jueves, 26 de diciembre de 2019

Linaje

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Emil Keck: Der Familienzuwachs, 1903.
Y llegó un tiempo en el que ya muy pocos eran capaces de advertir qué decía realmente el primer balbuceo de los recién nacidos.
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miércoles, 25 de diciembre de 2019

La ternura

La imagen puede contener: Miguel Veyrat
Fra Angélico: La Anunciación, h. 1425-1426. Museo del Prado, Madrid.
Nueves meses después, la promesa se cumplió, siempre se cumple.
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martes, 24 de diciembre de 2019

El jugador

Brent Lynch: Confidencias sobre la mesa de juego, s.a.
«Yo es que voy a muerte —le oigo decir al compulsivo jugador de azares varios—: Hasta que me toque».
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lunes, 23 de diciembre de 2019

Vilanico

Ángel Lizcano Monedero: La lavandera, 1879. Museo del Prado, Madrid.
Por fin pudo entender la razón por la que el edil había convertido el belén municipal en un puesto de feria, o en una mesa petitoria, al mandar pintar la bandera como decoración de la base. Al parecer, alguien le había insistido en que no se olvidara de la lavandera. Y, como suele o solía decirse por mi pueblo, «velaílo».
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domingo, 22 de diciembre de 2019

Navidad 2019

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Panel cerámico de la Basílica de Nuestra Señora del Prado (s. xvii), Talavera de la Reina.
A todos los amigos, cómplices, colegas, huéspedes, visitantes y curiosos —con todos sus femeninos— que pasan por esta Posada (o por la sucursal que de ella tengo abierta en Facebbok) les deseo unas felices fiestas navideñas y la mejor suerte para la década que se nos viene encima. Ojalá consigamos convertirla en unos nuevos Felices 20. Y que no nos abandone nunca una pizca de entusiasmo.

La escena navideña, ejemplo de la técnica cerámica de Talavera recién calificada como patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO, forma parte de los murales de la Basílica del Prado, considerada como la “capilla sixtina” de esta artesanía. Un lugar de visita inexcusable, junto con el Museo Ruiz de Luna y otros espléndidos rincones de Talavera de la Reina, la milenaria urbe que refleja sus torres teologales en las aguas del Tajo. Quien no la conozca, no sabe lo que se pierde.

En clave

Ramón Casas: Chula con pañuelo amarillo.
«Y si hoy, ya 22, se nos queda mirando la mujer de Lot...», leyó en la pantalla del móvil y sintió un sobresalto. Allí estaba, bien claro, a la vista de todos, el número del gordo de la lotería de Navidad. Faltaban sólo 2 minutos para que fueran las 6:59 de la madrugada, y nada más, de modo que no había ni trampa ni cartón. «Linea comprobada. Seguimos para bingo», la voz la sacó del ensimismamiento. Si se daba prisa, aún llegaría a tiempo. «Cómpreme usted, señorito», le dijo la otra. Pensó responderle: «Lo haría de buena gana, pero tendría que afeitarse». Sin en cambio nada dijo. Ni repuso. Ignoraba cómo ordenar el caos. Pero quién sabe...
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sábado, 21 de diciembre de 2019

Los dos papas


(Visiones en voz alta). He disfrutado, y mucho, durante las dos horas largas que dura Los dos papas, la película en la que Fernando Meirelles recrea —o inventa, en el sentido etimológico de “hallazgo”— la relación entre Benedicto XVI y el cardenal Bergoglio, el actual papa Francisco. Un tan apasionante como admirable y entretenido tête à tête entre dos enormes actores, Jonathan Pryce y Anthony Hopkins, sin olvidar la muy efectiva y sensible contribución del actor argentino Juan Menujín, que da vida al actual papa en sus años de juventud y madurez. 

Independientemente de su relación con la verdad histórica —asunto complejo y fuente de las polémicas de doble filo que está creando el filme, sobre todo en relación con el enfoque de lo relativo al ocultamiento de las prácticas pederastas—, lo que me produce un entusiasmo sin restricciones es la obra artística en sí, lo bien pautado de las situaciones, la minuciosa y muy creíble recreación de escenarios y rituales, la brillantez de los diálogos, y de forma muy especial, el soberbio trabajo de los actores, que entregan uno de sus mejores logros interpretativos, tanto por la extraordinaria verosimilitud de sus recreaciones como, muy en primer plano, por la composición desde dentro de dos personajes reales y de una muy rica, matizada y apasionante relación entre ellos. 

Y de momento no digo más. Salvo una cautela: me parece que es película cuyo fino y cabal aprecio exige cierta formación litúrgica en algunos entresijos de la iglesia católica y, quién sabe, también una mirada compasiva (empática) en relación con la historia eclesial. Y a partir de ahí, nada obstaculiza (nihil obstat) los análisis más críticos y profundos. Una gran película.