lunes, 2 de agosto de 2010

Resonancias (2): fantasmas


Una de las escenas clave de El fantasma y la señora Muir (1947), la bellísima película de Joseph Mankiewicz, es el monólogo con el que el capitán Daniel Cregg (o mejor dicho, su fantasma, interpretado por Rex Harrison), que habita en la casa que le perteneció en vida, se despide en sueños de la nueva dueña de la mansión, la viuda Lucy Muir (Gene Tierney), de la que, tras unos primeros encuentros irritantes, ha acabado enamorándose, al igual que ella de él. Las tan emotivas como lúcidas palabras del capitán ponen de relieve la imposibilidad de un amor tan descarnado, aunque ello no le impida imaginar con enfático sentimiento lo que podrían haber vivido juntos.

La escena, al igual que la película toda, ha sido analizada con gran acierto y minuciosidad por Javier Marías, el gran valedor en el ámbito hispánico de esta obra, a la que que considera «[la película] que ha llegado más lejos -junto con Los muertos de John Huston- en algo a lo que ni el cine ni la literatura se han atrevido a menudo: la abolición del tiempo, la visión del futuro como pasado y del pasado como futuro, la reconciliación con los muertos y el deseo sereno e íntimo de ser uno de ellos».

Así describe Marías la escena en un artículo memorable, publicado inicialmente en el libro Écrire le cinéma (1995) y recogido después también en los volúmenes recopilatorios Vida del fantasma (2001) y Donde todo ha sucedido. Al salir del cine (2005) (cito por este último):

« ... Lucy duerme y el capitán entra por el balcón como otras veces, le habla, le reprocha primero que no sea tan sabia y sensata como el creía, pero en seguida añade: "No te inquietes no es culpa tuya, has elegido la vida, lo único que podías elegir". Luego le da en su sueño instrucciones para que se olvide de él, para que "mañana y en los años siguientes" lo recuerde solo como un sueño, un estado de ánimo, una atmósfera que la invadió y llegó a hacerle escribir un libro, lo escribió ella sola. El capitán le entrega no sólo los derechos que ya le dio para su causa común de conservar la casa, sino también su propia historia, la historia de su vida que a partir de ahora ella tiene que haber inventado. El momento es de gran importancia, porque el fantasma se hace ahí doble fantasma, o mejor dicho, pasa de ser un fantasma "real" a convertirse en el objeto de un sueño y en un personaje de ficción, una mera creación de Lucy.»


Y un poco más adelante Marías escribe:
»Antes de desaparecer o de su segunda muerte el capitán se permite un momento de nostalgia que es el precedente más claro de la muerte de Batty (Rutger Hauer) en Blade Runner de Ridley Scott, cuando el replicante lamenta que con él se pierda cuanto ha visto y vivido [...] Aquí el capitán Gregg mira a Lucy dormida y exclama unas frases aliterativas que parecen salidas del Prufrock de T S Eliot: "Cómo te habría gustado el Cabo Norte, y los fiordos bajo el sol de medianoche, y navegar junto al arrecife en Barbados donde el agua azul se torna verde, y hacia las Falkland donde la galerna del sur desagarra el mar entero y lo vuelve blanco", hasta acabar diciendo: "Lo que nos hemos perdido, Lucía, lo que nos hemos perdidos ambos".»
Un "ambos" (both) que, en mi opinión, también resuena como un subrayado de la imposibilidad de fusión plena que acaso explique la melancolía implícita en todo amor, sea éste asunto entre criaturas carnales o entre espíritus más o menos puros.

Imagen superior: escena final de The Gosht and Mrs. Muir, tomada de Arsenevich.



domingo, 1 de agosto de 2010

Mapas


Desde pequeño me gustan los mapas y las promesas que contienen. Mirar un mapa, estudiarlo, siempre me ha parecido una forma segura de viajar, a veces la única posible. Recorrer con el dedo las líneas que unen los pueblos, las ciudades, seguir con los ojos el trazado tantas veces prodigioso de los ríos, imaginar qué puede haber en los amplios espacios carentes de nombres...

Y desde pequeño, una sospecha que es una preferencia que tal vez sea un destino: el mapa es ya, por sí solo, un tesoro, quizás el tesoro.

En tiempos de hallazgos tan notables como Google Map o los sofisticados gepeeses, y en días como hoy, el mapa a la antigua usanza, aunque propiciado por los nuevos medios, es también una forma de trazar una caricia sobre una parte precisa del mundo para extender sobre ella una red transparente cargada de buenos deseos y subrayada por una clara línea, invisible pero cierta, que va desde unos ojos a otros ojos para acercarnos a puerto seguro.

Un mapa... una canción. ¡Y buen viaje!

Mapa parcial del noroeste de Inglaterra tomado de Mapas del mundo.



sábado, 31 de julio de 2010

Origen


Los sueños merodean por todas partes.

El próximo viernes 6 de agosto llega a nuestras pantallas Origen (Inception), la última película de Christopher Nolan (Memento, El caballero oscuro), con el mundo de los sueños y su escurridiza naturaleza como tema de fondo. Tal vez un viaje a las aguas profundas de la mente, al penúltimo decorado del escenario de la realidad.

Su protagonista es el cada vez más convincente Leonardo di Caprio. Aún me dura el buen sabor de boca de su excelente trabajo en la irregular Shutter Island. Aquí encabeza un potente reparto en el que también figura Michael Caine. Buen síntoma.

La película llega precedida de una gran expectación. Unos hablan de Kubrick (incluso del mejor Kubrick), otros mencionan Matrix. No faltan Ciudadano Kane y hasta James Bond. También lo que pudo haber sido Abre los ojos. Las críticas más duras apuntan directamente a la cabeza: no sueños... ¡pesadilla! El género (¿pero a quién le importa el género del origen?) parece claro: ciencia-ficción, de la rama onírica.

El tráiler, aquí abajo, es poderoso. Y digna de exploración la página web oficial de la versión española.

