José Luis Pellicena (foto tomada de aquí). |
sábado, 24 de noviembre de 2018
Pellicena, el eco de un apellido
La decisión
Carl Spitzweg: Der Bücherwurm («El ratón de biblioteca»), 1850. Museo Georg Schäfer, Schweinfurt, Alemania. |
Cuando comprendió que no iba a poder leerlo todo comenzó a desleír los libros en el té de media tarde. A uno por día, a veces uno y medio, tal vez llegara a tiempo para cuando sobreviniera el momento de la siguiente reencarnación.
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viernes, 23 de noviembre de 2018
Teléfono borroso
The Guilty: la borrosa realidad a través del teléfono. |
(Visiones en voz alta). The Guilty, que vi anoche en la sesión de preestreno, es una muy buena película hecha con escasos medios y, en mi opinión, mucho más directamente relacionada con la problemática realidad actual que lo que aparenta su envoltorio de thriller tenso y eficazmente llevado. Y es que su tema en el fondo —bajo una forma tan evidente que acaso lo oculta— no es otro que el de los errores a que puede dar lugar la comunicación telefónica, y más aún, el inmenso problema de interpretación y discernimiento en que está cayendo un mundo en el que ya casi todo pasa, de uno u otro modo, por el teléfono: sí, este aparato en el que estoy escribiendo estas líneas, muy probablemente el mismo en el que tú, usted o vuesa merced las está leyendo, quién sabe si con el dedo ya “pensando” en otra cosa. Es lo que hay.
El invisible (p)
jueves, 22 de noviembre de 2018
Perspectivas (bajo las estrellas)
Autor desconocido: Retrato de Johannes Kepler, h. 1610. Copia de un original perdido que se conserva en el monasterio benedictino de Kremsmünster, Austria. |
«Llevo toda la tarde luchando —piensa que debería escribir más tarde— con un texto endiablado sobre la Nube de Oort, que está unas 2.400 veces más lejos del Sol que Plutón. De modo que no sé bien qué opinar sobre lo del escupitajo...». Y luego va y lo escribe.
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miércoles, 21 de noviembre de 2018
2001, 50 años después
Las dudas sobre Hal 9000... |
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Trueques
Rembrandt: Filósofo meditando (detalle), 1633. Louvre, París. |
A veces tenía que ir a buscar las palabras a la carbonera y no era raro que se encontrara allí con el niño muerto que, al verlo, fingía que se alegraba y hasta ensaya una sonrisa, aunque él sabía que era sólo un truco para que no le dijera a nadie que lo había visto, y a cambio le daba la palabra “cúpula” o la palabra “mohíno”, que extraía relucientes, como nuevas, del saco de la harina o de entre el montón de leña recién cortada.
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