(Visiones en voz alta, ⚱️34). Durante algún tiempo aún no muy lejano, hasta 2010, estas semanas primeras del año me pillaban cerrando, a marchas forzadas, las entregas de los originales para el suplemento bianual del Espasa, uno de cuyos apartados importantes, y en el que más laboraba personalmente, era la sección de biografías y necrologías, que solía reunir alrededor de 350 personajes destacados del año, incluidos todos los ilustres fallecidos. Esa tarea, en tiempos anteriores a la explosión de Internet y la Wikipedia, me tenía todo el año pendiente de las necrológicas de los periódicos, tijera en mano, para ir acumulando las pistas necesarias y poder confeccionar más fácilmente el listado (lemario) de las entradas que habría que realizar. Era algo que, como bien saben quienes andaban cerca, se convertía en un verdadera obsesión y daba lugar a un notable trajín de papeles y carpetas.
Aunque mucho más estresante era el estado de alerta continua para que no hubiera ningún despiste ni se escapara ningún personaje relevante o, simplemente, pertinente con el histórico de la Enciclopedia Universal Ilustrada (el «Espasa», por antonomasia), que durante mucho tiempo fue sinónimo y garantía, si no de inmortalidad —como a menudo bromeábamos y hasta fantaseábamos con vender boletos al mejor postor—, sí de cierto criterio aceptado de importancia y reconocimiento.
El caso es que, al encontrarme hoy con este amplio y completo homenaje a los fallecidos de 2017, junto al respiro por comprobar de la que me he librado (en varios sentidos), he sentido cierta nostalgia, y sobre todo agradecimiento, porque alguien se siga ocupando de estas aún necesarias recopilaciones y las ponga a nuestra disposición.
Por lo demás, hay (y ay) que ver cuánta gente y qué importante se ha ido en 2017. Que la tierra les sea leve. Y que, como suele decirse por mi tierra, nos esperen durante muchos años en el más allá.