Publicada en mi muro de Facebook y en Twitter. Foto ©AJR,2017. |
lunes, 1 de enero de 2018
domingo, 31 de diciembre de 2017
Vilancico*
Maestro de Ávila (pble. García del Barco), El anuncio a los pastores, panel izquierdo del Tríptico del Nacimiento, h. 1465-1476. Museo Lázaro Galdiano, Madrid. |
«... 🎶 se va
y nosotros nos iremos
y no...🎵»
...
Contexto:
Maestro de Ávila (García del Barco): Tríptico del Nacimiento, h. 1465-1476.
Museo Lázaro Galdiano, Madrid. |
sábado, 30 de diciembre de 2017
Monoteísmo
viernes, 29 de diciembre de 2017
La entrada 1000
Un 1000 cinematográfico. |
Si el contador de Blogger no falla, con esta entrada son exactamente MIL (1.000) las veces que en la paredes de la Posada se ha colgado algún escrito. No es una cifra excesiva para casi nueve años de existencia del blog (lo inicié el 31 de marzo de 2009). Pero tampoco me parece que sean despreciables, en estos tiempos tan movedizos y hasta volátiles, la duración y continuidad que esa cifra suponen. Ha sido —está siendo— una larga travesía, a la que llegué por sugerencia de algunos amigos, después de que se cerrara el foro ya mítico de poesia.com, y tras la mixtificación o fracaso de otros proyectos de redes sociales, anteriores a la gran invasión que supusieron Twitter y, sobre todo, Facebook. Campos enredados que, junto con algunos otros, como Instragram, se han ido convirtiendo en las grandes autopistas del tráfico y tráfago cibernáuticos, cada vez más rápidas, más fáciles, más populosas, más inmediatas, más compulsivas, más histéricas, más impersonales...
Es cierto que, como ha venido ocurriendo en la historia de las comunicación desde tiempos remotos, ningún nuevo medio, técnica o procedimiento acaba por completo con los anteriores. Pero no lo es menos que, a menudo, lo novedoso altera el panorama, o contribuye a modificar la fauna preexistente o va empujando a las viejas criaturas hacia una deriva que, en cierto modo, termina por desnaturalizarlas. O, como en el caso de los blogs, deja transformados sus habitáculos en viejos recintos por los que cualquier paseo tiene algo de caminata solitaria hacia el pasado, envuelta de modo inevitable en esa sustancia pegajosa (¿mucilaginosa?) que es la nostalgia.
Es cierto que, como ha venido ocurriendo en la historia de las comunicación desde tiempos remotos, ningún nuevo medio, técnica o procedimiento acaba por completo con los anteriores. Pero no lo es menos que, a menudo, lo novedoso altera el panorama, o contribuye a modificar la fauna preexistente o va empujando a las viejas criaturas hacia una deriva que, en cierto modo, termina por desnaturalizarlas. O, como en el caso de los blogs, deja transformados sus habitáculos en viejos recintos por los que cualquier paseo tiene algo de caminata solitaria hacia el pasado, envuelta de modo inevitable en esa sustancia pegajosa (¿mucilaginosa?) que es la nostalgia.
El caso es que de los diferentes formatos que hasta ahora he conocido en el uso social de Internet el del Blog me parece, con mucho, el más atractivo. Sin dejar de ser rápido, exige o invita a un ritmo más pausado, reflexivo. Al no contar con métodos cuasiautomáticos, impulsivos e impersonales de respuesta (esos «me gusta» o retuits que son el santo y seña, además de la engañifa banalizadora, de Facebook o Twitter), el uso y frecuentación del Blog implica —al menos en principio— una mayor conciencia de la actividad, un trato más cuidadoso y personalizado, otro tipo de «clima emocional» en su manejo. Todo esto, claro, de forma muy general. Al final, la cualidad y calidad de la experiencia dependen del uso que se haga de los medios, ya que, con independencia de sus características y su mayor o menor tendencia a favorecer un determinada pulsión, en todos cabe un margen de distanciamiento, de pausa reflexiva, de consciencia... que permitan al usuario intervenir y controlar su uso.
Dicho sea todo esto a modo de celebración de esta ENTRADA MIL y como manifiesto, sencillo pero contundente, a favor de la variante comunicativa que implica el Blog. Que procuraré mantener, siquiera sea pegado a la actividad en Facebook, mientras dure, y, en menor grado, de Twitter, pero con un sentido claro de autonomía. E, incluso, como horizonte de intenciones, así como de usos estéticos y éticos, que guíe mis tratos con las demás redes sociales.
Mientras sea posible, resistiremos.
Feliz 2018.
El retorno
jueves, 28 de diciembre de 2017
Lo prohibido
Un viejo lema |
(Al paso, 🧞♂️23). «Ya sabemos que los jóvenes siempre quieren hacer lo contrario de lo prohibido», dice en la caja tonta una autoridad municipal respecto a una decisión sobre el consumo de alcohol de baja graduación por parte de menores. Stop. La frase me deja pensativo y, dándole vueltas, llego a la conclusión de que es uno de esos casos en que la, por así decir, doble negación termina dejando el sentido en una especie de zona neutral, incluso en un regreso al punto de partida, y en consecuencia, afirma justamente lo contrario de lo que a todas luces pretende. Si lo prohibido es, por ejemplo, “fumar”, lo contrario será “no fumar”, y ese sería, por tanto, lo que en ese caso querrían hacer los jóvenes. Quizás bastaría decir, en esa frase, «lo contrario de la prohibición» («no fumar») para que las aguas semánticas volvieran a sus cauces de sentido. Y así pudiéramos seguir celebrando, con tranquilidad, la festividad de los santos inocentes. Que sin duda somos legión.
El sueño de la especie
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