sábado, 26 de enero de 2019

Premios Goya: diga 33

Preparados, listos...
La trigésimo tercera (¡diga 33!) edición de los Premios Goya está a la vuelta de la esquina. Así que, como cada año, en La Posada lanzamos un pronóstico al aire, con ánimo sobre todo de jugar. Y, de paso, de dejar por escrito alguna opinión sobre el cine español visto a lo largo del año. ¿Dónde? Ah, esa ya va siendo una tarea de improbable determinación: no sé si se han dado cuenta de que el cine ha entrado hace ya tiempo en otra dimensión, hasta el punto de que habría que dar por culminada su existencia como séptimo arte y distinguir nuevas modalidades, ramas de libre desarrollo cuya vinculación con el tronco es de muy diversa especie. Un asunto teórico en el que tal vez alguna día me demore. O probablemente no. Sin más, al grano. A ver cómo sale la paella.

La sonrisa de un maestro.
☻ Goya de honor: Narciso Ibáñez Serrador.  Aunque su perfil creador haya estado más relacionado con la pequeña que con la gran pantalla, es un premio no solo justo sino necesario (si me permiten la litúrgica fórmula). Al gran Chicho le debemos, varias generaciones de espectadores, el descubrimiento del gustito del miedo (aquellas narraciones extraordinarias de Historias para no dormir) y horas de diversión imaginativa (Un, dos, tres), en lo que probablemente fue la catapulta de la televisión como fenómeno masivo. Sin olvidar que su dedicación tan intensa al espectáculo televisual tal vez nos haya privado de una más amplia y significativa carrera cinematográfica, bien apuntalada por títulos tan notables como La residencia (1969) y, sobre todo, ¿Quién puede matar a un niño? (1976), en mi opinión una de las cumbres indiscutibles del cine de terror hispano. Aún me estremece cuando la veo. Los Goya se honran con esta distinción.

Mejor película: El  Reino.  Aunque tendrá un rival muy fuerte en Campeones, creo que al final será el segundo filme de Rodrigo Sorogoyen el que se lleve el gato al agua. No figura en los títulos de crédito, pero su guion bien podría estar firmado por Luis Bárcenas, ese genio de las inversiones artísticas. Una obra tan pegada a la realidad que puede calificarse de filme histórico, sin ninguna retórica.

Un equipo de Campeones.
Mejor dirección: Javier Fesser, por Campeones. No se prodiga mucho, pero sabe elegir como nadie los temas, las tramas y los modos. Tras las muy originales y valientes El milagro de P. Tinto (1998), verdadero canto de cisne del inolvidable Luis Ciges, y Camino (2008), con toda probabilidad la más lúcida radiografía del veneno ideológico del Opus Dei, diez años después Javier Fesser ha vuelto a acertar y ha sorteado con sabiduría y honestidad los peligros de lo sensiblero y el buenismo para realizar una obra sensible, hermosa, divertida y seductora. Llega a la gala con una gran popularidad y una cosecha de premios que seguramente continuarán. Y merecidamente.

Mejor actriz protagonista: Penélope Cruz, por Todos lo saben. No es un papel, me parece, que vaya a tener una gran trascendencia en su currículo, pero tiene el valor de la confirmación de una actriz e plena forma. Y que nunca (o casi) baja la guardia. Cada vez la admiro más. Sin embargo, atención, pregunta: ¿Alguien se extrañaría de que de que el galardón fuera a parar a la veterana pero poca conocida Susi Sánchez por su papel en La enfermedad de los domingos?

Póker de Jotas con un.. comodín.
Mejor actor protagonista: Antonio de la Torre por El Reino. Pese a la dura competición con un trío de "Jotas" que lo es de ases (Javier Bardem, Javier Gutiérrez y José Coronado), vamos a suponer que, por fin, el actor español que ha participado en mayor número de películas relevantes en las dos últimas décadas  logrará su muy merecida segunda estatuilla, después de tropecientas nominaciones. Y no sé por qué (o sí), pero me da que este año no va a ser la única. Ver más abajo.


Todos los saben: uno de los mejores repartos de los tiempos recientes.
Mejor guion original: Asghar Farhadi por Todos lo saben. Voy apostar por el plus de intriga que tiene este thriller falsamente rural, con resabios de las intrigas policíacas a lo Agata Christie, y que bien puede tomarse como una buena ilustración de las tragedias contemporáneos posibles en algunos reductos de la España vacía. Será una forma indirecta de reconocer el buen hacer de un reparto coral de gran altura. Tampoco sería una sorpresa que los premiados fueran Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen por el guion de El Reino. De ser asi, confío en que no falte, en los agradecimientos, una alusión al «esa persona de la que usted me habla». 

