Capitalsmo... en construcción |
(Lecturas en voz alta). Me informa un amigo (gracias, Felipe Pallete) de la brillantez de este artículo de Joaquín Estefanía en el último Babelia. Y, una vez leído, admito que es un buen resumen de las principales ideas de los libros que cita sobre la situación actual de la economía mundial, sus retos y debilidades. Y, en efecto, como suele ocurrir en los artículos de uno de los periodistas con mejor dominio de las claves económicas (de hecho su formación es más de economista que de periodista), analiza la situación con rigor y propiedad.
Pero me parece que no tiene en cuenta de forma suficiente, pese a incluir a Piketty y otros en la bibliografía, algunos aspectos. Uno es la necesaria redefinición del concepto de «trabajo» y su imprescindible desmitificación (desacralización incluso). Otro, que debería poner un énfasis mayor en la redistribución de la riqueza como un factor imprescindible para la supervivencia de la propia economía de mercado (poscapitalista o socialparitaria). Y, de forma muy especial, me parece que el artículo no contempla el drástico cambio de fuerzas en juego y, sobre todo, la emergencia de factores de producción creadores de grandes plusvalías ligados a la cuarta —o quinta ya, al ritmo de la veloz expansión del 5G y en puertas de la explosión cuántica— era posindustrial.
En relación con este último aspecto, no hay que perder de vista que en la nueva realidad el principal agente dinamizador son los nuevos escenarios ciberglobales que tienen en la explotación del Big Data su principal fundamento. ¿Quién paga por la materia prima de la que se nutre esa minería y explotación — en ambos sentidos del término— del recurso básico en juego que no es otro que nuestras costumbres, hábitos de consumo, juegos, ritos, mitos, creencias... en suma nuestras propias vidas?
Son asuntos que un análisis del estado actual del capitalismo y su posible evolución y deriva tendría que plantearse. Y ahí puede que ciertas ideas de vaga filiación marxista aún puedan seguir siendo no sólo útiles sino imprescindibles, más allá de que el ideal utópico de un estado comunista de verdad operativo esté finiquitado.