Los sueños me rodean por todas partes.

miércoles, 28 de julio de 2010

Sobre(to)ros


I

Sotor, Sorot, Sorto y otros toros rotos

Sotor es una antiquísima representación semitáurica en piedra, por lo general en granito y por lo común azarosa, que podría tener alguna lejana relación con la configuración ideática del dios Thor de los antiguos germanos, aunque no existe ninguna prueba fiable; los toros de Guisando o la famosa Cabeza del Moro talaverana, son ejemplos de sotores (o sotoros) primigenios, en concreto de la clase verracos. Sorot [léase S(oro)T] es, según algunas fuentes, el nombre del primer bóvido de cuya lidia se guarda memoria, cretense por más señas. Y Sorto, a la vista está, es un morlaco de amplios cuartos traseros y andares, más que limpios, argentinos.



II

Libro de tema no tanto taurino como táurico, como muchas veces le oí decir a su autor, Poemas del toro, el primer libro de poemas de Rafael Morales (Talavera de la Reina, 1919-Madrid, 2005 ), es una obra cuya lectura tal vez resulte hoy más oportuna que nunca. He aquí su conocido primer soneto.


El toro

Es la noble cabeza negra pena,
que en dos furias se encuentra rematada,
donde suena un rumor de sangre airada
y hay un oscuro llanto que no suena.
En su piel poderosa se serena
su tormentosa fuerza enamorada
que en los amantes huesos va encerrada
para tronar volando por la arena.
Encerrada en la sorda calavera,
la tempestad se agita enfebrecida,
hecha pasión que al músculo no altera:
es un ala tenaz y enardecida,
es un ansia cercada, prisionera,
por las astas buscando la salida.









Rafael Morales



III

Cuando dentro de unos cuantos años la fiesta de los toros sea sólo el recuerdo de una tradición, a la gente le resultará muy difícil entender expresiones como tomar la alternativa, dar la puntilla, cortarse la coleta, apretarse los machos, cambiar de tercio, capear el temporal, crecerse en el castigo, conocer el percal, dar largas o una larga cambiada, correr la mano, mandar al cuerno, dar la vara, estar para el arrastre, echar un capote, ponerse el mundo por montera, ver los toros desde la barrera, entrar o estar al quite, marcarse un farol, hacer algo a toro pasado, actuar al alimón, hacer novillos, hacerle a alguien una faena, mirar al tendido, pinchar en hueso, rematar la faena, salir por la puerta grande, tener mano izquierda, tirarse al ruedo, tener un mano a mano, vestirse de luces o no perder de vista que (y es frase apropiada para ver en qué queda el asunto) hasta el rabo todo es toro.

La verdad es que parece muy dudoso que la mayoría de esas expresiones (y otras muchas, quizás miles, que se podrían añadir) sea ya comprensible para una parte importante de la población.



IV

Quizás para entonces, hacia el año 2100 y pico, con temperaturas peninsulares muy próximas o incluso por encima de los 50 grados, todo lo relacionado con la fiesta de los toros tenga el mismo sabor más que añejo casi mítico que ya tienen hoy estas imágenes artísticas.



V

En cuanto a mi opinión sobre la «decisión histórica» del Parlamento Catalán, suscribo (excepto la tercera palabra del punto 6) el decálogo que ha dejado en su blog Juan Cruz, «Toros en España»; y estoy especialmente de acuerdo con el último punto. ¡Qué calor!


VI

No creo descubrir nada si anticipo que se avecinan importantes agarradas en el coso patrio, mezclándose como están además las astas con las lesas patrias y viendo cómo andan ya a la greña los de sol (qué cara) contra los de (la mala) sombra, los del tendido del siete contra los siete teñidos, tirios contra troyanos...

¡Que el dios vacuno (o sea, el Buey Apis*) reparta suerte!


* Pese a lo que sostienen algunos comentaristas, no hay ninguna prueba que permita identificarlo con el «cabestro rijoso» al que el crítico taurino Joaquín Vidal (1935-2002) dedicó una de sus memorables crónicas.

lunes, 26 de julio de 2010

Ellas


Madres & Hijas (2009), la película de Rodrigo García (Bogotá, 1959) estrenada en España hace unas semanas, es una historia de mujeres cuyas vidas están unidas por vínculos que de un modo u otro tienen que ver con la maternidad, con su deseo o su rechazo, y con las consecuencias personales y sociales que de una y otra opción se derivan.

Los caminos casi siempre paradójicos del azar, por un lado, y la fuerza del parentesco («la fuerza de la sangre», en términos cervantinos), por otro, son dos elementos que el director echa a rodar en estas imágenes filmadas con la agilidad de un relato carente de tiempos muertos. Con ellos como principal motivo de fondo construye una historia coral, emotiva, trágica y cercana, llena de matices vitales y de algunas secuencias difíciles de olvidar. Las que tienen como protagonista al personaje de una muchacha ciega (ver tráiler 1:45) son en mi opinión las más logradas: brillan en medio de la obra, además de por su gran belleza formal, como una clave que derrama luz sobre el resto del filme.

sábado, 24 de julio de 2010

Sol Di Meola



Primera grabación en solitario de su impresionante discografía, Land of the Midnight Sun (1976) muestra ya muchas de las cualidades que hacen de nuestro contemporáneo Al Di Meola (Jersey City, 1954) un virtuoso de la guitarra y uno de los precursores del jazz fusión, especialmente por la vía que lo aproxima al rock sinfónico, a los ritmos progresivos nacidos de la nueva sensibilidad musical de raíces rockeras surgida en la década de los setenta.

El tema que da titulo al álbum, como el álbum todo, en el que también participó Chick Corea, es ilustrativo de una tendencia que respiraba libertad por todos sus poros y que daba alas y soporte aéreo a tantos deseos de trascendencia, quizás solo de felicidad posible, muchas veces impulsados por sustancias mediadoras que no tardarían en mostrar su rostro más desagradable.

Música inaugural de años en los que sobre los paisajes ibéricos, tras la larga noche dictatorial, alumbraba con fuerza un sol esperanzado.

Al Di Meola anda hoy por tierras eburiacenses*, hacia las que esta Posada abre una de sus puertas menos secretas. Así que no es extraño que por un ventanal se cuele su música... quizás en el momento mismo en que el posadero y sus amigos la están disfrutando en directo en la iniciática Plaza del Pan, bajo el gran Ojo gótico.