Mejor guion adaptado:  Borja Cobeaga y Diego San José por Superlópez. Siempre es difícil convertir un cómic en una historia bien trabada. Ese es el mérito de esta, por otra parte, película muy menor.

Mejor actriz de reparto: Ana Wagener, por El Reino. Por su perfecta creación de una especie de EspeCospe,  ya ustedes me entienden, con mucha, mucha, mucha garra. Y no digo más.

De la Torre y Zahera: en liza en El Reino y más acá.
Mejor actor de reparto: (viene de más arriba). Antonio de la Torre, por La noche de 12 años. Es una corazonada (de hecho, no he visto la película) o, si se quiere, un órdago. Aunque, pensándolo bien, como muchos jurados juzgarán que el actor va a ganar el Goya al mejor actor, quizás lo descarten en esta categoría. Pero... Lo curioso es que su rival más directo tal vez sea Luis Zahera, su compañero de reparto en El Reino. El actor gallego, tan característico, es uno de esos actores secundarios en plena ebullición, y va a tener a su favor, además del tan reconocible Luis Cabrera de El Reino, el buen recuerdo visual que ha dejado flotando su participación en otras películas y series, de forma especial el singular guardaespaldas Ferro al que dio vida en la muy irregular Vivir sin permiso.

Eva Llorach, una revelación ya muy revelada.
Mejor actriz revelación: Eva Llorach, por Quien te contará. Otra apuesta a ciegas. Empleo aquí la pista de los premios Forqué y Feroz, que han coincido en destacar la presencia de una actriz que tiene un largo currículo en cortos y papeles secundarios. ¿Su rival? La simpar Gloria Ramos, una de los descubrimientos impagables de Campeones, y probablemente la actriz amater más desinhibida que haya pisado últimamente los platós. 

Mejor actor revelación: Jesús Vidal, por Campeones. La frescura es un don.

Mejor dirección novel: Arantxa Echevarría, por Carmen y Lola. Tal vez la mayor revelación de la temporada por el tema, el ambiente, la buena química actoral y, de nuevo, la frescura.  


Y en el resto de categorías:

Mejor música original: Alberto Iglesias, por Yuli. Es difícil desbancar al gran compositor de bandas sonoras, ya todo un maestro indiscutible.
Mejor canción original: Una de esas noches sin final, de Javier Limón, interpretada por Inma Cuesta, en Todos los saben.
Mejor dirección de producción: Eduard Vallès y Hanga Kuruez, por El fotógrafo de Mauthausen.
Mejor dirección de fotografía: Alejandro de Pablo, por El Reino. Opciones para Álex Catalán, por Yuli. 
Mejor montaje: Hayedeh Safiyari, por Todos lo saben.
Mejor maquillaje y/o peluquería: el equipo de El hombre que mató a Don Quijote.
Mejor dirección artística:
Rosa Rosa, por 
El fotógrafo de Mauthausen.
Mejor diseño de vestuario: el equipo de La sombra de la ley.
Mejores efectos especiales: Abades y Barnet, por El Reino.
Mejor sonido: el equipo de Quién te cantará.
Mejor película de animación: Memorias de un hombre en pijama, con el aval del universo cotidiano del dibujante Paco Roca.
Mejor película documental: Tengo mis preferencias divididas entre Desenterrando Sad Hill, hermoso homenaje al enclave burgalés, transformado en cementerio, donde se rodó la mítica escena del duelo de El bueno, el feo y el maloy Camarón: flamenco y revolución, que está bien pero sabe a poco.
Mejor película iberoamericana: la mexicana Roma, de Alfonso Cuarón. La absoluta favorita, en su camino múltiple a los Óscar.
Mejor película europea: Cold War, de Pawel Pawlikowsky. Otras de las revelaciones blanquinegras de la temporada. Como Roma, cine como el de antes.
Mejor corto de ficción: Cerdita, de Carlota Pereda.
Mejor corto documental: El tesoro.
Mejor corto de animación: El ermitaño.


