Antonio Martínez Sarrión fotografiado por Claudio Álvarez.
(Al filo de los días). Ha fallecido el poeta Antonio Martínez Sarrión, tal vez el más “moderno” (hay epítetos triunfantes) de los Novísimos y el único mesetario de entre ellos, en una antología fraguada en la otrora fulgente Barcelona y al socaire de mares venecianos. Lo conocí y traté fugazmente, con ocasión de vidriosos y más bien tristes certámenes literarios, y lo leí con gran atención, atraído sobre todo por su facilidad para convertir el poema en algo muy parecido a una secuencia cinematográfica o una ráfaga de jazz, querencias ambas muy presentes, y no sólo de manera formal, en su poesía. Me interesaron mucho y disfruté con sus memorias, en especial con Una juventud (1996), en la que, entre otras gentes y experiencias notables, comparecía de refilón mi querido amigo y vecino (puerta con puerta) el diplomático Sergio Pérez-Espejo, coetáneo suyo y también recientemente fallecido. Aquellas páginas fueron objeto de minuciosos comentarios, chanzas y hallazgos algo más que curiosos. Ahora se me aparecen casi como escenas de otra vida. Tengo pendiente la lectura de su obra última, de la que me han llegado las mejores referencias. Será mi homenaje a un hombre que, junto con la revista Barcarola, contribuyó a que el nombre de Albacete (superada la ominosa rima y los nefastos rastros de los cazapremios ) apareciera bien rotulado en el mapa de la poesía española. Descanse en paz.
miércoles, 15 de septiembre de 2021
Adiós al poeta Martínez Sarrión
EL MENSAJERO
Julio Castellanos: Retrato de hombre, 1925. Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires. |
Había olvidado su nombre —acaso Segismundo—, aunque su presencia seguía viva en cada uno de los movimientos de resistencia que me veía obligado a realizar al fondo de la cueva para soñarla palacio y volverla habitable, o al menos libre de la sordidez devastadora y su hueste acostumbrada. Sabía que algunas de sus palabras, al pasar a mi boca, estaban germinando al borde de la putrefacción, pese a lo cual, separados los mohos más obscenos, aún me servían para alimentarme y lograban provocarme sueños felices. Muy felices. Por eso he de considerar como un signo muy dadivoso del destino que hoy haya regresado intacto con el nombre verdadero que esconde sin escindirlo su nombre irrepetible: Siggurbes el Rojo.
martes, 14 de septiembre de 2021
EL TEMPLO
R. Scort: Tres mujeres africanas, s.f., s.l. |
Cuando entramos, el rito estaba en plena representación. La hermana, con cuidadosa dicción que sorteaba con gran habilidad las trampas de la fonética francesa, avanzaba por la epístola con convicción extrema y lograba infundir un sentido próximo y creíble a las palabras ceremoniales. Cuando concluyó, las estrofas del salmo brotaron como ráfagas de voces transparentes acordadas sobre el zumbido de la sordina y, en su bellísima tesitura, volvían una y otra vez a la sorpresa prevista de las modulaciones que, casi como si fuera una lámina de agua rizada por el viento, allí se remansaban, mientras fuera la tarde parecía a punto de rendirse a las primeras sombras y los sonámbulos comprendían que su hora estaba a punto de llegar.
lunes, 13 de septiembre de 2021
Un poema al uso
UN GIRO EN EL SALÓN ANTES DEL ALBA
Combate heroico en el púlpito de la iglesia de San Agustín de Zaragoza en el segundo sitio de 1809, 1887. Museo del Prado., Madrid. |
La noche estaba a punto de concluir y parecía dispuesta a irse, por decirlo así, de rositas, sin una triste entrega valorable ni nada útil para plantarle cara al ya cercano otoño y sus postrimerías. Pero, de pronto, como brotada de una fuente subterránea de imposible detección, salieron a la luz, por separado, pero sin duda atraídas por un secreto imán, una imagen y una frase (esta al parecer pronunciada por JB en ocasión no olvidada) y se depositaron a la vez en la pantalla de este modo: «CUALQUIER HOMBRE QUE SE SUBE A UN PÚLPITO Y SOSTIENE QUE TIENE LA SOLUCION PARA LA HUMANIDAD ES UN MISERABLE».
domingo, 12 de septiembre de 2021
EL SUCESO (o Où est l’évêque?)
Miguel Zapata: Sin título, 1978. (Tomado de Subastas Segre, catálogo Pintura y Escultura; septiembre 2021). |
Todo se debió a que Louismarie Sánchez, de Rouen, que como persona era una verdadera pécora en sí mismo, había oído que Madame Geneviève, tan orgullosa como estaba de su hijo, tenía la esperanza, casi estaba segura, de que un día el niño alcanzaría una gran dignidad: «Yo creo que será por lo menos obispo», dijo con un guiño de ojos que a todas luces quería indicar que estaba bromeando. Pero Louismarie se hizo voces y a partir de aquel momento por todos los claustros, patios y campos de fútbol del colegio se corrió la voz: «Muchachos, no os lo perdáis, entre nosotros tenemos un futuro l’évêque». (Eran los tiempos en que cierto giro afrancesado, a imitaciòn de las clases de père Ignace, formaba parte habitual de la jerga escolar). Y el sobrenombre, como suele ocurrir en internados y otros apriscos, ya fue imparable. Al poco tiempo, Michel pensó que lo mejor sería rendirse a la evidencia. Y fue entonces cuando adoptó el seudónimo con que años después se haría famoso, odiado y admirado a partes iguales, pero sin duda convertido ya en “todo un suceso”.
sábado, 11 de septiembre de 2021
MAL DE AURORA: XX AÑOS DESPUÉS
«... y poco a poco los diálogos se iban convirtiendo en susurros y las palabras se iban transformando en gotas de lluvia que caían como a cámara lenta sobre el empedrado de la calle vacía».