«Juego de espejos». A partir de una foto de AJR. |
«Mire, amigo —me escribe un lector que no desea decir su nombre, aunque no sea difícil suponer quién es—: estas cosas, porque son lúcidas y tienen claridad y peso, conviene decirlas en voz alta y no dejarlas perderse en el sumidero de comentarios que casi nadie lee y por tanto no llegan a formar parte del contexto de las cada vez más difíciles, pero aún posibles, conversaciones; de modo que con su resonancia, aunque improbable en guirigayos tan estruendosos, se vea algún modo de aminorar la joda de que una vez más las conversaciones se queden a medias, las ironías vacías de toda gracia y los significados vacantes. Por tanto hay que darle la voz al maestro y prestar mucha atención a lo que, sobre tema tan crucial como es la naturaleza del soneto, nos comenta desde su perspectiva, “quizá —sostiene Poitevin— muy distinta a la de alguien del otro lado del Atlántico, y quizá un poco distinta a la de alguien al sur del Río Grande […] La esencia del soneto —continúa—, para alguien de mi sensibilidad, está inextricablemente ligada al ritmo, no a la rima, no a la disposición de las estrofas […]. La tradición inglesa (particularmente la escuela norteamericana) rescata un aspecto estructural del soneto: la volta, el giro. En los sonetos shakespearianos, ese giro llega, a veces, algo más tarde que en los sonetos estructurados como los de Petrarca, pero casi siempre llega. Esa mezcla, la regularidad métrica y la aparición del giro de pensamiento o emoción, es lo que caracteriza al soneto. Es la manera peculiar y dúctil con que el soneto aborda la necesidad de la poesía de balancear repetición y sorpresa. La sorpresa puede nacer, para quien lee con inteligencia profunda, cuando el soneto nos da luces de que está consciente de su ser, de su ritmo interno, de su circulación, de su inevitable giro”. Fin de la cita». Y fin también del mensaje del lector, del que la simpar y siempre perspicaz Sherezade no ha dudado en hacerse cargo para ocupar, y cumplidamente , una de sus mil noches. Esta. No será la última.