viernes, 1 de noviembre de 2019

De profundis

La imagen puede contener: 5 personas, personas sonriendo, personas en el escenario y personas de pie
Bo Bartlett: Halloween, 2016. Col. Particular.
No se oye otra cosa. Aunque nadie lo escuche.
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jueves, 31 de octubre de 2019

Salvar el Mar Menor: el Manifiesto

La imagen puede contener: 10 personas, personas sonriendo, multitud y exterior
 Un grupo de manifestantes de Los Alcázares, uno de los enclaves más afectadas
por la situación. Foto de La Opinión (cortesía de Ángeles PInto)
(Lecturas en voz alta). Ayer en Cartagena, en la mayor manifestación que se recuerda en la ciudad (más de 50.000 personas), se leyó este manifiesto, que es en realidad un grito desesperado en defensa del Mar Menor. 
Es posible que muchas personas opinen que esta manifestación es el resultado de un fracaso, sobre todo político, de las mismas proporciones que el que hizo desaparecer la bahía de Portmán y destruyó buena parte de la Sierra Minera, y el mismo Mar Menor, demostrando que el desarrollo económico sin respetar el Medio Ambiente produce a la postre más pobreza y desigualdades sociales, e hipoteca nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Durante los últimos 25 años, los diferentes gobiernos regionales nos han tratado como estúpidos. Han eliminado las leyes de protección del Mar Menor, han impulsado grandes recalificaciones de suelos, que solo la ruina inmobiliaria y la acción judicial han impedido que salieran adelante, y han favorecido un crecimiento irracional de la agroindustria más allá de cualquier límite, con el beneplácito de la Confederación Hidrográfica del Segura.
Y hasta hace apenas unas pocas semanas, seguían manteniendo que la mayor laguna litoral española estaba mejor que nunca, y todo gracias a ellos.
Hace unos días el Mar Menor nos arrojó nuestra estupidez a la cara, nos enseñó que todavía podía ser peor, que además de aguas verdes y fondos sin oxígeno, la muerte podría llegar de forma masiva a nuestros pies, en forma de miles de anguilas, quisquillas, doradas o cangrejos, y nos estremeció.
Y los responsables del Gobierno Regional entraron en pánico. Ya no se acordaban que habían quitado importancia a quienes veníamos advirtiendo que la laguna estaba muy enferma, que éramos unos exagerados, que perjudicábamos la imagen de la Región, del turismo y de la economía.
Volvieron a tratarnos como estúpidos, diciendo que era consecuencia de la Dana, mientras la agroindustria seguía incumpliendo las normas europeas, y las redes de alcantarillado de muchos pueblos se desbordaban arrojando sus aguas a la laguna una vez más.
Han malgastado muchos millones de euros en depósitos de hormigón o rampas para motos de agua que no solucionaban los problemas del Mar Menor, y ahora quieren que el Estado nos salve ante tanta irresponsabilidad.
Y dicen que nos endeudaremos aún más si fuera necesario para salvar el Mar Menor; ahora sí dicen que hay que salvarlo, que es un asunto de Estado, que es un asunto europeo, que es un asunto mundial, pero los pescadores aún no tienen garantizadas las ayudas por dejar de pescar y recuperar la pesca.
Y, también ahora, piden medidas urgentes, y declaración de emergencia, y ayudas europeas, y unidad.
Y nosotros les decimos que estamos hartos de mentirosos, incompetentes, y defensores de intereses privados en cargos públicos y les exigimos cambios reales, porque si no llegan pronto deberían de irse cuanto antes para que los hagan otras personas.
Recuperación, sí, de paisajes cada vez más perdidos y olvidados, de molinos de viento, de embarcaciones a vela.
Y como no nos fiamos de que sigáis engañándonos, queremos que las decisiones se tomen en órganos de participación ciudadana real, y no aprovechéis Comités de Expertos que ninguneáis hasta aburrir y desanimar a quienes más saben, cuando son tan necesarios.
Y exigimos coordinación y colaboración real entre TODAS las administraciones, con reparto de competencias adecuado. No vale pedir socorro al Estado y criticarlo al minuto siguiente, y ejecutar solo las medidas que benefician a los de siempre.
Y confiamos en un buen resultado de las acciones judiciales actuales y futuras, pero sobre todo confiamos en la movilización ciudadana.
Y todo esto lo decimos a esta hora, a la que en las zonas más profundas del Mar Menor reina el silencio porque la mayoría de sus habitantes han tenido que huir hacia las orillas buscando oxígeno, pidiéndonos ayuda.
A esta hora en que un susurro es suficiente para que llegue hasta el lodo más profundo, para ser devuelto de inmediato y convertirse en un grito desesperado. Devolvedme de nuevo la vida que os he regalado, por vuestro propio bien y por quienes vendrán después de vosotros.
Gracias por convertir toda la tristeza e impotencia en rabia y protesta. Gracias por pasar de la resignación a la indignación y gritar más fuerte que nunca que no vamos a seguir consintiendo semejante incompetencia de los poderes públicos.
POR EL FUTURO DE NUESTRA TIERRA, DE NUESTROS HIJOS
NO PARAREMOS HASTA SALVAR EL MAR MENOR.

Hablarle a Borges (27)



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Borges entrevistado por Ramón Chao e Ignacio Ramonet, en 1978, 

en el Hotel de la calle Beaux Arts, de París. 
El escritor reposa en el lecho de muerte de Oscar Wilde. 
La entrevista fue publicada en «Le Monde Diplomatique», en agosto de 2001.
[©Ramón Chao, 2012]
(Hablarle a Borges, 89). Dicen que Borges dijo o escribió: «Me dicen que el presente dura entre unos segundos y una minúscula fracción de segundo; eso dura la historia del universo».
Y, de súbito, me asalta: «Pues si eso..., casi mejor no me levanto».



