Captura de pantalla. |
«El tiempo no podía ser más abrileño: ya había quedado atrás lo peor del invierno, pero no acababa de llegar la primavera. Los árboles seguían desnudos, pero la brisa era suave. El cielo estaba encapotado, pero asomaban los tulipanes. La luz era pálida, pero el lago añil que se extendía por los jardines resplandecía…», y así hasta casi 700 páginas entre otros cientos y miles de volúmenes de similar o aún más horrísono jaez. Jaez. «Qué bonito es todo —pensé—. Y también qué triste». Quien esté libre…