Junto a la pieza que da título resonante al álbum citado, dejo también una vídeo de sobra conocido, pero que quizás pueda encerrar alguna sorpresa para l@s más jóvenes visitantes de esta hospedería: hubo una vez en que en las veredas de la música se encontraron Paco de Lucía, John MacLaughlin y Al Di Meola...

[* Dentro del 8º Festival de Jazz «Ciudad de Talavera», de cuyo interesante desarrollo pueden verse, en el apacible rincón de Verbo y Penumbra, unas tan personales como bien medidas crónicas.]



viernes, 23 de julio de 2010

Atourrimiento

Cuando 1 amarillo (Contador ) y 11 blanco (Schleck) suman 100/100 gris = el Tour 2010.
(Imagen tomada de la Página oficial del Tour)

El Tour 2010, salvo sorpresas de última hora, va a suponer la quinta victoria consecutiva de ciclistas españoles, igualando así entre tres corredores lo que Miguelón Indurain consiguió él solo de 1991 a 1995. Pero no pasará a la historia.

Tras seguirlo con el mismo interés de siempre, con una fidelidad que forma parte de mis ritos caniculares, puedo dar fe de que ha sido uno de los más aburridos de los últimos años, sólo animado por incidentes menores, algunas ráfagas mínimas de emoción y, eso sí, toneladas de fair-play. Tantas y tan reiteradas que en algún caso daban hasta para pensar en un reparto de papeles, si no pactado de antemano (que no creo), sí consensuado a la vista de las circunstancias.

Tal vez la igualdad de fuerzas entre los dos grandes favoritos, Contador y Schleck, es tan milimétrica, que la competición no daba para más duelos que el que se produjo en los últimos diez kilómetros de la subida del Tourmalet, donde se vio una disponibilidad de recursos tan pareja que a punto estuvieron los dos ciclistas de entrar de la mano, o incluso uno en los brazos del otro. Eso y aquel demarraje, ascendiendo hacia Bagnères-de-Luchon, en el que a Andy Schleck se le salió la cadena y dio pie a una absurda polémica, es lo único que los aficionados podemos mantener en la retina.

Pero han sido muchos kilómetros sin casi una emoción verdadera que llevarse a la siesta como para pensar que todo sea debido a esa igualdad. ¿Un exceso de cálculo? ¿Mediocridad por norma? ¿Sentimientos de culpa generalizados, en un deporte siempre bajo sospecha, que intentan enjugarse con gestos retóricos de caballerosidad?

Decía el abulense Carlos Sastre, que es tan buen corredor como escasamente diplomático, que algunos están convirtiendo el ciclismo en «una patraña de niñatos». Sus palabras son injustas. E incluso su propia incapacidad para romper ese estado de cosas debería hacerle recapacitar (tampoco sería la primera vez que se desdijera). Pero es verdad que se echa en falta un punto de ambición y de capacidad de aventura. Cierta forma de abordar la carrera que el estilo característico de Contador (a la antigua usanza) nos prometía y que en esta ocasión parece haberse esfumado.

En fin, pocas veces he dicho agur (¿abur?) a un Tour con menos sentimiento. Me queda el consuelo de soñar con el próximo.

martes, 20 de julio de 2010

Resonancias


La mejor brújula para moverse por Internet es la fe en el poder de las palabras, guiada por la esperanza de compartirlas y amparada por las caridad de nunca desear a los otros lo que uno no quiere para sí (lo cual más que caridad, como suele ocurrir a menudo con la virtud así llamada, es mero sentido de la justicia).

Las palabras son lo que son y además son el son. Tambores capaces de convocar multitudes, susurros que apenas se distinguen del gorgor de la marea, crótalos que invitan a la danza, rumor sordo del fondo, trompetillas desafinadas del fin de fiesta.

Pero, sobre todo, las palabras son imanes (brújulas de nuevo): se atraen unas a otras, se repelen, fornican y se amansan, tienen vida propia y crean vida.

Están, por ejemplo, las palabras que forman parte del ser del lugar, de este lugar: sol de medianoche. Uno las teclea, con algunas variantes idiomáticas, en un buscador cibernáutico y la marea arrastra hacia la playa algunos hallazgos que merecen ser compartidos. Como este viaje, tan apropiado para esta época estival. Como el sol mismo que nos ampara a todos.


Imagen superior tomada de Trinity's eyes.


viernes, 16 de julio de 2010

Heroísmos

La natural tendencia a la hipérbole que caracteriza al lenguaje de las crónicas deportivas parece haber agotado ya todas sus posibilidades. Resulta difícil encontrar una palabra o descripción más o menos novedosa que pueda estar a la altura de la «gesta histórica» escrita por la selección española de fútbol en el Mundial de Sudáfrica. Me excuso de repetir expresiones que están en la mente de cualquiera y que aún asoman en las portadas de todos (¡todos!) los periódicos de estos días. Y me excuso también de no ponerle peros a esas «licencias poéticas» de un género que se basa en la espectacularidad y donde el énfasis y la gruesa retórica del titular son norma, santo y seña.

Pero excusado de esto, sí que me parece oportuno señalar que va siendo hora de que algunas aguas verbales vuelvan a su cauce, y que ciertas palabras, aunque sean capaces de funcionar sin confusiones en ámbitos muy diversos (el campo del fútbol es también un campo semántico), deben recuperar, en los usos comunes, su relación directa con la realidad y su capacidad para designar con propiedad el mundo.

Y eso ocurre, me parece, con las palabras que se agrupan en la familia verbal que tiene que ver con el heroísmo, la abnegación y el compartamiento valeroso incluso a costa de los propios intereses. Los «chicos Del Bosque» sin duda merecen muchos calificativos elogiosos, y no seré yo el que se los escatime; más bien al contrario, y a las pruebas me remito. Pero si consideramos que su comportamiento ha sido «heroico», ¿qué calificativo habrá que reservar para actuaciones como la del protagonista del vídeo que aquí dejo? (y que me ha llegado a través de la siempre muy interesante página de Babar).

