla Azúa en la columna de al lado, en el papel).

Drama en personas

La imagen puede contener: una persona, primer plano
Shakespeare-Pessoa en uno. Montaje de autor desconocido.
Se abre el telón y aparece Hamlet. Se sabe que es Hamlet porque lleva una calavera en la mano izquierda, o en la derecha (a elección), pero las gafas redondas y el bigote piramidal le dan un marcado parecido con Pessoa. Hamlet-Pessoa recorre con parsimonia la pantalla (fíjense) y, mirando de hito en hito al lector o espectador (según el caso), dice su monólogo en forma de diálogo, como si hablara consigo mismo, cambiando de gesto pero apenas de voz.
—Sólo la soledad sabe su signo.
—... Dijo el paseante a su imaginario yo, insinuando una referencia a la tercera persona del verbo.
—Y eso, si acaso.
—... Respondió el otro al que se cree que es el uno.
—Nada es tan cierto como lo incierto que es todo.
—... Concluyó para sí el que podía hacer oír sus pensamientos.
En esto se oye una voz que parece provenir del patio de butacas.
—Lo cierto es que para estar solos, son ustedes multitud.
—¿Y usted quién es?
—¿Yo...?
Largo silencio. Luego, desde el mismo flanco, llega una respuesta:
—No sé. Tal vez... ¿el apuntador?
Fundido en negro. Y luego 

FIN

lunes, 15 de junio de 2020

Adagia andante (13)

A veces puede el poeta caer en la tentación de las muñecas rusas: creer que «el poema es un poema dentro de un poema».
También ese vértigo ayuda, aunque de vez en cuando conviene asomarse al exterior.

La vida es más extensa que el poema. A veces el poema parece que devora y regurgita todo lo que en la vida hay de vivo.
Solo está vivo lo que muere.
La lengua chispeante, el rubor de las palabras, la alegría de decir.
La poesía es la nobleza de los pueblos. Su verdadera alcurnia.
No es posible vivir sin más palabras.
¿Cuáles son las preguntas verdaderas? Ya lo sabes: quién, qué, por qué, de dónde, a dónde.
Aunque aquí ya sólo importe el cómo.
Tan sólo la vida es lo que importa.
La vida son acciones, reacciones, mecanismos, ajustes, distancias, contrapesos, sensaciones: el pozo de la mente, el agua al fondo, la roldana del pensamiento, la soga de palabras. Como un dibujo minucioso salido de la mano de Leonardo.
Un mundo puramente imaginario carecería por completo de interés.
Un mundo sin imaginación no se refleja en los espejos.
Pensamos que la vida se sienta a nuestro lado en un banco del parque cuando a lo lejos suena una campana.
No sabemos apenas qué queremos decir con las palabras. Lo decimos a falta de otra cosa. Tal vez por mera ausencia. O en un supremo esfuerzo por vivir.
Ser a la vez moderno y póstumo: puede que ahí haya una salida.
Se hacen preguntas para poder hacer preguntas. Y cuando ya no sea necesario hacer preguntas, esa será la pregunta.
Ay, esa condición de guantes reversibles en que a menudo se enfundan las ideas. Y esas ideas de ida y vuelta en que tantas veces se demoran las palabras.
La vida, la poesía: son la misma cosa, dos nombres de una sola realidad.
Y la mentira irremplazable y tal vez irrompible del sentimiento. ¿De qué otra forma podemos decirnos la verdad?
Sin olvidar los motivos de la mente, esa demente.
En mitad del silencio de la noche, una hermosa metáfora puede ser una fuente o un rastro de luz.
Se canta lo que se puede.
Para amar de verdad la poesía hay que curarse en salud.
Sentir con el cerebro es lo mismo que pensar con el corazón.
La gracia siempre está en los detalles. También el universo.
La poesía es un lazo fraternal. Hace posible el mito inalcanzable del mundo compartido.
El que quiere volar siempre encuentra alas.
La poesía es la gran invención.
Y no es verdad que todo esté inventado: es más sabio comprender que todo está por inventar.
Tal vez por eso nos gusta tanto el mundo. Aunque a veces creamos que es inhóspito y contrario.
Es muy probable que todas las mentes sean una. Pensarlo es una suerte de equilibrio.
El ritmo de los pueblos son los ritos. Los ciclos nos acogen siempre a todos.
Solo un poema hay: el de la vida.

domingo, 14 de junio de 2020

Anna Caballé

Anna Caballé.
Anna Caballé fotografiada por Vanessa Montero/ElPaís 
(En voz alta). Desde que la descubrí como autora de la biografía Francisco Umbral: el frío de una vida (2004) he procurado no perderme los libros de Anna Caballé, que ha hecho y sigue haciendo en este género un impagable trabajo de difusión, amén de aplicarse en su enseñanza universitaria y contribuir ella misma con obras de gran interés: además de sobre Umbral, sobre Carmen Laforet, Lilí Álvarez, Concepción Arenal, entre otras. En esta muy interesante entrevista —confío en que pueda accederse a ella— me ha hecho ilusión ver mencionada la biografía que Lytton Strachey dedicó a la reina Victoria y que Caballé la vincule con el magnífico enfoque narrativo de la singular serie The Crown, un punto de vista muy atinado. El dato ha sido, además, rejuvenecedor: me ha transportado a principios de los 80 del pasado milenio, último siglo, penúltima década, cuando en la colección de Grandes biografías de Salvat me ocupé, entre otras muchas, de la edición de esa obra con un placer y entusiasmo que ahora han revivido. Por cierto, esa biografía de Strachey es una obra maestra del género.

La contadora

La imagen puede contener: una persona
Sophie Gengembre Anderson: Scherezad, Segunda mitad del siglo XIX.
The New Art Gallery Walsall (Reino Unido).
Andaba Sherazade algo bocabajeada y casi descreía de que su tarea llegara a tener buen propósito, cuando se le apareció el maestro Jorge de Burgos en una nube dorada y le dejó este consuelo: «Desvarío empobrecedor el de querer escribir novelas, el de querer explayar en quinientas páginas algo que se puede formular en una sola frase». Más contenta que escribano con pluma de faisán, la contadora sintió que se renovaban sus meninges y se dispuso a encarar con frescos bríos la recta final hacia la noche mil y una.
...