Resultado de imagen de Goyas

 Aciertos ☻Aproximaciones

Sobral o la delicadeza



(Visto y oído en voz alta). El cantor portugués Salvador Sobral es una de las mejores cosas que le ha pasado a la música europea en los últimos años. Muchos lo descubrimos de chiripa, cuando lo de Eurovisión, pero es evidente que venía de lejos y no sabemos a dónde podrá llegar. Buscar su rastro en los 'youtubes' y en las redes sociales es una tarea valiosa por sí misma y siempre rinde dividendos gozosos. Esta joyita es de hace siete años, cuando estaba de Erasmus en Barcelona. Puro encantamiento. Ah, el otro músico es Leo Aldrey.

viernes, 25 de enero de 2019

Dibujos animados

Gustavo Doré: «Dante y Beatriz en el Paraíso», ilustración para la Divina Comedia” (ed. de 1867).
"Paraíso”, canto XXXI.
A menudo la ficción lo atrapaba con tal fuerza que apenas lograba salir de aquella historia de la que ya conocía el final para volver a vivir su verdadera vida de ultratumba.
...

jueves, 24 de enero de 2019

Hablarle a Borges (14)

La imagen puede contener: una o varias personas e interior(Hablarle a Borges, 49). Dicen que Borges dijo o escribió: «Dios responde: —Bien, hijo mío, entrarás en el cielo; mas no tendrás nunca la certeza de hallarte en él». 
Y, tras leerlo y ponerlo en situación, me entra la duda, incluso la vaga sospecha, de que el error ande rondando con su diente infalible, y apostillo: «Dudas errátiles en danza: quizá donde dice “certeza” el original escribiera “corteza”. Y no sería raro que el “hallarte” fuera, en realidad, “hollarte”. Dios entonces —léase de nuevo— mostraría menos crueldad que ironía. Aunque ¿cómo saberlo? En verdad, inescrutables, etc., etc...» 
La imagen puede contener: una o varias personas
Borges firmando. Autoría de la foto: desconocida. Se agradecen pistas.
(Hablarle a Borges, 50). Dicen que Borges dijo o escribió: «A menudo descubro que sólo estoy citando algo que leí hace tiempo, y entonces la lectura se convierte en un redescubrimiento. Quizá sea mejor que el poeta no tenga nombre».
Y de inmediato se me ocurre: «La verdad es que, si nos fijamos bien y dejamos a un lado a los críticos literarios, a los narcisos pro domo sua y a los del botafumeiro, el poeta no tiene nombre».
(Hablarle a Borges, 51). Dicen que Borges dijo o escribió: «¿No basta un solo término repetido para desbaratar y confundir la serie del tiempo? ¿Los fervorosos que se entregan a una línea de Shakespeare no son, literalmente, Shakespeare?».
Y a modo de continuidad, más que de respuesta, se me ocurre: «Una línea, en sus al menos dos acepciones (renglón, estilo), sus tres sugerencias (ser o no ser o no ser ser), sus cuatro esquinas, sus cinco sentidos, sus seis síes, sus siete capitales... Sí, un término es bastante. Nunca se acaba».







Amo cada coma

La imagen puede contener: planta, flor y naturaleza
Georgia O'Keeffe: Jimson Weed, 1936. Indianapolis Museum of Art.
«No sólo porque incluya el subjuntivo libe es miel la Libertad para nosotros», dice don Gonzalo en El círculo oblicuo. ¿Y cómo no rendirse a semejante magia?
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miércoles, 23 de enero de 2019

Hot dogs

C. Vernet: La marchande de saucisses, grabado de Debucourt, siglo XIX.
Aquella noche, con la llamada de Begoña, pudimos aprender esa lección de alta gastronomía que consiste en saber pinchar las salchichas en defensa propia. A juzgar por su opinión acerca de la mitad del género humano, es indudable que Begoña, en su carrito de perritos, pincha las salchichas con doble intención. Sólo de pensarlo, me dan escalofríos...
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martes, 22 de enero de 2019

D de 500*

Gabriel Mälesskircher: El evangelista san Mateo, 1478.
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
Mientras pasaba lentamente las hojas del códice, «ívale con la edat el coraçón creçiendo» (Libro de Alexandre, 12, 3). Y acá seguimos.
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* Con la entrega de hoy, estas Novelas de Una Línea (NUL) llegan al número 500. Publiqué la primera en Facebbook el 31 de agosto de 2017 y ha ido apareciendo una cada día, no siempre con facilidad y siempre ilustradas con una obra de arte, en su inmensa mayoría pinturas, aunque también he recurrido a otras artes plásticas, incluida la fotografía. A mitad de camino entre la ocurrencia y el ‘nanorrelato’, a veces con aires de aforismo, y otras en clave de pura broma, he procurado que siempre estuviera presente en ellas lo narrativo, y a menudo he apostado por la sorpresa como recurso para sacarle partido a la brevedad