Un historia tan ejemplar como emotiva y que, además, puede ayudarnos a no perder de vista el horizonte de realidad al que deben apuntar ciertas palabras.

jueves, 8 de julio de 2010

Universo Torrente

Seguramente el solo nombre de Torrente, tan a propósito para un escritor fecundo que bien pudiera pasar por seudónimo, hoy evoque en la multitud espectadora resonancias llenas de picaresca friqui, tremendismo y grueso humor finalmente grasiento. Son las ironías de la posteridad, ese lugar apenas conjetural que lo debe todo a su condición imaginaria (y también, en consecuencia, al poder de la imagen). Pero Torrente, nombre propio y hasta exclusivo sin marca registrada, volverá a ser (nunca ha dejado de serlo pese a las apariencias) la forma común y precisa de llamar a un universo literario: el creado por el escritor Gonzalo Torrente Ballester, de cuyo nacimiento se cumplió el pasado 13 de junio, festividad de san Antonio de Padua, el primer centenario. «Año Torrente», pues, es otro de los nombres de este 2010 tan nominado.

El «universo Torrente», con su clara estirpe cervantina pero también valleinclanesca y joyceana, es uno de los prodigios mayores que cabe atribuir, desde su impulso inicial, a esa forma peculiar, irremediable y hasta extravagante de estar en el mundo que es el alma gallega. Un impulso traducido en este caso y con natural despliegue en una actividad creadora capaz de delinear, como quien levanta el mapa minucioso de un reino legendario bañado por las aguas de la realidad, uno de los espacios imprescindibles de la lengua castellana. Y más rico por cuanto incluye paisajes y fronteras cuya condición esencial es la mixtura de hablas, la fusión de mitos, la presencia confluyente de ríos de poderoso caudal simbólico, surgidos de muy diversas fuentes y que tienen en el discurrir con libertad la única condición insustituible de su naturaleza.

Torrente puso bajo la doble clave narrativa y musical de la saga/fuga (expresión que casi designa un nuevo género literario) la puerta de acceso más ambiciosa a su mundo. Probablemente también la más lograda. Y sin duda la principal candidata a encabezar, como continente de vasta complejidad y de recorrido siempre inesperado, el recuento de los muchos tesoros que su literatura encierra.

La saga/fuga de J. B. es una obra de lectura tan difícil como generosa. El esfuerzo que pueda suponer, en algún momento, la fidelidad a las desmesuras del texto y a sus infinitas revueltas, en seguida se ve recompensado, además de por la propia ganancia que la aventura (lectura) encierra en sí misma, por el hallazgo frecuente de pepitas de oro en forma de revelaciones insospechadas o sugerencias de altos vueltos. Y más todavía por la sensación impagable que todas las grandes obras nos provocan: saber que están escritas personalmente para nosotros, que somos sus destinatarios si no exclusivos sí imprescindibles. Absoluta generosidad del arte que se da para todos, sí, pero también y de forma especial para cada uno.

El impulso del centenario de Torrente Ballester, y acaso también el final de la década de «purgatorio» tras su muerte (27 de enero de 1999), están multiplicando la presencia del escritor ferrolano-salmantino en actos y exposiciones, al tiempo que las ediciones renovadas de sus libros hacen posible la llegada de su obra a nuevos lectores.

Algunos vidriosos asuntos de corte ideológico, por lo común ligados a la afiliación que el escritor tuviera en las fuerzas de Falange, resultan no sé si solo anacrónicos o completamente irrelevantes para que desde ellos pueda arrojarse sospecha alguna de impostura sobre su obra. Lo cierto es que estas «revelaciones» de la memoria histórica, cuya difusión es pertinente aunque su significado resulte espurio, a menudo se presentan bajo una vitola sensacionalista (incluso cabría hablar en algunos casos de "manipulación") que, más que aclarar algo sustancial, contribuyen a embotar la compresión del sentido desde el que cabe enjuiciar ciertas actitudes. Y son además un buen caldo de cultivo para la proliferación de tópicos mostrencos, tal vez el más letal de los virus que atacan la facultad del pensamiento libre. No muy distinta, por ejemplo, me parece la problemática (ofuscada además en este caso por el prejuicio nacionalista) que impide que Cunqueiro sea asumido de una vez por todas, desde dentro y sin complejos, como el gran creador gallego que es.

Torrente Ballester, su obra, está por fortuna más allá de esas zaragatas de escasas miras, y su significación como creador de mundos crece en círculos concéntricos que cada vez incluyen mayores espacios en el mundo libre de la imaginación (o la «fantasía», como tal vez hubiera preferido decir el escritor y como sin duda hubiera dicho también mi abuela, gallega como él).

El vídeo del ministerio de Cultura que aquí dejo nos ofrece un sugestivo autorretrato del escritor.


Imagen superior:
Torrente Ballester fotografiado en 1997 por Chema Conesa. Tomada de el mundo.es


martes, 6 de julio de 2010

El presagio


Ante la inevitable inquietud que recorre la espina dorsal del país entero (salvo excepciones que confirman la regla), es precisamente El País de la víspera, en su versión impresa e.e.p.e.*, página 46 (= 10), el médium que ofrece una pista que parece irrefutable acerca de los que nos va a deparar el futuro, con líneas que si no están del todo escritas ya han empezado a delinearse.

«Lo tengo ante mis ojos, lo estoy viendo », pensó el habitual y descreído consultante de oráculos, y se vino célere y previajero hasta el blog para tramar el juego antes de que el juego, como tantos otros otras veces, se desvaneciera en el aire. Una foto, una sugestión con extrañas connotaciones, un presagio. El principio de realidad acaba por imponerse siempre. Pero todo es realidad.

Y hasta aquí puedes leer, amable y acaso algo perplej@ amig@.


