Imagen tomada de la red y cuya autoría, título, fecha, ubicación, etc. desconozco. He intentado localizar esos datos, pero sin suerte. Se agradece información. |
Durante los días de encierro —medita, y sin comillas, el Confinado—, a veces se me viene a la cabeza, y con fuerza tal que se instala delante de mis ojos, la casi proverbial figura del trepa —ella o él— y en algunas de esas oportunidades caigo en la cuenta de que, en ocasiones, he tenido muy cerca de mí a un verdadero trepa —él o ella—, aunque haya tardado en percatarme de esa su verdadera condición. Y es que —conclusión también de los días del confín—, por extraño y hasta contradictorio que pueda parecer, en la naturaleza del trepa —ella, él, incluso ello— hay una indudable facultad rastrera, excavadora, incluso de babosa, de modo que no siempre es fácil advertir maniobras que en realidad son justamente lo opuesto a lo que parecen. Trepar, reptar, tal vez urdir. El trepa —ella, él, ello—, a su modo, también es un artista.
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