martes, 6 de noviembre de 2018

Samara, de Camarón




(Oído en voz alta). Por puro azar azaroso viene a mis manos una vieja cinta de casete de Camarón de la Isla, «con la colaboración especial de Paco de Lucía"». Castilo de arena es su título. Y en ella se encuentran estas bulerías de «Samara» en las que, como a menudo suele ocurrir en este palo, la letra es la que conduce a la voz hasta ciertos registros expresivos y honduras que sorprenden por su perfecto ensamblaje. La fecha de edición es la de 1977, aunque creo que llegó a mis manos algo más tarde. En todo caso, mi afición al flamenco, que sin duda prendió, además de en las coplas de la radio, en los fascinantes corrillos que los gitanos de Talavera formaban durante las ferias en el paseo de la Alameda y que yo veía asombrado, se fue fraguando por esos años, en especial durante las sesiones a las que pude asistir en el Club de Música del Colegio Mayor San Juan Evangelista, el añorado «Johnny». De esos conciertos y recitales, y también obras dramáticas (con La Cuadra, por ejemplo), recuerdo casi como si se tratara de un hecho fundacional una sesión urdida por mi amigo de entonces, Virgilo Pérez-Clotet, que tuvo como protagonistas a Bernarda y Fernanda de Utrera, legendarias cantaoras que por esas fechas apenas actuaban fuera de sus predios. Aquel recital se saldó con un verdadero fracaso de audiencia (no creo que fuéramos más de veinte personas en el amplio salón de actos del colegio, por lo común repleto de espectadores) y aún me parece estar oyendo los lamentos de Virgilio quejándose de que «me han boicoteao, tío, vaya marrón y qué mala leshe». Lo curioso es que, en la pequeña historia de mi afición al flamenco, ese fue un verdadero día D, al que no tardaría en sumarse, junto a los experimentos tan brillantes de Triana, Lole y Manuel, etc, el milagro de la voz de Camarón, ese punto cero del flamenco contemporáneo.

Blanco

Velázquez: Vista del jardín de la Villa Medici en Roma, hacia 1630. Museo del Prado, Madrid.
No era necesario decirlo. Con solo pensarlo se hacía el silencio.
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lunes, 5 de noviembre de 2018

Pájaros de verdad

Mirlo común (Turdus merula). ©️SEO/BirdLife.

Es leído este mirlo. Pero canta
de verdad. Qué milagro. La poesía
es hacer que suceda todavía
lo que vuela en el tiempo y nos alcanza


en este mismo instante con su lanza
de luz que no se agota en la porfía
de las horas. La sombra que nos guía
en la cueva interior. Quieta mudanza

que en su contradicción dice lo exacto
que podemos oír sin que se rompa
al sonar el sentido verdadero

de la verdad más honda. Es ese pacto
del saber y el sentir la mejor compa-
ración posible del vacío entero.

Hablarle a Borges (10)

La imagen puede contener: una persona
Borges retratado por Richard Avedon.

(Hablarle a Borges, 37). Se dice, con fundamento, que Borges escribió; «Tal o cual verso afortunado no puede envanecernos, porque es don del Azar o del Espíritu; sólo los errores son nuestros».
La imagen puede contener: una persona, de pie y calzado
Borges urbano, con palíndromo al fondo.
Foto de la agencia SIGLA.
Y, tras leerlo y meditarlo, se me ocurre que, «bajo su apariencia de poética culposa, ejercicio ferviente de humildad o, en el peor de los casos, vanidad de doble bucle, veo aquí sobre todo un gran esfuerzo de consolacion. Donde el Azar no sopla ni el Espíritu asiste somos libres porque somos... arresponsables (sic)». Mas de inmediato pienso que caben otras muchas interpretaciones. Que Cadacual formule la suya.

(Hablarle a Borges, 38). Dicen que el hombre que fue Borges comentó: «Recuerdo que Schopenhauer dijo que, felizmente para nosotros, nuestra vida está dividida en días y noches, nuestra vida está interrumpida por el sueño».
Y ahora, justamente al despertar y leerlo, pienso que: «Felizmente. Pero ¿cómo no acordarse de las criaturas de la imaginación y los habitantes de nuestros sueños para quienes el orden del mundo es justamente el reverso de esa bienaventuranza?».



Boges con Mariia Kodama.
(Hablarle a Borges, 39). Dicen que Borges dijo y escribió: «La poesía no es algo extraño: está acechando a la vuelta de la esquina. Puede surgir ante nosotros en cualquier momento». 
Y, sin dejar el mismo sitio, me tomo la licencia de añadir: «E incluso nos puede tomar por las solapas o saltarnos al cuello, siempre con segundas intenciones».



O luz o zulo

El Greco: Una fábula, hacia 1580. Museo del Prado, Madrid.
No conocemos a ciencia cierta la fábula. Pero imaginamos que aquel día todos miraban, cada uno con su asombro pero por un motivo semejante, el ascua en ascuas. Y que la luz de sus ojos les subía directamente de un pozo interior.
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domingo, 4 de noviembre de 2018

El que calla

Rufino Tamayo: Niños jugando, 1958. Museo Tamayo, Ciudad de México.
—Seguro que de pequeños vosotros os hacíais las porlas juntos.
—...
—¡A que sí?
—...
—¡Natural! ¡Ya me parecía a mí!

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sábado, 3 de noviembre de 2018

«Aroma por el camino...»

Ottavio Leoni: Susana y los viejos, h. 1620. Detroit Institute of Arts, Detroit, Michigan.
Y de pronto, en un gesto íntimo y al inclinarse levemente, recuperó en una sola inspiración el olor inmemorial de la piel de su abuelo.
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