*e.e.p.e = abreviatura redundante que vale por "especie en peligro de extinción" (tarde o temprano, si se exceptúan algunas especies de bacterias, todas lo están).

sábado, 3 de julio de 2010

Viajar para contarlo (II)


El LITVI, la interesante iniciativa para prestar atención a los libros de viajes que se celebró durante la semana pasada en Compostela, discurrió por los cauces previstos en su triple condición de evento ferial, congreso sobre el Camino de Santiago y reunión de autores y profesionales. Participé en él durante las tres primeras jornadas y pude comprobar el vigor de un sector editorial que aún está lejos de haber alcanzado el tope de su desarrollo, aunque en el momento actual tampoco escapa a la crisis general que afecta a la economía.

El evento, cuya organización a cargo de la empresa
Trevisani resultó impecable, contó con la presencia de autores como César Antonio Molina, que el domingo 20 inauguró los actos con su conferencia «Lugares donde se calma el dolor» (algún despistado preguntaba por qué se había elegido "una charla sobre hospitales" para abrir un congreso de viajes), o Javier Reverte, Julio Llamazares y Fernando Martínez Laínez, que explicaron sus respectivas experiencias como escritores y viajeros (o viceversa). En días sucesivos también participaron Paco Nadal, Cristina Morató, Soledad Puértolas, Susana Fortes y Luisa Castro, entre más de medio centenar de autores.

Durante la cena peripatética de inauguración, que se celebró en la antigua capilla del Hostal de los Reyes Católicos, pude conversar un buen rato con el escritor coruñés y antiguo ministro de Cultura, uno de cuyos méritos no menores (y así se lo hice constar con énfasis de lector agradecido) es la de haber contribuido a recopilar la obra periodística dispersa de Cunqueiro. «El año que viene es su centenario», me dijo con un gesto expresivo. Cunqueiro volvería a estar presente en diversos momentos de las jornadas, en especial durante una mesa redonda sobre «El teatro en el Camino», donde el dramaturgo gallego Manuel Lourenzo concluyó su intervención con un homenaje a la capacidad fabuladora del autor mindoniense.


Dentro de las conferencias de temática jacobea, me resultaron especialmente interesantes, entre las que pude escuchar, las intervenciones del historiador Fernando López Alsina sobre el Codex Calixtinus, que bien podemos considerar como «la madre de todas la guías», y la del hispanista inglés John Rutherford, quien compartiendo mesa con Suso de Toro explicó en perfecto gallego los impulsos que le llevaron a hacer varias veces el Camino de Santiago siguiendo las famosas flechas amarillas (o "de oro", como él las llama) y a novelar la experiencia.


Sobre guías


En la mesa redonda que el lunes 21 dedicamos a intercambiar impresiones sobre las guías de viaje como «herramientas necesarias», se apuntaron
algunas reflexiones sobre las condiciones que debe reunir una guía de calidad, se matizaron algunas de las diferencias (no siempre obvias) entre las guías y los libros de viaje, y se apuntaron experiencias particulares de los intervinientes en animada charla con el público, al que uno de los contertulios, el editor y autor extremeño Marino González, calificó como «heroico», habida cuenta de que la hora del debate coincidía con el España-Honduras de fútbol. Los goles de Villa resonaron puntualmente en medio del debate.

Algunos de los participante de la mesa redonda sobre guías: (de izquierda a derecha) Marino González, Manuel Bragado, Pemón Bouzas, el que suscribe y Pep Bernadas. Faltan Gabriel Pernau y Xosé Miranda, que estaban situados a uno y otro extremo. He tomado la foto del blog de Pemón Bouzas.

La presentación corrió a cargo de
Pemón Bouzas, que hizo una brillante introducción sobre el impulso viajero que late en el fondo de toda actividad literaria, quizás porque «las canoas poseen, en esencia, la misma naturaleza que las arpas». Fue especialmente destacable, por lo atinado y claro de su visión desde una perspectiva profesional, la intervención de Manuel Bragado, director general de la editorial Xerais, y emotiva y cargada de elocuente sentido común la de Josep Bernadas, el fundador y editor de la revista Altaïr, un verdadero punto de convergencia en el mundo de las publicaciones viajeras, y viajero él mismo con rica experiencia que sabe compartir de forma apasionante. Xosé Miranda, narrador y experto en tradiciones, subrayó la importancia de recoger y transmitir los aspectos de la cultura popular que están en trance de perderse, y el periodista Gabriel Pernau relató algunos amenos pormenores de la aventura que le llevó a hacer el viaje desde Barcelona a China en bicicleta. Marino González, ya citado, subrayó el compromiso ineludible del editor con la calidad.

Por mi parte, de las dos versiones que había preparado para mi intervención, opté finalmente por la más breve, aunque en el coloquio tuve la oportunidad de comentar algunas experiencias y de reclamar para las «modestas» guías de viaje, no un estatus literario (me parece que son más bien un género periodístico o puramente divulgativo), pero sí su irrenunciable aspiración a la calidad y la excelencia dentro de sus peculiares características como textos en los que, frente a la lógica de la narración, ha de imponerse la lógica del viaje o de la visita. La verdad es que algunas ideas solo pudieron quedar apuntadas. Pero la reunión resultó fructífera. Y los días compostelanos, breves e intensos, en una ciudad inusualmente luminosa y tan babilónica como siempre (o acaso más), estuvieron llenos de conversaciones interesantes y de encuentros muy gratos cuyos ecos es probable que en algún que otro momento afloren a esta bitácora.

Copio aquí el poema con el que abrí mi intervención.


Prólogo en 14 líneas para una Guía de Viaje

La guía que te guía no es la guía
que pone ante tus ojos la belleza
de la ciudad mojada o la rareza
de una columna torsa en plena Vía.

Tampoco la emboscada cacería
de palabras que, en toda su fiereza,
te acerca el ser de la naturaleza
y hace leyenda de la geografía.

La guía que te guía, viajero,
hipócrita lector o transeúnte*,
no es la verdad palmaria del barquero,
ni el plano a escala humana del abismo,
ni siquiera el reverso de este apunte…:

la guía que te guía eres tú mismo.


