Graham Sutherland: Retrato del primer ministro Winston Churchill en su 80º aniversario. Cuadro perdido, probablemente mandado quemar por el interesado o su familia*. |
Entre el retrato y el retratado surgió tal desavenencia que enseguida se supo que iban a ser incompatibles. El retrato, presumiblemente, fue devorado por las llamas. El retratado se llevó a la tumba el secreto de su intransigencia. Nunca sabremos qué vio al verse, y hasta qué punto la verdad de lo visto abría en él una herida insoportable. Al final, la historia acaba dando la razón al verdadero arte. Y el retrato no miente.
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*Aquí puede leerse un resumen de lo ocurrido en torno a esta obra.