sábado, 19 de octubre de 2019

La ciutat cremada (y 4)

El Hortelano (José Alfonso Morera): portada del álbum Al calor del amor en un bar,
de Gabinete Caligari, 1986.
Entre la cenizas de la ciudad quemada, la mujer del cuadro, antes de volver a dormir su sueño eterno, aún alcanzó a ver imágenes tan reconfortantes como ilusorias de su remotamente próxima juventud.
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viernes, 18 de octubre de 2019

La ciutat cremada (3)

La imagen puede contener: una persona, de pie
Ramón Casas: Interior, 1898. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona.
Nadie quería pronunciarlo (vade retro), pero sobre la mayoría de las mentes sobrevolaba, entre un ruidoso aleteo de buitres en la noche, la amenaza terrible, demoledora, de efectos incalculables, del primer luto.
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jueves, 17 de octubre de 2019

La ciutat cremada (2)

La imagen puede contener: una o varias personas y personas de pie
Ramón Casas: Estudio de verano o Primero pasarás sobre mi cadáver, 1893.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona.
Miraba por la ventana y tenía la sensación de que se asomaba al túnel del tiempo. Pero no sabía con certeza si era el futuro o de nuevo el presente, enroscado como un ofidio en torno a su presa.
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miércoles, 16 de octubre de 2019

La ciutat cremada (1)

La imagen puede contener: una o varias personas
Ramón Casas: Ansiedad, 1891. Fundació Institut Amatller d’Art Hispànic, Barcelona.
Se sobresaltó al percibir al fondo de la habitación aquel resplandor rojizo que la había despertado de tan largo letargo. ¿Volvería a tener que vivir todo aquello? Ya ni siquiera residir en un cuadro era garantía de nada. «¿A dónde vamos a llegar?», se preguntó angustiada.
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martes, 15 de octubre de 2019

Mitos y micos

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
Anónimo (Pintor de Edipo): «Edipo y la esfinge».
Kilix cerámico de la Grecia clásica, h. 470 a.C. Museos Vaticanos.
Volvía a las andadas el príncipe Edipo, de modo que no tardó en cruzarse de nuevo con la Esfinge. Nada más verlo, la felina le espetó:
—No te mentiría si no te dijera que no he lamentado no tener coraje para no privarme de no echarte de menos.
—Esfin, maca —repuso Edipo—, no te voy a decir que me tienes hasta los pies con tus enigmas, porque soy un héroe clásico sin complejos. Pero un poco hasta las corvas sí me tienes.
—¡Anda ya, desgraciao, desagradecío!—repuso la fiera obviamente enfadada— ¡Quítate de mi vista!
Unos pasos más allá, el Oráculo del Báculo estaba haciendo dibujos en la arena y, al ver venir a Edipo, sentenció:
—¿Te vas de Tebas?
—¡Cuenta hasta cinco!

—¡Ya, para que me claves la rima fácil!
—Hay, ay, que ver lo desconfiado que se ha vuelto aquí todo el mundo...
La situación, en general, parecía poco favorable para la cosa mítica y los micos de la hilaridad tampoco parecía que estuvieran por la labor, así que cada adefesio recogió sus bártulos, el mago Ervigio cerró el plumier y en la mesa corrida de la redacción los esforzados dibujantes siguieron rellenando las viñetas. Pero esa es otra histeria..., historieta, que me diga. Otro cuento absurdo.

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lunes, 14 de octubre de 2019

Woody y Trueba

Woody Allen y Fernando Trueba, frente a frente.
(Al hilo de los días). Estuvimos viendo el sábado Día de lluvia en Nueva York, la última película estrenada de Woody Allen, y de nuevo fue la mejor y más hermosa forma de dar por inaugurado el Otoño. Es "un woody" en estado puro, hecho de sus viejos grandes temas cotidianos, incluso de sus chistes temáticos (sexo, muerte, judíos...) inasequibles al desaliento. Tal vez con una mayor carga de melancolía, pero con toda la gracia de un nuevo homenaje a Nueva York, al amor enredado, al arte de hablar e incluso discutir apasionadamente andando por la calle. Una magnífica levedad, como sostiene Fernando Trueba en esta excelente y muy oportuna entrevista, que contiene, además, un acercamiento a la obra y los gustos del maestro desde la privilegiada experiencia de otro gran director de cine. Es la pista de despegue perfecta para, si aún no han visto la peli, ponerse en órbita e ir a volando al cine que tengan más a mano. Les aseguro que no se arrepentirán.

Tarde de viento en la ciudad desierta

La imagen puede contener: interior
Puerta y sombras. Museo Sorolla, Madrid. Foto © AJR, 2019
Cae la tarde. Está el viento poseído
de su voz más antigua y merodea
por los viejos tejados de la aldea

y en la torre en que, niño, estoy subido.

Lo escucho ahora en la ciudad. Su aullido
despierta en mi memoria una marea
de palabras sin fin cuando golpea,
a la vez que en el árbol, en mi oído.

Y así, mientras las horas entretejen
en el quieto telar urbano el tedio
de la indolente tarde de domingo,

los ecos vendavales me estremecen:
el que ahora acaso soy sufre el asedio
del que sin duda fui. Y no los distingo.