Cine de nuevo realismo. |
domingo, 18 de agosto de 2019
Un reino de este mundo
(Al hilo de los días). Hoy se emite en el Canal Ñ El Reino, lo más parecido a un biopic de la Gürtel, con Manoliños, Josemaris, Bárcenas y toa' la pesca genovesa, en una singular obra en clave que tiene las llaves a la vista. Era digno de verse cómo, en la premier de la peli, en la Academia de Cine, al lado mismo de Génova 13, el patio de butacas venía a ser una continuación del celuloide, en una ruptura de muros entre la realidad y la ficción como muy pocas veces antes se ha conseguido en la tierra de Cervantes y la Picaresca. El arte sigue manteniendo su viejo poder taumatúrgico, curativo, incluso exorcizante. Basta con que las muy concretas y reales tropelías cometidas por una pandilla de facinerosos se conviertan en “pulpa de ficción” (si se me permite el barbarismo tarantiniano) para que las culpas queden casi lavadas y la memoria de pez del pueblo satisfecha. Disfruten, si aún no lo han hecho, de El Reino. Pocas veces verán uno que sea tan clara y jodidamente de este mundo
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De Formentera
Puesta de Sol en Formentera. |
—Sí y sí. Era tan sólo una comparación.
—Llovió casi todo el tiempo.
—Era abril. Y era otro el clima.
—Aún había jipis.
—Pudimos conocer bien las playas, las salinas, los objetos púnicos, la Mola...
—El faro del fin del mundo.
—Y los acantilados. ¿Cómo se llamaba aquel rincón de rocas y árboles rastreros donde el viento levantaba la espuma hasta los ojos?
—Es Cap de Barbària.
—Sí, ese. Colinas lo citaba en un poema, aunque Emilio Sola pasó por allí mucho antes y de forma más minuciosa.
—Fuimos en una mobylette, ¿recuerdas?
—Sí, creo que es la única vez que hemos ido en moto juntos.
—¿Moto? ¡Era más bien una bici con pedales eléctricos!
—Los guijarros saltaban a nuestro paso.
—Y las gotas de lluvia nos golpeaban la cara.
—Casi pudimos comprobar que, en efecto, la isla cabía en la palma de la mano.
—Y que las gaviotas podían cruzarla de punta a punta...
Y así siguen, devanando madejas de recuerdos como el que hila niebla. Ya han pasado 37 años. Pero fue ayer.
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sábado, 17 de agosto de 2019
En torno a Fra Angélico
Ilustración de Eulogia Merle. |
(Lecturas en voz alta). «Un ojo en el suelo y otro en el cielo» era, al parecer, un lema que Fra Angélico, el más dulce e íntimo de los artistas del temprano Renacimiento, empleaba para explicar su trabajo. Tuve recientemente ocasión de visitar la muestra organizada por el Museo del Prado para presentar la restauración de la Anunciación. Lo hice en compañía y de la mano de Javier Serrano, buen conocedor del arte y sus interioridades, como destacado pintor e ilustrador que es él mismo, y en la conversación que fuimos manteniendo salieron a relucir, en su mayoría enunciados por mi amigo, algunos de los aspectos que Martín Garzo aborda con tanta claridad y belleza en este artículo, y en especial los relacionados con el mundo de lo sagrado, su alcance y significación en la obra de los “artistas de fe”, la validez y transcendencia de ese impulso en nuestro tiempo, el valor de la visión poética como medio de conocimiento y las relaciones del arte con la verdad, entre otros asuntos. Excepto por el título (que me parece de un efectismo simplón) y la excesiva y acaso confusa insistencia en el mundo de las hadas, el texto del escritor vallisoletano es de una gran finura e inspiración. Una muestra más de su honda delicadeza expresiva. No se lo pierdan.
Los Muertos
Playa de Los Muertos, en el Parque Natural del Cabo de Gata (Almería). A mitad de camino entre Agua Amarga y Carboneras. Foto tomada de cabogataalmeria.com |
Era la soledad. La lejanía. Y el eco novelesco del nombre. Y su temblor. Creo que allí fuimos de verdad piratas.