*Esta línea, encartada con el final de la anterior, tiene una "versión desplegable" en la que, una vez extendida, se lee: «... viajero, / hipócrita lector, tal vez solo turista o apenas transeúnte»

viernes, 25 de junio de 2010

El maquinista


En medio de la espantosa tragedia humana, qué terrible tragedia, humana y metafísica, la de un solo hombre: el conductor del tren. Cuántas veces no habrá detenido ya la máquina homicida en su pensamiento. Cuántas habrá de preguntarse aún por qué oscuro azar fue el elegido por la mano negra de la fatalidad. Las víctimas y sus familias despiertan nuestra solidaridad con el dolor ajeno. Pero la suerte de este hombre, el maquinista, nos abre además en la conciencia un vacío muy difícil de llenar con algo que tenga sentido. La más inocente entre las víctimas es la que ha recibido el castigo más horrible. No sé cómo, pero sé que debemos estar con él, ayudándole a soportar un golpe ciego, brutal, revelador de ese desorden absurdo que tantas veces impone su ley.

Imagen: Pasadizo subterráneo bajo las vías de la estación de Casteldefells.
Foto © Gianluca Battista. Publicada en la edición impresa de El Pais.

sábado, 19 de junio de 2010

Viajar para contarlo


Dentro de los actos del Xacobeo 2010, del 21 al 27 de junio tendrá lugar en Santiago de Compostela el I Encuentro Internacional de Literaturas de Viajes (LITVI), organizado por la Consellería de Cultura y Turismo de la Xunta de Galicia. Presentando como un acontecimiento cultural dirigido al gran público amante de los viajes, ofrece una serie de actividades centradas tanto en los libros de narrativa de tema viajero, como en esos materiales más modestos en sus pretensiones literarias, pero no menos útiles, que son las guías.

El encuentro contará con la presencia de autores como Javier Reverte, Soledad Puértolas, Fernando Martínez Laínez, César Antonio Molina, Julio Llamazares, Suso de Toro o Susana Fortes, entre otros. También estarán presentes el profesor de Oxford John Rutherford, experto en el Camino de Santiago, y el italiano Paolo Caucci, profesor de la Universidad de Perugia, especialista en el fenómeno de las peregrinaciones. En este enlace puede verse la programación completa, que incluye, además del Congreso «Las Literaturas del Camino», conferencias, encuentros con autores, debates, presentaciones de libros, etc. Paralelamente se celebrará una Feria monográfica de editores y librerías de la especialidad y un Feria internacional de derechos.

Como autor de algunas guías de viajes, he sido invitado a participar en la mesa redonda que sobre el tema Guías: herramientas necesarias se celebrará el lunes 21, a las 20 h, fecha y hora con una rivalidad mediática de cierta hondura. Veremos cómo se presenta el debate, al que hemos sido convocados diversos autores y profesionales bajo la coordinación del periodista y escritor gallego Pemón Bouzas.

Siempre es un placer viajar a Compostela. En esta ocasión, además de vivir el ambiente de la ciudad en plena efervescencia jacobea, tendré ocasión de comprobar cómo ha afectado la crisis a un sector editorial que en la última década ha conocido un importante despliegue, tal como este primer encuentro de literaturas viajeras viene de hecho a confirmar.


Fotografía
Praza do Obradoiro 6 (Santiago de Compostela). Foto © Manuel Bóo

viernes, 18 de junio de 2010

Saramago se escapa al otro lado


En su casa de Lanzarote («no me sacan de allí ni a tiros», me dijo un día en la Feria del Libro), en la ardiente cercanía del Timanfaya y no lejos de las tierras calcinadas que dan vinos dignos del paladar de Shakespeare, ha muerto José Saramago, el escritor portugués que, después de Pessoa y en su estela, más ha logrado acercarnos al alma lusa y, por afinidad, a nuestra propia alma.

No he leído todos sus libros, ni todos los que he leído me gustaron. Incluso alguno (especialmente los diarios isleños) me pareció que contenía gestos poco acordes con su rectitud moral, y actitudes quizás nacidas de una rara confusión en quien demostró poseer una gran lucidez sobre sí mismo.

Pero muy por encima de esas percepciones (sin duda discutibles), se elevan las felices horas de lectura que me han proporcionado obras como El año de la muerte de Ricardo Reis, La balsa de piedra, Memorial del convento o el estremecedor Ensayo sobre la ceguera..., jalones junto a otros de una trayectoria que le sitúan en un lugar privilegiado, aunque no siempre nos inviten a volver.

Descanse en paz el hombre que luchó hasta el final con convicción por sus ideas. Y larga vida a su mundo alucinado, fantasioso, meditativo, punzante, pesimista y real, a ese territorio milagroso semejante a un iceberg poblado de raras flores que fue capaz de construir con sus palabras.

Fotografía: Saramago en Playa Quemada, en Lanzarote. Foto © Pedro Walter, tomada de elpais.com

He aquí una muestra de una faceta menos conocida del escritor: una historia animada basada en un cuento suyo y en la que él mismo aparece como personaje.


miércoles, 16 de junio de 2010

Bloomsday Quixote

Hipótesis, quizás algo ducassiana, para el Bloomsday 2010, que como cada año se celebra este 16 de junio: ¿Qué habría pasado si en un momento de su periplo por Dublín Leopold Bloom, y no necesariamente a causa de ingesta alguna, se hubiera encontrado de frente con las reales figuras de don Quijote y Sancho? ¿Los reconocería? ¿Se atrevería a saludarlos? ¿Quién diría qué a quién? ¿Cómo podrían entenderse? Tal vez un hecho semejante ya haya ocurrido y es posible que no tardemos en ver las consecuencias.

De momento, ¿qué tal una pinta de Guinnes acompañada con la alegría de los Dubliners? ¡Feliz Bloomsday!

La imagen muestra una de las numerosas placas que en las aceras de las calles de Dublín señalan escenarios del Ulises. Foto © AJR.




domingo, 13 de junio de 2010

La Feria: crónica de gentes

Mañana del sábado 12 en la Feria, libros y paraguas.

