lunes, 18 de octubre de 2021

Lluvia sin fin

(OJO: Es conveniente activar el vídeo antes de leer)

Siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en

ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

de

que

aún

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

otro

tanto

en

el

cielo

como

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

que

es

este

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

es

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

nuevas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

y

en

compañía

de

un

indecible

rumor

de

fondo

envuelto

en

signos

que

suben

y

vuelan

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

silente

nueva

y

la

misma

la

de

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

(aquí

respira)

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

y

de

ese

modo

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

(dice

el

enano

que

también

lodo)

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

huraño

y

hueco

la

resonancia

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

desde

el

que

emergen

como

saetas

de

largas

colas

estos

destellos

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

un

puro

Imán

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

y

ahora

de

nuevo

nunca

es

lo

mismo

poder

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

deletreando

la

hierba

fresca

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

igual

que

Peter

el

fiel

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

las

astillas

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

como

volutas

de

un

humo

blanco

nacido

ahora

de

la

fogata

que

aún

recuerdas

y

a

cada

paso

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

de

agua

estancada

de

la

que

escapan

gases

y

fiujos

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

y

así

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

y

en

su

compaña

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en

ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

en

una

nueva

vuelta

de

tuerca

para

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

y

acaso

al

mundo

evanescente

de

lo

que

no

puede

siquiera

borrarse

porque

se

encuentra

ausente

en

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

desde

donde

trazas

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

entre

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

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a

tu

interior

En

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

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(«Hojas sueltas del lunes», 86 ~ “Levedades”)

COMO ROCÍO NACIDO DE LA NOCHE

Edward Hopper: Compartimento C, coche 193, 1938.
Museo Thyssen Bornemisza, Madrid.

Aquellos cuerpos que se habían conocido en un viaje en tren nocturno entraron en íntimo contacto por una prodigiosa cadena de casualidades. Primero fue el equívoco en la asignación de las plazas de las literas, cuando ella dijo que no se hacía a dormir en la de arriba y él, alertado tal vez por la espontaneidad del comentario y por sus labios sensuales, le cedió la suya, justo debajo, y hubo ya entonces un intercambio cómplice de sonrisas que a ninguno de los dos debió de pasársele por alto. Fue luego una larga conversación en el pasillo, junto a la ventanilla del “es peligroso asomarse al exterior”, con intercambio de palabras muy cálidas y algunos roces de manos y antebrazos que supusieron un avance muy notable en la familiaridad y el mutuo agrado, además de una incipiente pero muy sensible erección por parte de él. Y, al amanecer, cuando el convoy estaba entrando en la estación de destino, el joven dijo algo sobre el color de la mañana y la calidad del rocío nacido de la noche, y ella respondió con una insinuante invitación a comprobar, de camino a la ciudad, si las cosas eran como parecían. La última coincidencia decisiva fue que ambos vivían muy cerca y la casa de la joven quedaba de camino a la de él, de modo que la idea de compartir taxi vino casi sola y el trayecto fue tan efusivo que al llegar al primer destino descendieran los dos y, con la excusa cómplice de ayudarle con la no muy pesada maleta, ambos subieran al apartamento de la joven y allí se amaron como si no hubiera nadie más sobre la tierra. Aún se produjeron otras y más contundentes casualidades: daba la impresión de que la realidad se empeñaba en encauzar su encuentro sin escapatoria. Pero era una falsa sospecha. Casi nada dura para siempre y a ciertos modos de conocimiento les da todo el sentido el don de la brevedad. Así, lo que había comenzado al calor de un vagón de tren no tardó en entrar en vía muerta.

(LUN, 954 ~ Las musas de Macías)

domingo, 17 de octubre de 2021

LA CRIATURA

Imagen nocturna de los ríos de lava de la erupción volcánica de La Palma, 15/10/2021. 
©️Reuters/Sergio Pérez

Llevaban varios días con sus noches —sobre todo sus noches— sin poder quitar los ojos de las pantallas: los ríos de lava del volcán eran un espectáculo inenarrable, hipnótico, superior. La fascinación no hacía olvidar ni curaba el pesar por el caos material y el dolor de las gentes, ni tampoco la frustración por la ceguera del mayor ojo cósmico del planeta (el observatorio del Roque de los Muchachos), empeñado ahora, entre otras tareas de fondo, en escrutar cualquier signo de vida exterior. Fue entonces cuando la imagen del gran DRON reveló la existencia de un dibujo de extraña apariencia humanoide, no muy distinto del Índalo almeriense, y con cierta semejanza a imaginaciones recientes de llegadas del espacio exterior. Un pensamiento tan fugaz como cometa pasó por su mente: ¿Alguien quizás está tratando de hacernos entender algo? No lo sabemos. Pero de lo que no cabe duda alguna es de que se avecinan eventos inesperados y puede que trascendentales.

(LUN, 955 ~ Fotos que dan pie)