Hoy cumple 90 años el escritor Rafael Sánchez Ferlosio. He dicho alguna vez, y me reafirmo, que me parece el más digno candidato en todo el ámbito de la cultura hispana para recibir una distinción de la máxima categoría, por ejemplo, el Premio Nobel de Literatura. Aunque probablemente, como a Borges o a varios otros autores indiscutibles, nunca se lo den. Sea como fuere, su obra está ahí como uno de los grandes hitos de nuestra lengua, un acicate permanente para la inteligencia, el disfrute de los meandros del idioma, que él domina como nadie, y el puro placer lector.
La foto que publico (no sin alguna reserva) la tomé mientras ambos esperábamos, en compañía de otros vecinos, en una consulta de un centro sanitario del barrio de Prosperidad. Recuerdo que el doctor que nos atendería a los dos desconocía de quién se trataba y se mostró entre alertado y perplejo cuando se lo comenté. En una consulta posterior me agradeció que le hubiera puesto al corriente.
Don Rafael llegó apoyado en su bastón, jadeando un poco y con gesto un tanto ensimismado, aunque también de lejano mirar. Venía cargado de periódicos, que portaba en una bolsa, y con su lupa en ristre, entretuvo la espera escudriñando las noticias del día. Ya ha hablado él muchas veces de su condición de devorador de prensa. De vez en cuando levantaba la vista y permanecía unos segundos como absorto, aunque no tardaba en volver a sus papeles bajo la atenta mirada, como se ve, no sólo de quien se atrevió a robarle esta foto. Fue el 23 de septiembre del año pasado (2016). Nunca la he mostrado públicamente (de hecho, tengo algunas más). Me parece que la ocasión disculpa la osadía.
Coincidí con él también a la salida y me atreví a abordarle, como he hecho algunas otras veces, al encontrármelo por el barrio, y pude intercambiar con él unas pocas palabras. No siempre es fácil. Aunque siempre es amable. Recuerdo que le comenté alguna curiosidad en relación con lo que por fechas aún no lejanas había sido su debut en el ritual de firma de libros en la feria del Retiro (¡a sus 88 años y con su currículo!). Y recuerdo que le hizo gracia saber que se había batido en «un combate de colas» con Wismichu, El Rubius y otros famosos “youtubers”. Palabra esta última por cuyo significado me preguntó, aunque enseguida se hizo cargo de qué iba la cosa. Sonrió abiertamente cuando le dije que aquel había sido «todo un duelo en la Alta Feria» y que él no había salido derrotado.
Guardo estas pequeñas anécdotas como un privilegio. Y es que, con Nobel o sin él, es un verdadero honor tener a Sánchez Ferlosio como vecino, sin duda el más egregio de La Prospe. Y todo una alegría y una suerte poder verlo caminar por la calle, sentado en la plaza del Mercado, hojeando libros en El Buscón o curioseando entre las atiborradas estanterías de La Nueva Ruta de la Seda, la tienda de chinos fronteriza con el bar El Universo donde a veces se reúne en tertulia con sus amigos. Y es, sobre todo, una permanente promesa de disfrute poder seguir leyéndolo. Felicidades.