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viernes, 16 de agosto de 2019
De saída
La noche en Santo Estevo. Foto: AJR, 2019. |
Han sido sólo seis días, pero la intensidad siempre se mide de una forma ajena al reloj y los calendarios. En torno al acontecimiento central que nos traía a la tierra de los antepasados (el enlace de Elena y Carlos) se han anudado otras muchas circunstancias, casi todas ellas encaminadas en la dirección de los afectos que dejan huella y sirven para darle al mundo y a las cosas un significado, si no definitivo y del todo gratificante, sí esclarecedor y lleno de ternura. Toda una luz de íntima claridad en medio de la barahúnda mohosa de los noticiarios y frente al borroso desdén con que a menudo parecen mirarme últimamente, además de algún pariente torpe, las luces del ocaso. Salgo de una tierra que, pese a ser madre de interminables diásporas, no logra salir de su ensimismamiento, tal vez porque no confía en que ahí afuera haya nada digno de verse. Y según me despido de los nuevos guardianes de piedra de Santo Estevo, ya viejos amigos míos, me voy rumiando («remexendo na cachola») si no será esa una lección aún por aprender. Imos indo.
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jueves, 15 de agosto de 2019
Días de aldea
Las hazañas del tiempo y la dejación: a la floresta le brotó una chimenea. Foto: AJR. |
(A mis hermanos y primos,
que compartieron cosas parecidas.)
El verano extendido, una novela,
La insolación, de letras y de juegos,
en el Norte salvaje, entre los fuegos
de la noche en mis ojos: duermevela.
La insolación, de letras y de juegos,
en el Norte salvaje, entre los fuegos
de la noche en mis ojos: duermevela.
La promesa olorosa del castaño
que dejaba en mis manos y en mi pecho
la fragancia de un dios: niño al acecho
de su rostro de ramas tan extraño.
que dejaba en mis manos y en mi pecho
la fragancia de un dios: niño al acecho
de su rostro de ramas tan extraño.
Y las horas sin fondo de la siesta,
con la aldea dormida y en la casa
las estancias secretas, los arcones.
con la aldea dormida y en la casa
las estancias secretas, los arcones.
Vida fuera del tiempo, eterna fiesta
del nada que temer, y el alma escasa
disuelta entre las grandes ilusiones.
del nada que temer, y el alma escasa
disuelta entre las grandes ilusiones.
(Versión gallego-cerredana de Maldoror Morsa)
Días no Casarello
Érache o brau na infancia unha novela,
“La insolación”, de letras e de alcumes
n’aquel Norte salvaxe, tantos lumes
da noite nos meus ollos sempre en vela.
“La insolación”, de letras e de alcumes
n’aquel Norte salvaxe, tantos lumes
da noite nos meus ollos sempre en vela.
A candea caída dos castaños
deixábame nas maus e máis no peito
o perfume de un dios, neno con xeito
guichando pr’os seus rostros tan estraños.
deixábame nas maus e máis no peito
o perfume de un dios, neno con xeito
guichando pr’os seus rostros tan estraños.
E nas horas valeiras, cando a sesta
calaba ó Casarello, a casa enteira
era un reino de cuartos e de alladas.
calaba ó Casarello, a casa enteira
era un reino de cuartos e de alladas.
Vida fora do tempo, eterna festa
sin nada que recear, ca ialma estreita
disolta entre as pequenas trapalladas.
sin nada que recear, ca ialma estreita
disolta entre as pequenas trapalladas.
domingo, 11 de agosto de 2019
Extremos cercanos
Balcón de Quitapesares, monasterio de Santo Estevo. Foto AJR, 2019. |
«En las barandas del cielo...», susurra alguien a tu lado, a la vista de lo que se ve y con los puntos suspensivos incluidos. Sin saber cómo, de golpe entiendes qué fue lo que a Lorca le sedujo tan poderosamente en las tierras del Oeste. «... la lluvia me está esperando», completas como respuesta a la voz antes de entregarte de nuevo y plenamente consciente a la mirada. Todo lo demás, que acaso sea todo, es sin palabras.
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