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Borges en el Ateneo Popular Esteban
Echeverría, de San Fernando (Argentina),
en octubre de 1975.

Foto por cortesía de de Esteban Gilardoni.







(Hablarle a Borges, 90). Dicen que Borges, en uno de sus poemas, dio las gracias «Por el fulgor del fuego / que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo». Y pienso ahora que eso tal vez explique ciertas recientes y mezcladas impresiones, contemplando las calles de la Ciutat Cremada, y en las que un punto de terror y altas dosis de frustración y tristeza acompañaban a la ancestral fascinación


(Hablarle a Borges, 91). Dicen que Borges dijo o escribió: «No recordarás este sueño porque tu olvido es necesario para que se cumplan los hechos».Y, tras un momento de titubeo, como para asegurarme de hacer pie, pensando directamente en mi, pero también de soslayo en ti, hipócrita e inimaginable (salvo excepciones) lector o lectriz, se me ocurre: «De modo que estás en los hechos. No le des más vueltas».


La imagen puede contener: exterior
Borges en el callejero...

Sibilinos

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José Chávez Morado: Los embozados, 1955. Col. Particular.
—Así que entonces...
—¡Como te lo cuento!
—¿Y ellos ya lo saben?
—E incluso lo consienten, según dicen.
—¡Me dejas de piedra!
—Creía que ya estabas al tanto,
—No, sí algo así ya me figuraba, sólo que...
—Es que no es fácil aceptarlo.
—Claro, claro. Pero quién iba a pensar que...
—¡Calla, calla! Que pueden oírnos.
—¿Quiénes? ¿Esos?
—Sí, parece que se fijan mucho.
—Bah, no te preocupes.
—¿No te importa?
—No mucho. Si te fijas bien...
—¿Qué?
—Son inofensivos. Siempre están mirando una pantalla..
—Ah, ya. Si es así...
—Así es. ¡Ya te digo!
Y fueron poco a poco bajando la voz hasta que ya no era posible oírlos. ¿Se habrían dado cuenta?

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miércoles, 30 de octubre de 2019

Un hecho simple

La imagen puede contener: una persona, niño(a)
Rembrandt: «Niña en la ventana», 1645. Dulwich Picture Gallery, Londres.
«Eres muy majo —me dijo la más pequeña asomada a la baranda detrás del muro de los grafitis—. Nadie más nos ha hablado, tan sólo tú —y había en su gesto, además de una tristeza impropia de su edad, una especie de solidaridad en diferido, que se me hizo evidente cuando concluyó—: Somos internas».
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martes, 29 de octubre de 2019

Aquellos poemas

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
(Lecturas, relecturas y leyendas). A pocos libros de poemas que dormitan, más o menos olvidados o presentes (de todo hay), entre mis otros libros les debo tantos descubrimientos como a este pequeño volumen de la incombustible Biblioteca Básica Salvat de Libros RTV, que así era citada en las cuñas publicitarias y que contribuyó a amueblar nuestra ignorancia allá por los primeros setenta o quizás un poco antes. Este lleva como fecha, en una página de las guardas ilustradas con las ruinas de un templo clásico, la de noviembre de 1971, y lo que está grabado en mi memoria es que lo leí en El Escorial, y en concreto en una celda o habitación del ala más fría del monasterio (“la Siberia” la llamábamos), en un año de decisivos descubrimientos. El sencillo libro reúne algo más de un centenar de poetas españoles, desde Miguel de Unamuno (n. 1864) hasta Carlos Murciano (n. 1931), y supuso para mí el primer contacto con los nombres y la obra de un buen número de poetas cuyos poemas seleccionados (a menudo sólo uno) leía una y otra vez, en muchos casos hasta aprendérmelos de memoria. Aquí pude leer por primera vez algo de León Felipe (de él no se decía nada, claro, en los libros de texto), de José Moreno Villa, de Juan José Domenchina y la magnífica Ernestina de Champourcin, también de Luis Rosales, Gabriel Celaya, Gloria Fuertes («Cuando un árbol gigante se suicida...»), Rafael Morales (de cuya existencia tal vez aún no sabía nada), de José Hierro, Ory, Barral, Valente, Cabañero... Son muchas las evocaciones que se me vienen a la cabeza, anécdotas y batallitas sobre casi cada poema. Pero sólo destacaré que fue en este libro donde leí por primera vez «Mujer con alcuza», el todavía vivo poema de Dámaso Alonso que me conduciría a Hijos de la ira y al descubrimiento de una nueva forma de escribir poesía. Y aquí lo dejo. Porque, a medida que hojeo el libro para refrescar recuerdos, ocurre lo inevitable: las hojas, ya morenas y mal encuadernadas, se van desprendiendo como si de repente hubieran caído sobre ellas todos los otoños del mundo.

Tipos puros

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El Bosco: La nave de los locos, h. 1494-1510. Louvre, París.
—Babel en bable se dice belba.
—Y belba en barallete es guardia civil.
—Civil izado es nuestro pendón.
—Pendona, bonita, pero esto.. ¿qué es?
—¿Es que no tienes un poco de vergüenza?
—Vergüenza y su hermano gemelo Descaro.
—Descaro, y más quisiera.
—¿Quisiera, quisiera? Quisiera volverme hiedraaa.
—Etc., etc.
—Tce tce, la mosca cojonera...
—¡¡Plaf, plaf!! ¡¡Sanseacabó!!
Pero ellos siguen y siguen. Incansables.
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