Paul Gauguin: En el gallinero, h. 1878. Col. Carmen Thyssen-Bornemisza, Madrid.
La fuerza de los hechos brillaba frente a los hechos de la fuerza, mientras que los hechos a la fuerza se atrincheraban por fuerza en los hechos y, en el corral, las gallinas no dejaban de cacarear.
Rajoy se "escaquea" del saludo a Sánchez, el 6 de febrero de 2017. Foto EFE.
La incertidumbre es nuestro pan. Desde que tenemos conciencia de tener conciencia, la posibilidad de que las cosas pudieran ser de otra forma ha devenido una forma de ser, basada en una gran certeza: vivir es lo que importa. Y un convencimiento íntimo, un afecto: amar es vivir. La política es uno de los terrenos más problemáticos y vidriosos, pero es un terreno inexcusable. Lo condiciona todo. Es el terreno de la acción que influye en nuestras vidas de forma casi incontrolable. En ese contexto, el relevo, acaso sorprendente, que se ha producido hoy en las esferas del poder político supone algo más que un cambio de personas, de tendencias políticas, de generaciones. Es un relevo de tiempos históricos, el primer fruto indudable de una nueva época que se viene fraguando desde hace años y que hoy ha conseguido abrirse paso y ha desembocado en un paisaje inédito. ¿Qué ocurrirá? No lo sabemos. Sí somos conscientes —nos damos cuenta de que— ha empezado otro tiempo. Y a todos nos toca, a cada uno en su puesto y con sus fuerzas, contribuir a que la vida sea mejor para todos. Todos. Por lo demás, con tranquilidad, también con algo de escepticismo, y en lo más profundo de mis deseos con entusiasmo, proclamo mi esperanza. El relevo debe ser relevante. Y, si fuera posible, revelador de que es posible encauzar nuestra historia por caminos no predecibles ni, sobre todo, trágicamente repetidos. Viva la esperanza.
Se encontraron a vista de las aguas.
—Me llamo Frank —dijo él—. ¿Y tú?
—Soy Perdita —respondió ella con timidez. Y añadió luego—: Pero todo el mundo me conoce como la niña de Raxoi.
(Cinemagias, 11). Junto con La naranja mecánica, que el propio director ordenó que se dejara de proyectar por sus posibles efectos "perniciosos", tal vez sea Eyes Wide Shut («Ojos cerrados de par en par», según la traducción del difícil título que me parece más sugerente), la película más polémica de Stanley Kubrick.
En varias ocasiones me he visto "obligado" a defender lo que a mí me parece un filme brillante y valiente frente a las opiniones de amigos o conocidos, incluidos admiradores del gran cineasta, que la consideran una obra menor en su filmografía, incluso una mala película. Naturalmente, para gustos colores.
Si pienso que EWS es no sólo una de las mejores obras de Kubrick sino la más personal, arriesgada y valiente de su carrera, así como un revelador testamento fílmico, se debe, entre otras muchas cosas, a secuencias como la que aquí aparece. Está protagonizada por una intensa y convincente Nicole Kidman que, literalmente, eclipsa a un Tom Cruise anodado por la revelación interpretativa de la que en muy poco tiempo dejaría de ser su mujer en la vida real.
La escena tiene, a mi entender, un claro espejo y referente en la secuencia final del testamento cinematográfico de otro grande del séptimo arte: The Dead» («Dublineses»), de John Huston.
En ambas casos, la memoria crucial de lo que pudo haber sido un paso decisivo en la vida, ligada a la indecible nostalgia de una pasión amorosa sólo presentida —mas con inolvidable intensidad—, es la materia emocional de sendas confesiones femeninas que dan cuenta de profundos secretos y deseos que, quizás como toda verdadera pasión, no pueden ser nunca satisfechos.
Teniers: El alquimista, 1631-1640. Museo del Prado, Madrid.
La conversación entre el Nobel y el Lector discurría por caminos más o menos previstos y paralelos, hasta que se llegó al tema de los paraísos artificiales. —La vejez es un colocón —sentenció el Lector. Y ahí quedó la cosa.
(A partir del diálogo entre Vargas Llosa y Savater en la Fundación Ramón Areces).