lunes, 20 de septiembre de 2021

Poveda canta a Borges



Miguel Poveda entre sonetos arde
por los cuatro costados del flamenco:
hondura, luz, compás, pasión. Y el cuenco
de una voz prodigiosa (que Dios guarde).
Una voz donde brillan las heridas
y se incendia la lluvia de la tarde,
mientras amor y muerte, sin alarde,
dirimen sus batallas, sus huidas.
Sonetos y poemas que se quiebran
y van al aire con sus versos sueltos,
como muchachas por la playa, libres.
Palabras sin cadenas que celebran,
en la voz de Poveda, los absueltos
delitos del querer… (¡Para que vibres!)

VIENDO VOLAR LA ROCA INCANDESCENTE

Velázquez: La fragua de Vulcano, 1630. Museo del Prado, Madrid.

«¡A ver, Vulcano! —dicen testigos dignos de crédito que dijo Apolo al llegar a la Fragua—, que no digo yo que haya sido aposta, ni que todo se deba a tu cabreo por el hecho de que Venus te la esté pegando frontalmente con ese pendenciero de Marte… Pero tendrás que poner más atención a la hora de asegurar el reciclado de residuos porque has vuelto a liarla en las Fortunatæ Insulæ, y Júpiter the Boss tiene un cabreo importante con tantos gases, piroclastos, lavas, bombas, cenizas y, sobre todo, lapilli, mucho mucho lapilli…». Dicen también que el divino cojo miraba a su interlocutor y no lograba salir de su asombro. ¿Se sentiría culpable?

(LUN, 982 ~ “Cuadros que dan pie”)

domingo, 19 de septiembre de 2021

TRABAJOS DE AMOR MARRADOS

Alice Neel: Marxist girl (Irene Peslikis), 1972. The MeT, New York.
A Cloris le había tirado los tejos de todos los modos posibles. Siempre me dio largas, pero siempre insistí. Hasta que un día me propinó un corte que fue definitivo, brutal, tajante. «¡Pero tú te has creído que soy el juego de la rana!», me dijo. Y luego, con displicente sorna, como muy suya: «¡Anda ya! ¡Mútate!». Y eso hice. Por el foro.

(LUN, 983 ~ serie Las musas de Macías)

sábado, 18 de septiembre de 2021

Larga via a Gulliver

 


(Resonancias). Muy probablemente (y, puestos a imaginar, sin duda alguna) Gulliver fue el gran héroe literario de mi infancia. Del mismo modo que Gastón Santos y su caballo Rayo de Plata lo fueron en el cine. Aunque lo curioso es que al personaje de Jonathan Swift lo descubrí también en la gran pantalla, si bien creo que fue poco antes de que cayera en mis manos el libro, puede que precedido de una adaptación en tebeo. Habría que revisar las gavetas de la memoria y algunos estantes altos y llenos de polvo de mi biblioteca. En todo caso, el poderoso (y, ojo, tan racional) ejercicio imaginativo de esta novela, su capacidad para analizar el mundo desde perspectivas contrapuestas, verdaderamente supuso un salto gigantesco, pero consecuente y hasta lógico, desde el mundo de los cuentos y la fantasía a la realidad del cuento del mundo y el reino de la imaginación. Larga vida a Lemuel Gulliver.

Adiós a Mario Camus

(Al filo de los días). Adiós a Mario Camus. Le debemos horas de placer cinematográfico y una (al menos) de las obras maestras indiscutibles del cine español: Los santos inocentes. Gracias a mi amigo Rubén Duro, y con ocasión de un homenaje al naturalista Aurelio Pérez (tío de Rubén), que fue el criador y adiestrador de la famosa Milana Bonita, la grajilla que se posaba en el hombro del Azarías, pude en una ocasión mantener una grata conversación con él y comprobar, en la distancia corta, su austero pero firme sentido del humor y su gran humanidad. Buen viaje, maestro. Volveremos una y otra vez a las imágenes tan cargadas de arte y verdad.

RESIDUOS NUCLEARES

Cartel de David Quiggle.

Al transeúnte de la noche le gustaría poder saber a qué puede deberse el hecho de que esta mañana, al despertar, sin nada en apariencia que lo explique —¿tal vez una ráfaga de música imprecisa?—, le asaltó una pregunta: ¿pero quién coño mató a Laura Palmer?

(LUN, 984)

viernes, 17 de septiembre de 2021

SI ERRA NO LO NARRÉIS


Rosa Bonheur: Cabeza de un burro (s. XIX).


Sentía los ojos inquietos del Enano escrutando el movimiento de su dedo sobre la pantalla y en la frente casi le golpeaba el espeso vaho brotado de sus belfos, mientras lo imaginaba dándole vueltas sin parar a aquella frase capicúa que tanto podía ser una amenaza como una mera constatación. Errar y andar errado. Narrar y ser narrado. Nadan y narran, narran y nadan. Aquello parecía una noria. Y ya se sabe: donde hay noria siempre cabe la posibilidad de que se aloje un súcubo. Pues, como acuñó Carbajo (quede bien claro el (c) y hasta si fuere necesario la (R) marca registrada): Onagro rabilargo logra libar órgano. Pese a todo, tras una respiración honda, pudo recuperar sus fuerzas y sobreponerse a sus temores y, avanzando con decisión por el teclado, estaba decidido a llegar hasta el final. ¿Lo conseguiría? Sólo necesitaba un punto de fuga. Y algo de suerte.
(LUN, 985, “nanódromos y más”).