No parecía que hubiéramos elegido el mejor día para acudir a la cita inexcusable de la Feria del Libro del Retiro, uno de esos (pocos) ritos que a estas alturas uno mantiene no solo por fidelidad sino con verdadero placer. El sábado 12 amaneció nublado y la mañana se fue concretando en una lluvia menuda y lenta, con algunas breves ráfagas de mayor ímpetu, que si no impedían el deambular entre las casetas y carpas sí obligaban a moverse con cuidado. Pese al mal tiempo, la Feria tenía un aspecto no animado pero sí animoso. Y es que en lo tocante a la lectura, como respecto a la música, hay un público fiel hasta el heroísmo. En todo caso y por fortuna (que editores y libreros perdonen mi egoísmo), el agua traía consigo una ventaja: se podía transitar sin aglomeraciones sardineras ni sudores de granja propios de los días de gran sol. Un ambiente propicio, en suma, para curiosear con más detenimiento entre las novedades y prestar la atención debida a las nuevas editoriales y colecciones, que pese a la crisis crecen como hongos (o eso parece). Y también para saludar con más calma a algún viejo amigo o colega del mundo editorial que siempre nos sale al paso. O para husmear un poco en la tan cacareada jaima de las grandes firmas, a ver si en ella quedaba alguna huella del retorno, ya como académico, de Pérez Reverte (El asedio) al lugar del que se marchó protestando por las formas de medir quién la tenía más larga (... la cola de demandantes de firmas). Y, en fin, con la oportunidad de poder intercambiar algo más que un murmullo con algunos de los autores que estarían firmando. Esto último, por inesperado (generalmente la Feria en un fin de semana es el lugar menos indicado para hablar con nadie), acabó siendo lo más agradable.

El escritor Fernando Iwasaki. © Paco Sánchez

Así, en conversación con el escritor peruano afincado en Sevilla Fernando Iwasaki, y con las barrocas historias de su novela Neguijón (2005) como telón de fondo, le pregunté por su relación con un amigo común, el poeta Vicente Tortajada, fallecido en 2003. Iwasaki, que ha convertido a Vicente en personaje poderoso de algunos de sus libros –principalmente en la narración citada, que leí en su día con sorpresa y entusiasmo–, me contó un par de detalles entrañables del amigo desaparecido y me puso en la pista de otra de sus publicaciones, La caja de pan duro, un libro recopilatorio de crónicas televisivas en el que, al parecer, Tortajada también está presente. Ya lo estoy buscando (no lo encontré en la Feria). Y junto a esta, alguna obra más de un autor que lleva sangre japonesa en sus venas y que posee un envidiable instinto lúdico para los títulos: Helarte de amar o España, aparta de mí estos premios son dos de ellos. Según fuentes fiables, los relatos contenidos en el segundo, que es su obra más reciente, son tan enjundiosos como desternillantes.

En la caseta de la Librería Bertrand estaba Manuel Rivas, sin duda el escritor gallego con mayor proyección de las últimas décadas. Fuimos compañeros de clase cuando ambos iniciábamos los estudios de periodismo en la Complutense y, pese a que he seguido (y sigo) con muchos interés y admiración tanto su obra poética y narrativa como sus artículos y reportajes, nunca desde entonces había tenido la oportunidad de volver a hablar con él. Fue generoso con su tiempo y sus palabras, también con sus hermosas dedicatorias de paraguas dibujados a pluma, acordes con el día.

Charlando con Manuel Rivas. Foto SP

En la apretada pero intensa charla que mantuvimos salieron a relucir muchos temas, entre ellos el reciente y enojoso rifirrafe con Felix de Azúa o algunas peripecias policiales de los tiempos en los que no era infrecuente que tuviéramos que acceder a la Facultad a través de un cordón de “grises”. Y el recuerdo, en este caso feliz y divertido, de las clases de historia contemporánea impartidas por Carmen Llorca («un persona verdaderamente liberal», la definió él con palabras que suscribo), junto a la evocación, por mi parte, de la figura sabia y amigable de Juan Cueto. Sonrió abiertamente cuando le mencioné el día aquel en que Cueto manifestó, de forma pública y por escrito, que los quesos que antes solía llevarle como regalo a Cunqueiro, cuando viajaba de Asturias a Galicia, tendrían desde aquel momento un nuevo destinatario: Manolo Rivas. Quizás sea este el más envidiable, desinteresado, original y hasta poético, aparte de exquisito, reconocimiento que se haya hecho de la valía de un autor en estas tierras tan dadas por lo común al cainismo. Se me olvidó preguntarle si Cueto ha cumplido su promesa. Hablamos, claro, de Galicia, de la Ribeira Sacra, que es tierra que O’Rivas (así rubrica) conoce bien. Mencionó con entusiamo sus viajes por el espacio fronterizo entre Ourense y Portugal, esa franja denominada A Raia, cercana al Parque do Xurés, donde nos dijo que en su opinión se encuentran algunos retazos de la Galicia más profunda. Ya al despedirnos le pregunté por Lois Pereiro, el malogrado poeta gallego (falleció víctima del envenenamiento por aceite de colza), del que Rivas fue íntimo amigo. Me dijo que estaba preparando una amplia escolma (antología) de su obra. También que un grupo de amigos batallaba para que la Academia Galega le dedicara uno de los próximos Día das Letras Galegas, como forma de recuperar los logros de una trayectoria creativa frustrada por la muerte pero sin duda valiosa.

Pese a su joven madurez, Rivas va camino de convertirse en todo un maestro, si es que no lo es ya. Para quienes amamos la literatura gallega es una gran suerte contar entre nuestros contemporáneos con alguien que aúna tanta calidad literaria como coraje cívico. Baste recordar, en este segundo aspecto, su papel al frente del movimiento ciudadano surgido cuando el desastre del Prestige, o su trayectoria como cofundador y militante de Greenpeace en Galicia.

