(En voz alta). Hace ya un par de meses (signifique lo que signifique meses) que llegó a las librerías “la traducción de Luis Sanz Irles de The Waste Land, tan anunciada, por fin acometida y felizmente concretada. Devolver al poema en español su condición de “artefacto sonoro”, sin menoscabo de la cabal comprensión de su contenido, tal es el principal señuelo con que se nos ofrece esta novedad. El vídeo, muy cuidado, invita de forma convincente a dejarse conquistar una vez más —o la primera, que de todo habrá— por uno de los grandes poemas del siglo XX, con toda probabilidad —por activa y, sobre todo, por pasiva— el más influyente en la evolución de la poesía escrita en Occidente en la última centuria y capaz aún no sólo de conmovernos sino también de iluminarnos.
viernes, 18 de septiembre de 2020
jueves, 17 de septiembre de 2020
De Irazoki (FJ) a Irazoqui (E)
»Ayer murió Enrique Irazoqui. Con diferente grafía, compartíamos el primer apellido (el suyo con q; el mío con k). Nacido en Barcelona, a los 19 años triunfó al interpretar el papel de Cristo en El evangelio según San Mateo, célebre película de Pier Paolo Pasolini. Economista, se alejó del mundo del cine para dedicarse a dar clases de literatura. Después, inesperadamente, organizó torneos de ajedrez entre computadoras. Fue el árbitro de la partida de ajedrez entre un campeón del mundo, el ruso Vladimir Kramnik, y un programa informático. La noticia de su fallecimiento ha pasado inadvertida en una prensa española entregada a las simplezas políticas. Los directores se sirven otra copa de chascarrillos».
martes, 15 de septiembre de 2020
Aniversario
Dado superior
Por encima de todo la belleza.
Encima de por todo la belleza.
De todo por encima la belleza.
Todo por belleza la de encima.
Belleza la de todo por encima.
La belleza de todo por encima.
(Dados)
Arte ciclista
GPS Doodle
(Al filo de los días). Por cosas así también es el ciclismo el deporte más hermoso. (Ante la imposibilidad de enlazarlo, copio el artículo de Enrique Vila-Matas).
El dibujo de la vida
por Enrique Vila-Matas
(El País, 15.09.2020)
Estaba siguiendo en televisión el Tour, el ascenso al Pas de Peyrol, cuando me pregunté qué había sido de Stephen Lund, que también era ciclista, pero de otro estilo. Cinco años antes había escrito sobre Lund al enterarme de que en su ciudad natal, Victoria, Canadá, salía a pasear en bicicleta y, valiéndose de la aplicación Strava, se divertía registrando sus itinerarios y creando curiosas “figuras”, que publicaba en su web GPS Doodles.
¿Qué habría sido de aquel “atleta creativo” que animaba sus entrenamientos con aplicaciones de seguimiento que muchas veces trazaban figuras extravagantes en mapas para GPS? Al principio, Lund sólo pretendía rastrear y analizar su desempeño como corredor, pero se topó con la magia cuando vio que su pedaleo podía crear en Strava tanto perfiles humanos como mensajes escritos. Entonces, un glorioso primer día de 2015, salió temprano de casa y conmovió a sus paisanos cuando con su recorrido en bicicleta trazó en su GPS una felicitación de Año Nuevo en las calles de Victoria.
Investigue en la Red qué había sido de Land y de su extraña forma de vida y descubrí que en el siniestro 2020 se volatilizaban a mediados de abril las huellas de sus aventuras ciclistas. Y me aterró la posibilidad de que se hubiera cruzado en su vida cualquier contratiempo tan propio de nuestros días, aunque al final decidí no obsesionarme y pensar en otra cosa y fui a caer en algo que no estaba lejos del mundo de Lund, fui a pensar en un deliberado retrato del escritor Raymond Queneau trazado con GPS sobre un mapa de París. Era un retrato que me había regalado un dibujante francés, un miembro de OuLiPo que había participado en una reunión de hacía ya tres años de este grupo, reunión a la que había asistido invitado por Eduardo Berti y por Pablo Martín Sánchez, el único español miembro de OuLiPo.
Al regresar a Barcelona, había enmarcado aquel dibujo y lo había colgado en una pared de casa, y de hecho tenía la vaga pero a veces consistente sospecha de que el retrato había estado ejerciendo un influjo especial sobre mí, hasta el punto de intervenir en la elaboración de la novela que publiqué el año pasado y que, tras superar variadas brumas y ascender a diversas cumbres, incluida la que llamo en secreto Pas de Queneau, había acabado titulando con unas palabras precisamente del tal Queneau.
No recordaba cómo se llamaba el dibujante y lo pregunté por correo a Martín Sánchez, que tuvo la amabilidad de decirme: “Sin duda se trata de Étienne Lécroart (miembro del OuLiPo y del Oubapo), que en aquella reunión presentó dos retratos, uno en creux de Emmanuel Carrère y el de Queneau que, por lo que me cuentas, te regaló a ti y cuyas líneas suman un total de 110 kilómetros por las calles de París”.
Y fue curioso. Al leer esos datos, creí entrever de pronto un mundo en el que no resultaría del todo imposible que, en su pedaleo interrumpido de abril, Lund hubiera sido relevado por Lécroart, que así de algún modo habría ido reforzando la continuidad del dibujo de la vida, cada día, por cierto, más amenazado. ¿O no
Adiós a Franco Maria Ricci
lunes, 14 de septiembre de 2020
Lugares del amor
No sin vuelo la mano que golpea
mineral de tu asombro
a la luz del perfil que el día aproxima
la doncella del día
el pelo suelto
su cintura
órbita de planetas perdidos para siempre
y en sus manos el cuenco
donde puedes beber toda la noche
beber
hasta que el aire
te falte de esa forma
tan dulce
que precede al amor
En todas las esquinas se elevan rompeolas
baten en la distancia frenéticas las venas
poco a poco sin sangre
convertida la sangre en una mezcla tibia
de gas espuma soles
Astillados reflejos de tu piel que sostiene
la caricia tenaz de la mañana
lenta sombra de un árbol que te ocupa
y se puebla de hermosos cuerpos débiles
Al galope mi amor la cabalgada
de tu tacto y tus ojos
más extensa
que el vaivén terrenal del horizonte
sobre la mar terrible
o la llanura
o los acantilados de ramas en el bosque
No sin vuelo el secreto de tu boca
borbotón fulgurante
de muslos habitados
arrebatada tribu de las altas planicies
que la nieve conoce
que el águila conoce
que los dioses contemplan con su rostro borroso
Caravana que cruza los desiertos
tendidos como pieles repletas de hendiduras
lugares del amor
de huella en huella
el rastro vivo
vertiginoso
del agua subterránea
Bóvedas húmedas del silencio supremo
que el sonido no rompe cuando sube
su caudal hasta el vuelo de la mano
y caminas sin pausa la ingravidez del musgo
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