martes, 5 de mayo de 2020

La voz de Idir


(En voz alta). Uno tiene, como dijo alguien, muchas lagunas en su incultura. Una de ellas tiene que ver con el desconocimiento de formas del arte que deberían estar presentes en nuestro ámbito de intereses y, sin embargo, son sólo carencias. Al grano: acabo de enterarme de la existencia de un excepcional músico argelino llamado Idir al mismo tiempo que leía la noticia de su fallecimiento en el periódico. En otro tiempo, el dato hubiera pasado por mi vida sin pena ni gloria (o, como mucho, recortado para formar parte del lemario de alguna enciclopedia: del repertorio de necrológicas del suplemento bianual del Espasa, por ejemplo). Gracias a la maravillosa mano de la tecnología, en esta ocasión he podido localizar esta delicadeza en YouTube y, al compartirla aquí, y más tarde colocarla en mi blog, sé que dejo a buen recaudo y resguardo un magnífico hilo de seda del que tirar. De momento, celebro que un poco de belleza ha vuelto a salirme al paso. Albricias.

El paseante: los orígenes

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
Ilustración ©️Javier Serrano, 2020
Si se pone a recordar cuál pudo ser el primer paseo de su vida, en su memoria se entremezclan dos lejanos fogonazos, cenizas casi de un perdido resplandor. En uno se descubre de la mano de dos jóvenes militares —tal vez dos reclutas del cuartel del Cerro Negro—, caminando muy ufano entre ellos, mientras ve venir hacia él a la madre, muy alterada pero sonriente, a causa de lo que años después sabrá que fue un afortunado hallazgo y reencuentro, tras el susto grande por un niño perdido en el bullicio de la feria.

El segundo vislumbre, que está unido tanto temporal como espacialmente al anterior, lo sitúa frente a una boca de riego en unos jardines cercanos a una ermita: allí está mirando el charco de broza y hojas que se ha formado alrededor de una tapadera de metal removida y, de forma inexplicable, acaso por torpeza o por curiosidad, poco después está comprobando desolado que ha ido a meter en él un pie —izquierdo o derecho, qué más da— justo la mañana en que acaba de estrenar sus primeros zapatos Gorila, tan preciados en aquellos tiempos, además de por su graciosa forma redondeada, por la pelota de goma maciza que regalaban con su compra y que, botada con habilidad y fuerza, podía elevarse hasta alturas casi inverosímiles.

De lo que ya no queda huella alguna en su memoria es de lo que ocurrió después, al regresar al banco del que se había alejado y donde tal vez tuvo que inventar alguna excusa más o menos fantasiosa —«es que se me había caído la canica dorada»— para explicar aquel desastre y poder volver a casa sin otros contratiempos.
...

lunes, 4 de mayo de 2020

Adagia andante (7)

«No hay diferencia entre Dios y su templo», dice Stevens en la cláusula 96 de sus «Adagia». Tiene razón, aunque no siempre sea fácil percibirlo.
Y más a menudo aún no es fácil entender que tiene todo esto que ver con la guerra y el dinero.
La poesía se funda en las palabras. Un poema no es más que un intercambio de palabras. Pero a menudo, incluso casi siempre, los poemas se hacen de rogar.
No siempre acuden las musas a las mesas. Algunas, caprichosas, incluso prefieren el arte caminado o la proximidad del agua.
Tampoco está siempre a punto la imaginación. La imaginación es la invención de lo real: un hallazgo.
El poeta es siempre el primer lector del poema. A veces o a menudo —pero quién puede saberlo— el único.
De lo que no hay duda, en cualquier caso, es de que cada poema muere su propia muerte.
Y en esto —¿veis?— no hay diferencia entre poemas y personas.

Versos para comérselos

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

(Al filo de los días). Aunque hace ya varios días que está en casa, a partir de hoy llega de hecho a las librerías la última obra de Sagrario Pinto: Versos para comérselos, un libro de poemas para niños de 5 a 99 años con «las cosas del comer» como telón de fondo. Viene, además, en compañía y de la mano de los deliciosos dibujos de Teresa Novoa, que potencian con sugerentes propuestas animales la imaginación de las lecturas. Así que, ¡hala!: todos los que tengáis hijos, nietos, sobrinillos, parientes, vecinos, amigüitos y amigüitas, en general, no os podéis perder un menú tan apetitoso. Está asegurado el servicio sin corona. Y, como ya se ve por la singular cubierta, todo parece indicar que su lectura favorece la «inmunidad de rebaño»; es decir, la que se puede lograr mediante la preocupación solidaria y responsable por la salud de todos, lejos de los balidos borreguiles con que no dejan de dar la barrila los incombustibles validos y heraldos de la muerte. ¡Buen provecho!

El Sirena

La imagen puede contener: una persona, primer plano
Antonello da Messina: Ritratto d’uomo (‘Ritratto Trivulzio’)», 1476.
Museo Civico d’Arte Antica, Torino. Foto: Studio Fotografico Gonella.
Me llamó un día pero no me contó apenas nada de su vida en los últimos meses. Tan sólo que había decidido volver a las profundidades y a su tesis sobre “los prolegómenos a toda metafísica futura y su hipotética influencia en la diversificación sexual de la especie humana en las postrimerías”, un asunto en el que bien puede considerársele la primera autoridad mundial, tal vez la única. Siempre ha sido muy reservado con sus cosas.
...

domingo, 3 de mayo de 2020

Miña nai...



(Al hilo de los días). Viejas melodías, viejas calles, viejas costumbres, viejas sensaciones, viejas sugerencias. Y el mismo calor. Feliz día de la madre.

El invisible (t)

La imagen puede contener: calzado, exterior y agua
Foto de Daniel Tate.
Antes de salir a dar su paseo nocturno, me dejó escrito unos mensajes con la tinta simpática que él mismo se fabrica. Aquí los cortipego:
...