En la caseta de El Buscón, que es la librería por antonomasia de La Prospe, nuestro barrio, estaba Luis, librero y amigo, tocado con uno de sus elegantes sombreros. Me acerqué a saludarlo y advertí que a su lado firmaba ejemplares Belén Gopegui, una de las novelistas que mayor consenso concita entre críticos de muy diversa condición. Aunque he leído alguna de sus novelas, no tengo una opinión fundada sobre su obra; sólo sabría decir que me parece la suya una escritura tensa y exigente. Como de alguien que se toma la tarea muy en serio. Gopegui conoce bien el barrio de Prosperidad, en el que vive o ha vivido. Según nos comentó, para escribir su última novela, Deseo de ser punk, se inspiró en parte en la Escuela Popular de la Prospe, toda una institución en la educación de adultos. La novela cuenta una dramática historia de aprendizaje y de búsqueda del propio camino hacia la libertad. Espero tener en breve ocasión de leerla. Animan a ello, además de los elogios de la crítica, el que es un volumen con las garantías que suele ofrecer Anagrama. Y la sugerente foto de Iggy Pop en la cubierta.

La mañana aún daría más de sí. En un rincón me crucé con el novelista Juan Eduardo Zúñiga, caminando muy erguido, con su admirable perfil de escritor ruso de los que ya no quedan. Iba en compañía de su mujer, Felicidad Orquín, una gran experta en Literatura Infantil y Juvenil, a la que me une una relación muy cordial fraguada en algunos trabajos compartidos. Me acerqué a saludarlos bajo la lluvia, muy fugazmente, porque iban con mucha prisa camino de una cita con el profesor y crítico Fernando Valls, uno de los mejores conocedores de la obra del escritor. Zúñiga, del que siempre recuerdo el tono perfecto, mesuradamente dramático, con que una vez le oí leer su propia obra, es un autor que ya va ocupando el lugar que le corresponde en los balances críticos. Y no sólo por su inolvidable trilogía de cuentos sobre el Madrid de la guerra civil.

En muy mejorable compañía, concretamente por su derecha según se mira al MAR (también la ceremonia de las firmas a veces hace extraños compañeros de caseta), vi al escritor y periodista Javier Reverte, uno de los maestros de la literatura de viajes, género en el que también colaboró con la editorial Anaya Touring, donde lo conocí allá por los primeros 90. Javier Reverte será una de los “platos fuertes” del Encuentro Internacional de Literatura de Viajes (LITVI) que se celebrará a partir del día 20 en Santiago de Compostela, dentro de los eventos del Xacobeo 2010, y al que también estoy invitado (participaré en una de las mesas redondas). Me acerqué a saludarlo con la nada disimulada intención de refrescar viejas conversaciones y tender lazos de cara a la cita gallega.

Precisamente en la larguísima caseta de Anaya firmaba Ana Alcolea, prolífica y valorada autora de ese género de endiablada dificultad y ardua competencia que es la novela juvenil, en la que ella se mueve con extraordinaria soltura, según me dicen voces cercanas a las que no tengo más remedio que creer. Y lo mismo puedo decir de Rocío Antón y Lola Núñez, un dúo bien conocido y acreditado en el campo de los libros infantiles. Compartimos un rato divertido, además de pertrecharnos de buenos y cálidos materiales para los recién llegados a la familia.

También nos acercamos, ya de retirada, hasta la caseta donde firmaba Elvira Lindo, que nos dedicó dos de sus obras. Es admirable la energía que despliega esta mujer, siempre entre Madrid y Nueva York, y siempre tan atenta a aspectos de nuestra realidad que para muchos pasan inadvertidos. Su capacidad de trabajo tal vez sólo sea comparable a la de Juan Cruz, que no andaba lejos con sus Egos revueltos. Este libro de «memorias propias de otros autores», que mereció el premio Comillas, está recibiendo tantos elogios y de procedencia tan dispar que no va a haber más remedio que leerlo. Me quedé también con ganas de saludar a Fernando Savater, que miraba hacia el cielo desde su caseta con aire algo aburrido y quizás ya a punto de irse. No me atreví a molestarlo.

Y así, algo calados, con los bolsillos menguados, pero al fin y al cabo contentos, volvimos a casa cuando, oh extraño capricho de los cielos, ya casi dejaba de llover.

Posdata: Dicen los primeros balances al cierre de la Feria del Lbro que las ventas han descendido casi un 10% respecto a 2009 y que el culpable de tal situación, más que la crisis, ha sido la veleidosa tendencia del tiempo hacia los extremos: excesivo calor en algunos de los primeros días, lluvia casi permanente durante la última semana. Está claro que ni editores ni libreros habían mandado sus anaqueles a luchar contra los elementos. Antes de cada Feria deberían fletarse globos aerostáticos que dejaran bien claro a las deidades de allá arriba (o a quien corresponda) una recomendación, incluso una orden: «¡Prohibido llover!» A ver si este vídeo pescado en Youtube (una joya de época con la actuacion de Sister Rosseta Tharpe) puede contribuir a que “cale” el mensaje.

viernes, 4 de junio de 2010

Manchas nombradas*

A modo de salvavidas de una tarea algo incierta
surgieron estas variaciones, mínimas e improvisadas,
como para hacerse cargo.



En un lugar de La Mancha, tal vez en dos, aún pueden verse espejismos.

En un lugar de La Mancha, nunca en el mismo.

En un lugar de La Mancha, pero no en éste.
***

En un lugar de la mancha las erratas proliferaban como verdaderos roedores.

En un lugar de la mancha, aunque apenas si.

En un lugar de la mancha, ya casi tapada por el cian, se vislumbra la silueta de un yelmo.

En un lugar de la mancha una avanzadilla de osados agentes limpiadores había conseguido abrir una brecha de casi dos milímetros que anunciaba la completa caída de la fortaleza en manos de las nítidas fuerzas del orden.

Benjamín Palencia, La Era.


En un lugar de la mancha, por do más pecado había…

.

En un lugar de la mancha la grulla más valiente ocupa el vértice.

.

.

En un lugar de La mancha, vos, el llamado Borges, comenzás a corrernos.

.

.

.

En un lugar de la Mancha

de cuyo nombre no quiero

acordarme...

(Romance anónimo e inacabado)

.

.

.

.

En un lugar… sin duda alguna. Vale.

(Quijote bonsái, acaso jíbaro)




Fotografías: Paisaje de los Montes de Toledo (arriba) y Camino Peña del Rayo (sobre estas líneas), cerca de Casalgordo (Toledo). © AJR, 2010

*Manchas nombradas es el título de un libro de José Miguel Ullán publicado en 1984.